26.1.15

panero_y mi corazón temblaba



De pequeño yo era autista, como Einstein, y pensaba que el mundo había sido hecho para mi mal. A los cuatro años, como no sabía escribir, le dictaba poemas a mi madre: 'Y mi corazón temblaba / pero era un sueño / y fueron muriendo muchos soldados de la guardia del Rey / pero mi corazón seguía temblando'. Eran poemas perfectos, como de Wallace Stevens. A Dámaso Alonso le gustaron mucho. Mis padres estaban aterrorizados.

Leopoldo María Panero



lynch_las ideas son como peces




Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas.

En las profundidades, los peces son más poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y muy bellos.
 
Atrapa el pez dorado, David Lynch


17.1.15

una autopsia del deseo



Deseos es la segunda exposición colectiva organizada por Sergio González + Abby Méndez, a cargo del proyecto M18. En esta ocasión, 8 artistas emergentes presentaron propuestas de ilustración, fotografía y lettering: una eclosión de talento joven en la zona sureste de México.


Preludio

M18 [www.m18.mx] se perfila como uno de los sitios clave para entender el diseño y sus interrelaciones con otras disciplinas creativas. «Buscamos personas que hagan cosas diferentes», me explica Sergio González en medio de un mar de voces el día de la inauguración [10.01.2015]. «La idea original es promover a los artistas por medio de talleres, conferencias y eventos como la exposición Deseos. El producto básico de M18 son los talleres; organizamos de 3 a 4 mensualmente, y cada mes hay talleres diferentes. Todos están enfocados a desarrollar la creatividad, aunque varios tienen como base el diseño gráfico. En general, la cultura del diseño está creciendo en Mérida, y me parece que se está ejecutando bastante bien.»

La muestra reúne a 8 artistas que presentan su trabajo en pequeños formatos, partiendo de una premisa múltiple: los buenos deseos de año nuevo. Cada uno ha recorrido su propio imaginario para expresar en unas cuantas piezas este concepto. El método me hace recordar la forma de trabajo de las agencias publicitarias, donde el brainstorming y el peloteo de ideas son habituales. Sin embargo, estos chicos han tenido absoluta libertad durante la elaboración de su obra, con resultados elocuentes.


Los palacios y el yin-yang
La museografía está cuidada al mínimo detalle, y el espacio luce iluminado adecuadamente para que los elementos dispuestos se aprecien sin problema. Pero hay muchísimas personas. Docenas de ojos se concentran en distintos rincones de la casa (es un espacio de dimensiones domésticas), y uno puede arrojarse al murmullo ininterrumpido de las conversaciones. En ese bosque de palabras con vida propia encuentro la serie fotográfica de Pamela Monsreal, Palacios modernos.

«La arquitectura actual se ha olvidado de tener personalidad, es insípida—me explica. Muros blancos, piedra de Ticul, ciertos elementos que nos permiten ver que todas las viviendas son iguales. Son como las de Infonavit, pero en versión cara. Por otro lado, la mayoría de las casas que fotografío—pertenecientes a un estilo funcionalista, moderno, del siglo XX—se están destruyendo por la falta de conservación. Y esto es un llamado a tener conciencia de nuestro pasado.»

Pamela dice algo cierto. Una de las problemáticas más complejas en esta zona de país es la dicotomía tradición/ruptura. Los jóvenes, en sus actitudes neoconservadoras o sus intentos de abolir el status quo, forman parte de la misma dinámica, que también se manifiesta en las expresiones culturales. Mérida es un yin-yang.


Llorar menos
Sigo mi recorrido. Las tres acuarelas de Ana Paulina Farah—Claridad, Llorar menos y una Sin título con una pareja de niños gemelos—son sumamente expresivas, de intenciones minimalistas. «Me interesa transmitir cierta vulnerabilidad emocional y que sólo haya un elemento que llame la atención, sin otros accesorios. Yo crecí viendo animé, pero últimamente (y en estas piezas se refleja mucho) he revisado el trabajo de una ilustradora estadounidense llamada Eleanor Davis. Tiene dibujos muy sencillos con gouache, pero lo que más admiro de ella—aparte de su técnica preciosa—es que tiene una humanidad a veces inquietante. Además es una artista con problemas de depresión, y me gusta de idea de hacer algo que refleje exactamente lo que estaba sintiendo.» ¿Por qué elegir estos temas?, le pregunto. «Pues porque son emociones que están presentes. Yo creo que en vez de rechazarlas y clasificarlas automáticamente como malas, lo mejor que se puede hacer es aliviarlas a través de la ilustración.»

