El terror en formato policiaco propone una
incógnita a resolver; Scott Derrickson emplea esta fórmula con eficacia en Siniestro (2012), la historia de un escritor de non fiction que
intenta esclarecer un crimen por cuenta propia. En esta ocasión, Derrickson
escribe el guión a dos manos con C. Robert Cargill, homenajeando la estética de Super 8 mm en ciertas escenas
perturbadoras muy bien logradas.
Ellison Oswalt (Ethan Hawke) se traslada con su
mujer Tracy (Juliet Rylance) + sus 2 hijos Ashley (Clare Foley) y Trevor
(Michael Hall D’Addario) a una casa recién adquirida, donde 9 meses antes una
familia murió bajos circunstancias incomprensibles, colgada de un árbol. Oswalt
encuentra en el ático una caja con cintas de 8mm que registran precisamente una
serie de asesinatos rituales en los que aparece un rostro demoniaco. ¿Quién filmó estas películas, y por qué
existe un lapso tan amplio de tiempo entre ellas? Tales interrogantes se
introducen con habilidad narrativa y activan el mecanismo de la trama. Aquí lo
que importa realmente es el cómo de las cosas, la secuencia de
situaciones paranormales e indicios oblicuos que permitirán al escritor acceder
a la resolución del conflicto, desplegando en su ruta un imaginario satánico
verosímil. Además, destaca el hecho de que nadie sino él tiene que encontrar las respuestas. En este sentido, sin saberlo,
resulta un cazador cazado.
A los 40 minutos del filme, nuestro demonio ya
tiene nombre: se llama Mr. Boogie, y suele organizar reuniones mortales. La seguridad familiar, representada
por la típica familia americana promedio, es amenazada por una antigua deidad
babilónica, Bughuul, que se
alimentaba de almas de niños para sobrevivir. En términos ideológicos, llama la
atención hacia dónde se dirige el peligro y la manera en que el escritor se
considera a sí mismo portador de la verdad y la justicia. Esto podría
extrapolarse a cuestiones políticas, pues a la pregunta expresa de porqué
investiga sobre contenidos tan macabros, Ellison responde: «La verdad es que me
impulsa el sentido de la justicia. Me cortaría las manos antes de escribir por
fama o fortuna.» Ahora bien, si consideramos que las ruinas de Babilonia se
encuentran actualmente en Irak, ¿acaso
no suena como una declaración de principios?