Deseos es la segunda exposición colectiva
organizada por Sergio González + Abby Méndez, a cargo del proyecto M18. En esta
ocasión, 8 artistas emergentes presentaron propuestas de ilustración, fotografía
y lettering: una eclosión de talento joven en la zona sureste de México.
Preludio
M18 [www.m18.mx]
se perfila como uno de los sitios clave para entender el diseño y sus
interrelaciones con otras disciplinas creativas. «Buscamos personas que hagan
cosas diferentes», me explica Sergio González en medio de un mar de voces el
día de la inauguración [10.01.2015]. «La idea original es promover a los
artistas por medio de talleres, conferencias y eventos como la exposición Deseos.
El producto básico de M18 son los talleres; organizamos de 3 a 4 mensualmente,
y cada mes hay talleres diferentes. Todos están enfocados a desarrollar la
creatividad, aunque varios tienen como base el diseño gráfico. En general, la
cultura del diseño está creciendo en Mérida, y me parece que se está ejecutando
bastante bien.»
La muestra
reúne a 8 artistas que presentan su trabajo en pequeños formatos, partiendo de
una premisa múltiple: los buenos deseos de año nuevo. Cada uno ha recorrido su
propio imaginario para expresar en unas cuantas piezas este concepto. El método
me hace recordar la forma de trabajo de las agencias publicitarias, donde el brainstorming y el peloteo de ideas son habituales.
Sin embargo, estos chicos han tenido absoluta libertad durante la elaboración
de su obra, con resultados elocuentes.
Los palacios y el yin-yang
La
museografía está cuidada al mínimo detalle, y el espacio luce iluminado
adecuadamente para que los elementos dispuestos se aprecien sin problema. Pero
hay muchísimas personas. Docenas de ojos se concentran en distintos rincones de
la casa (es un espacio de dimensiones domésticas), y uno puede arrojarse al murmullo
ininterrumpido de las conversaciones. En ese bosque de palabras con vida propia
encuentro la serie fotográfica de Pamela Monsreal, Palacios modernos.
«La
arquitectura actual se ha olvidado de tener personalidad, es insípida—me
explica. Muros blancos, piedra de Ticul, ciertos elementos que nos permiten ver
que todas las viviendas son iguales. Son como las de Infonavit, pero en versión
cara. Por otro lado, la mayoría de las casas que fotografío—pertenecientes a un
estilo funcionalista, moderno, del siglo XX—se están destruyendo por la falta
de conservación. Y esto es un llamado a tener conciencia de nuestro pasado.»
Pamela dice
algo cierto. Una de las problemáticas más complejas en esta zona de país es la
dicotomía tradición/ruptura. Los jóvenes, en sus actitudes neoconservadoras o sus
intentos de abolir el status quo,
forman parte de la misma dinámica, que también se manifiesta en las expresiones
culturales. Mérida es un yin-yang.
Llorar menos
Sigo mi
recorrido. Las tres acuarelas de Ana Paulina Farah—Claridad, Llorar menos y
una Sin título con una pareja de
niños gemelos—son sumamente expresivas, de intenciones minimalistas. «Me
interesa transmitir cierta vulnerabilidad emocional y que sólo haya un elemento
que llame la atención, sin otros accesorios. Yo crecí viendo animé, pero
últimamente (y en estas piezas se refleja mucho) he revisado el trabajo de una
ilustradora estadounidense llamada Eleanor Davis. Tiene dibujos muy sencillos
con gouache, pero lo que más admiro de ella—aparte de su técnica preciosa—es
que tiene una humanidad a veces inquietante. Además es una artista con
problemas de depresión, y me gusta de idea de hacer algo que refleje
exactamente lo que estaba sintiendo.» ¿Por
qué elegir estos temas?, le pregunto. «Pues porque son emociones que están
presentes. Yo creo que en vez de rechazarlas y clasificarlas automáticamente
como malas, lo mejor que se puede hacer es aliviarlas a través de la
ilustración.»
Luego, tras
un silencio extraño, Paulina me explica: «Sin embargo no todo es triste en mi
obra. Por ejemplo, esta pieza del niño y la niña con las manos entrelazadas es
un tributo a la intimidad que puedes sentir con alguien. Estoy rodeada de gente
que me quiere, tengo una buena vida, tengo buenos amigos, pero hay ciertos
elementos que proceso así.»
Belleza quirúrgica
Mientras
entrevisto a Fernanda Rodríguez, quedo maravillado por la limpieza conceptual y
la fuerza de sus bordados figurativos. Eat
well, Love y Think son piezas bien ejecutadas, con gran cuidado en la línea, de
palpitante sobriedad. Me dice que estas son sus primeras obras, pues hace
apenas seis meses que aprendió a bordar.