Luego, tras un silencio extraño, Paulina me explica: «Sin embargo no todo es triste en mi obra. Por ejemplo, esta pieza del niño y la niña con las manos entrelazadas es un tributo a la intimidad que puedes sentir con alguien. Estoy rodeada de gente que me quiere, tengo una buena vida, tengo buenos amigos, pero hay ciertos elementos que proceso así.»


Belleza quirúrgica
Mientras entrevisto a Fernanda Rodríguez, quedo maravillado por la limpieza conceptual y la fuerza de sus bordados figurativos. Eat well, Love y Think son piezas bien ejecutadas, con gran cuidado en la línea, de palpitante sobriedad. Me dice que estas son sus primeras obras, pues hace apenas seis meses que aprendió a bordar.

—Estaba estudiando diseño gráfico (soy de Aguascalientes), pero no me gustó mucho la carrera, entonces opté por salirme y trabajar independientemente y hacer mi proyecto. Hace apenas como dos años que empecé a vender lo que hago. Soy muy versátil, quiero aprender de todo un poquito, y creo que eso se va reflejando en mi obra. No tengo referencias, no te podría dar nombres, pero la mayoría de mis piezas salen de libros de todo tipo: me gusta leer de medicina, porque me gusta mucho la anatomía de las cosas, de mecánica, y hace como seis meses empecé a bordar, mandé mi propuesta aquí, y se me ocurrió que podía bordar algo así. Pero también tengo trabajos a tinta, en acuarela, y estaba empezando a hacer escultura, igual cerámica. No me quiero cerrar al hecho de estar sólo en mi zona de confort. Ahorita estoy experimentando con lo que pueda, y si el resultado me agrada, pues obviamente ya me pongo a hacerlo más profesionalmente. Pero fíjate que cuando alguien me dice que tengo que dibujar algo en base a una idea, a un concepto, me resulta difícil. La mayoría de mis ilustraciones nacen de la nada, te lo juro. Hace poquito fui a bucear, entonces para mí fue un mundo nuevo y salí inspirada pero los dibujos no tuvieron nada que ver con eso. Me inspira todo, pero le pongo mi estilo, por así decirlo. De hecho, fue muy gracioso, porque la pieza de los corazones [Love] la hice de camino para acá, en cuatro horas. Venía en el transporte, que se movía mucho, y yo estaba con un amigo diciéndole: No lo voy a terminar, pero entre más presionada estoy, siento que hago un mejor trabajo. El cerebro [Think] se me hace muy personal, porque fue el primero que hice. Quiero piezas limpias, pero que al momento de verlas presenten mil detalles. De hecho, la mayoría de mis series tienen que ver con las personas, el entorno y con los animales. Yo soy vegana y a veces me dicen que algunas de mis obras son violentas porque represento huesos, cráneos, animales muertos o algo así, pero creo que es lo contrario. Por ejemplo hace un tiempo dibujé el cráneo de un caballo, y me puse a leer un libro sobre los caballos, los músculos y todo eso, siento que si conoces más de dónde viene lo que dibujas, se refleja extraordinariamente en tu trabajo.


A successful cat
Por su parte, Carmen Ordoñez realizó algunas ilustraciones en acuarela/acrílico sobre fabriano con elementos tipográficos. Ha elegido tres animales (gato, pulpo y cocodrilo) para lanzarnos mensajes optimistas del tipo Be so good they can’t ignore you. «Son piezas coloridas dentro de la sencillez de una acuarela, que además pueden llamar la atención. Me gusta que el proceso sea orgánico, valoro las imperfecciones y los accidentes afortunados. No hay que tener miedo a experimentar. A veces en el afán de que algo quede perfecto y pulcro, te limitas mucho y no exploras otros caminos.» Le pregunto por los textos, evidentemente felices, y me contesta: «Los copys son literalmente mis deseos de año nuevo: quiero ser una mejor persona, aprender otras cosas, tener mucho éxito, como el gato. Por lo general me gusta integrar la tipografía a la imagen, que el lettering conviva con la ilustración.» En este caso, el equilibrio imagen/texto es evidente.


Postcards For Barbie
Flor de Abril (Chou) está sonriente mientras explica que prácticamente la idea de jugar con los patrones de formas [palomas, bocas sonrientes, rosas y botellas descorchadas] le llevó a concebir las 4 ilustraciones digitales de esta exposición: Amor, Deseos, Paz, prosperidad y Felicidad. Me comenta que al principio recurrió a una lluvia de ideas para delimitar cómo resolvería el concepto propuesto por M18. «De hecho, realicé una pequeña encuesta y estuve preguntándole a varias personas qué es un buen deseo para ti, y en base a las respuestas construí la representación gráfica.»

En el apartado fotográfico, Samantha Castrillón (Yuko San) entrega una serie que sorprende por su insolencia. Dolls retrata a un par de Barbies vivas perfectamente plastificadas en poses de fingida perfección. Por el tono irónico y kitsch, me trae a la mente un relato de A.M. Homes, Una muñeca de carne y hueso. Samantha es muy directa en su explicación: «Pensando como niña, ¿qué es lo que más deseas? Pues una Barbie. Y es un deseo tanto para personas pequeñas como para gente ya adulta. Barbie es un prototipo de perfección femenina: la chica talentosa, guapa, rubia, de ojos azules, etcétera. Desarrollé esta serie en el transcurso de una semana; tuve que trabajar mucho con las modelos para que comprendieran que sus movimientos tenían que ser muy tiesos, ¿no?, y lo lograron bastante bien. Realmente mi trabajo actual tiene que ver más con el arte digital—he colaborado con músicos de otros países para realizar las portadas de sus discos, por ejemplo—, pero en el caso de Dolls la experiencia de trabajar con modelos fue fantástica.»


Un respiro
La tarjeta de José Luis Acosta nos sugiere «Si la vida te da problemas, haz problemada», pero sus ilustraciones digitales, contrario a lo que podría creerse, no son irónicas sino más bien sintéticas y de minuciosa composición. El afamado, El intérprete y El autor forman una tríada muy compacta en la que todo está en su lugar. Se observa un juego iconográfico entre elementos de diseño que remiten a las redes sociales y la presencia de varios pájaros misteriosos. Se trata de un trabajo con una paradójica discreción fascinante, como el trino. Él me dice: «Soy diseñador web de día e ilustro de noche. Entre mis influencias están Mr. Cone—hace un trabajo con vectores que me interesa en particular— pero también me gusta mucho Tarantino, aunque suene medio farol o hipster. Ahorita me propuse el reto de hacer un dibujo de vectores todos los días, y la obra presentada tiene las mismas características gráficas. Este es como un escape a la rutina laboral, un respiro. Las tres piezas simbolizan deseos muy personales: El afamado se refiere al hecho de que más gente vea mi trabajo, que ha tenido buena respuesta en redes como Instagram. El intérprete habla sobre mi interés por la música y la intención de retomarla este año. Y El autor trata sobre el deseo de hacer más cosas, seguir produciendo.»


San Telmo
Enrique Escalante (aka Vagabond) recurre al lettering en un conjunto de trabajos a base de acuarela y grafito. Sus buenos deseos se revelan como ingeniosos copys a través de los cuales manifiesta un sentido del humor desenfadado. Una de las piezas, San Telmo, hace alusión al santo de Holbox—una isla paradisíaca a 6 ½ horas de Mérida— con la sincera petición: Ayúdame a lograr el sueño. Una segunda ilustración, Cerdito centavero, corresponde «al deseo de que económicamente me vaya bien ahora que acabo de salir de la escuela». Carnitas de mi corazón sirve de homenaje al noviazgo del artista, con el deseo de que las cosas continúen por el mismo camino. «Creo que sigo explorando todavía, porque a fin de cuentas nunca terminas de aprender. Sí está bien quedarte con un estilo, pero me gusta esta parte de experimentar con varios. El lettering es una oportunidad de relajación; lo hago en mi tiempo libre, sin que nadie me lo pida. Tomé un curso con Alan Guzmán, que es un maestro para eso. También me interesan propuestas como las de Estudio Yeye, aquí en México, y el arte surreal de Greg Simkins.»


Last movement
Mientras el recinto se llena de murmullos y entusiasmos, me deslizo suavemente hacia la calle, hacia el ruido fantasma de ciertos automóviles y ciertas piedras que me han esperado muchos años, como dijera Huidobro. Me voy pensando que Deseos abre nuevos mundos para entender la escena del diseño en esta región. M18 ha conseguido reunir un grupo de colaboradores intuitivos, que demuestran su oficio hábilmente. Un dream team que sabe hacer interdisciplina, cuya visión no parece haberse dañado aún. Pienso en ello mientras Bill Callahan me dice:

I had to leave the country
Though there was some nice folks there
Now I don't know where I'm going
All I know is I'll hit the ground running

Podría cantar, pero ya sería demasiado.


   Publicado originalmente en Origama [14.01.2015] 


4.1.15

fly me to the moon_entrevista con javier acosta



En Manual del extravío, Javier Acosta contempla la luna desde un paisaje minimalista. El poeta zacatecano nos habla aquí sobre procesos creativos, el influjo de la literatura oriental en sus textos, y las historias ocultas tras el andamiaje verbal de ciertos poemas.

CADA POEMA ES UNA CAJA CHINA 
Creo que al principio escribía más poemas sueltos. Ahora escribo algo así como la poesía encadenada que escribían los poetas orales japoneses. Digamos que cada poema es como una caja china. Cada poema tiene dentro de él otro poema posible. A veces por su tema, a veces por mi estado emocional, a veces por la imagen rectora. Cada poema forma parte de un poemario posible; de la misma manera que cada estrella forma parte de una constelación. La constelación resignifica a la estrella y viceversa. Así que el concepto de poemario —constelación— es tan importante como el concepto de poema —astro. Nos preguntamos cómo debe ser un poema: cuestionamos su concepto. También debemos preguntarnos sobre el concepto de poemario: cuestionarlo y reinventarlo. En el caso del Manual del extravío abordé el enigma personal de la luna, que es uno de los símbolos de la belleza en la estética oriental; también es un símbolo de la eternidad y del amor distante. Digamos que todo estaba servido.



MAGMA CREATIVO  
El proceso primario es muy similar. Anotar una idea, de esas, de las fugitivas; de las que nos vemos con el rabillo de la mente. Anotar esa ocurrencia en la libreta. Siempre tenemos ese tipo de ocurrencias, al leer, al trabajar, al holgazanear: es un magma creativo. Luego opera ese elemento pernicioso que se llama el oficio. El siguiente paso es contra el oficio: transformar esa ocurrencia en algo más espontáneo. Parece una contradicción; pero creo que lo espontáneo casi siempre aparece después; cuando te pones a pelar la cebolla de la intuición inicial. El primer verso surge enlodado por la rutina de los sentimientos y de la razón. La rutina se intenta imponer, a veces lo logra. Hay que estar disponible a la variación, dispuesto a salir del proyecto y de la precomprensión poética.

ARTESANÍA E INTERIORISMO
Demoro mucho tiempo en realizar un libro. Un montón. En dos o tres meses, bajo la fiebre creativa, escribo el conjunto general y ya está —o parece que ya está— todo dicho. Luego viene la artesanía y el interiorismo; pelar la cebolla. Corrijo y corrijo, quito y añado poemas. Renuncio a ciertos contenidos —por ejemplo a esos poemas que parecen buenos pero que no encajan en el conjunto o lo redundan. Suelo replantearme el orden de los poemas, la estructura del libro. Creo que en promedio me tardo entre tres y cinco años para dar por agotado el trabajo en un libro. 

MI DIARIO SIEMPRE ESTÁ AHÍ 
Habitualmente trabajo en dos o tres libros a la vez. Escribí al mismo tiempo Cuadernillo del viento y Largo viaje al presente; Libro del abandono y Manual del extravío; los comencé en el 2008, más o menos; el Manual lo terminé casi tres años después. El Libro del abandono está entresacado de mi diario —mi  diario siempre está ahí, como telón de fondo de todo lo que escribo. Escribí el Largo viaje al presente mientras redactaba las conclusiones de mi tesis de doctorado; al capítulo de las conclusiones lo titulé “Largo viaje al ahora”; el ensayo iba alimentando a la poesía y viceversa —ahora que están en boga las escrituras híbridas, quizá pueda publicar ambos textos en un solo volumen.  



LA FORMA ENGENDRA CONTENIDOS 
Octavio Paz dice en El arco y la lira que en el arte la forma engendra contenidos. Uno de mis dogmas es que sin una forma adecuada el sentido del poema no emerge adecuadamente. Ahora, no sé cómo se resuelve el equilibrio, creo que en cada poema se resuelve de manera diversa. Cada poema postula su propia regla; es de las cosas que más discuto con mis compañeros del taller de poesía. Cada poema propone su propia regla: las partes proponen el todo y el todo a las partes. Esto pasa también cuando trabajamos con formas establecidas, como el haiku. Las diecisiete sílabas son sólo un referente, una dificultad a vencer, el haiku puede tener el doble o la mitad de las sílabas normativas. Pero siempre es un número preciso de sílabas, tanto en el verso libre como en el medido.

EL POEMA ES PENSAMIENTO 
En este punto sigo la recomendación de Borges: hay que ver a la filosofía como una obra de ficción, es la mejor manera de sacarle provecho. El problema con la filosofía y con la poesía es el mismo: corren el riesgo de convertirse en meros ejercicios académicos. El poema es pensamiento, en un sentido fuerte y arcaico. Habría que practicar la filosofía desde un punto de vista poético: es decir concreto. Bachelard advierte algo de gran importancia: el poema es metafísica concreta. Habría que practicar la poesía como expresión de un saber que viene desde lo sensible, es decir, desde el fondo de la experiencia humana; del roce con lo mundano.

ORIENTE 
Desde niño sentí la fascinación por Oriente y sus misterios. En mi adolescencia comencé a practicar yoga, me hice vegetariano por razones budistas —abandoné el vegetarianismo por razones taoístas—; leí, sin comprender, El libro tibetano de los muertos y el Siddhartha de Hesse. Pronto fui alcanzado por el rayo del haiku y de los poetas de la dinastía Tang. Una de mis mejores amigas es sinóloga, ella me acercó a la obra de François Jullien y François Cheng: son la mejor introducción a una estética y pensamiento muy diferentes al nuestro: nos muestran la importancia y el sentido de lo insípido y del vacío, frente a la inclinación por lo sabroso y lo lleno de nuestras tendencias occidentales. La cereza del pastel la habían puesto desde antes Schopenhauer y Borges: me abrieron la puerta a ese otro universo, a la visión no dualista de la realidad que es el ápice de la cosmovisión oriental y de la poesía. Intento practicar el arte de la brevedad y de la alusión que nos enseña Oriente y el juego con lo insípido que tiene una profundidad oceánica: desde la atenuación del peligroso yo lírico hasta la prevención contra los efectismos, es decir, contra la impostación y los juegos de artificio en la poesía.    



POEMAS COMENTADOS DE MANUAL DEL EXTRAVÍO  
El poema que abre el libro:

Bajo su luz, sin dirección, camino,
nada más ella tiene un rumbo a seguir en esta madrugada.
Va tras de mí la luna llena.

De niño me perdí; tenía como seis años. Salí de clases de dibujo y me subí en el camión equivocado. Se me hizo de noche. No sabía por dónde llegar a mi casa. Había luna llena. Me seguía, aunque yo no supiera a dónde ir. Pude llegar a mi casa sin saber bien cómo, acompañado por la luna. Bueno, pues el resto de mi biografía ha ido por ahí, siempre he andado perdido, siempre de noche, pero bajo la luna. El poema lo escribí en mi teléfono, mientras paseaba a mi perro, bien entrada la noche.

El poema 8:

Bajo tu luz
nada que no esté vivo se ilumina.

Bajo tu luz
lo amargo es dulce

por primera vez.

[ ¿O es que ahí lo amargo / halla su justa medida / y la belleza ocurre en su vez inicial, en su naciente desaparición? ]

La luz de luna es como la poesía, según creían los chinos, eso de que la poesía es el arte de distinguir las cosas vivas de las muertas. El segundo verso contiene una referencia al famoso aforismo nietzscheano: “Todo lo dulce fue amargo alguna vez.” El texto entre paréntesis pregunta por la no dualidad de lo dulce y lo amargo. Es amargo perderse, pero el imperio de la luna sobre la noche revela la belleza aún del extravío. El extravío es la condición humana, también la escritura: ese “camino que no lleva a ninguna parte”, según André Breton. Hay una referencia en este poema al japonés Onitsura: “Mi vida fue un delirio/ hasta esta noche/ iluminada por la luna.” Es el epígrafe no escrito de todo el Manual. Creo que Georges Bataille escribió que la poesía es el arte de transformar la angustia en delicia; algo así, pero prefiero a Nietzsche y a Onitsura. Tiene algo de belleza eso de andar siempre perdido en este mundo. Bajo la adecuada luz, tiene algo de dulzura todo lo que aún sigue siendo amargo.

Otra miniatura para comentar:

9
Si no tuvieras labios
o pechos
o cabellos,
serías la luna,
por eso es que te amo,
lu (na
de labios
pechos
y cabellos,
por eso es que te amo,
lu) na.

Debido a mi astigmatismo, no veo un conejo en la luna; veo la cara de una mujer muy parecida a la Gioconda, de Leonardo. La luna es un objeto erótico, no (sólo) espiritual; yo también. Como la Gioconda, el alma o la bruja, la luna es el eterno femenino. En español la luna está sexuada. Ella es la luna, yo soy lo más parecido a un perro que le aúlla. La luna es nuestra viuda que viene a consolarnos. Esa mujer que nos visita en sueños y que nos ama con piel y besos en la boca y que nos perdona todas nuestras barrabasadas. Esa presencia habita nuestro inconsciente y sin embargo es tan distante como —ahora— esa mujer a la que hemos perdido y ya no habrá de perdonarnos. Quizá aparece aquí el Romancero de García Lorca, donde hay esa luna con pechos de duro estaño, que es uno de mis poemas favoritos.

RENOVAR LA FORMA  
La experimentación formal es importante. Cada poema, así sea un soneto —o un haiku— es experimental cuando es un buen poema: cuando sentimos al leerlo y al escribirlo que la forma establecida ha sido renovada. A veces se hace el experimento haciendo un poema sin palabras o un terceto sólo con verbos, a veces introduciendo sutiles variaciones en las formas tradicionales. Ahora, la experimentación como fin en sí mismo puede ser una manera de falsificar el poema; convertirlo en mero fuego de artificio.



UNA LÍNEA CLARA Y EVIDENTE 
Quiero pensar que está ahí; pero no sé cuál es. Sé que al final el mapa de mi extravío dibujará mi rostro, mi animus —o el de mi padre, o el de mi hijo, o el del anciano sabio—; o el semblante de mi ánima —la luna, mi madre, mi viuda— o lo creará; todavía no me es visible. También he querido descubrir en mi trayecto un ir y venir por los elementos: el agua (Melodía de la i, Regla de tres), el aire (Cuadernillo del viento, Allen tómate una tableta de eucalipto), la tierra (Largo viaje al presente, Libro del abandono); todos son módulos de la ignorancia y el eros, están presididos por una mujer (la luna del Manual del extravío) y un animal (13 poemas al oído del perro), misteriosos, únicos y múltiples.

MOON RIVER 
Ahora se ha acrecentado la inseguridad, la sensación de enfrentamiento en lo desconocido. Antes tenía cierta idea de cómo se hacía un poema, ahora no. A veces simplemente me siento ahí, en mi silencio, con las orejas de burro que me ha puesto la vida, frente a la imposible tarea de hacer un poema.



Manual del extravío. Javier Acosta. Mantis Editores – Luis Armenta Malpica / Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde", primera edición, 2014.

Imágenes:
Ultraman and Ultraman Zero flying Mothra and King Ghidorah as kites, Chet Phillips
Boy viewing Mount Fuji, Hokusai 
Panorama of the eight views of Kanazawa under a full moon, Hiroshige Maizuru
Harbor at night, Tsuchiya Koitsu 
Moon rising at Nokizaki, Shotei (Hiroaki)