—Estaba estudiando
diseño gráfico (soy de Aguascalientes), pero no me gustó mucho la carrera,
entonces opté por salirme y trabajar independientemente y hacer mi proyecto.
Hace apenas como dos años que empecé a vender lo que hago. Soy muy versátil,
quiero aprender de todo un poquito, y creo que eso se va reflejando en mi obra.
No tengo referencias, no te podría dar nombres, pero la mayoría de mis piezas
salen de libros de todo tipo: me gusta leer de medicina, porque me gusta mucho
la anatomía de las cosas, de mecánica, y hace como seis meses empecé a bordar,
mandé mi propuesta aquí, y se me ocurrió que podía bordar algo así. Pero
también tengo trabajos a tinta, en acuarela, y estaba empezando a hacer
escultura, igual cerámica. No me quiero cerrar al hecho de estar sólo en mi
zona de confort. Ahorita estoy experimentando con lo que pueda, y si el
resultado me agrada, pues obviamente ya me pongo a hacerlo más
profesionalmente. Pero fíjate que cuando alguien me dice que tengo que dibujar
algo en base a una idea, a un concepto, me resulta difícil. La mayoría de mis
ilustraciones nacen de la nada, te lo juro. Hace poquito fui a bucear, entonces
para mí fue un mundo nuevo y salí inspirada pero los dibujos no tuvieron nada
que ver con eso. Me inspira todo, pero le pongo mi estilo, por así decirlo. De
hecho, fue muy gracioso, porque la pieza de los corazones [Love] la hice de camino para acá, en cuatro horas. Venía en el
transporte, que se movía mucho, y yo estaba con un amigo diciéndole: No lo voy a terminar, pero entre más
presionada estoy, siento que hago un mejor trabajo. El cerebro [Think] se me hace muy personal, porque
fue el primero que hice. Quiero piezas limpias, pero que al momento de verlas presenten
mil detalles. De hecho, la mayoría de mis series tienen que ver con las
personas, el entorno y con los animales. Yo soy vegana y a veces me dicen que
algunas de mis obras son violentas porque represento huesos, cráneos, animales
muertos o algo así, pero creo que es lo contrario. Por ejemplo hace un tiempo
dibujé el cráneo de un caballo, y me puse a leer un libro sobre los caballos,
los músculos y todo eso, siento que si conoces más de dónde viene lo que
dibujas, se refleja extraordinariamente en tu trabajo.
A successful cat
Por su
parte, Carmen Ordoñez realizó algunas ilustraciones en acuarela/acrílico sobre
fabriano con elementos tipográficos. Ha elegido tres animales (gato, pulpo y cocodrilo)
para lanzarnos mensajes optimistas del tipo Be
so good they can’t ignore you. «Son piezas coloridas dentro de la sencillez
de una acuarela, que además pueden llamar la atención. Me gusta que el proceso
sea orgánico, valoro las imperfecciones y los accidentes afortunados. No hay
que tener miedo a experimentar. A veces en el afán de que algo quede perfecto y
pulcro, te limitas mucho y no exploras otros caminos.» Le pregunto por los
textos, evidentemente felices, y me
contesta: «Los copys son literalmente mis deseos de año nuevo: quiero ser una
mejor persona, aprender otras cosas, tener mucho éxito, como el gato. Por lo
general me gusta integrar la tipografía a la imagen, que el lettering conviva
con la ilustración.» En este caso, el equilibrio imagen/texto es evidente.
Postcards For Barbie
Flor de
Abril (Chou) está sonriente mientras explica que prácticamente la idea de jugar
con los patrones de formas [palomas, bocas sonrientes, rosas y botellas
descorchadas] le llevó a concebir las 4 ilustraciones digitales de esta
exposición: Amor, Deseos, Paz, prosperidad y Felicidad.
Me comenta que al principio recurrió a una lluvia de ideas para delimitar cómo
resolvería el concepto propuesto por M18. «De hecho, realicé una pequeña
encuesta y estuve preguntándole a varias personas qué es un buen deseo para ti, y en base a las respuestas construí
la representación gráfica.»
En el
apartado fotográfico, Samantha Castrillón (Yuko San) entrega una serie que sorprende
por su insolencia. Dolls retrata a un
par de Barbies vivas perfectamente plastificadas en poses de fingida
perfección. Por el tono irónico y kitsch, me trae a la mente un relato de A.M.
Homes, Una muñeca de carne y hueso. Samantha
es muy directa en su explicación: «Pensando como niña, ¿qué es lo que más
deseas? Pues una Barbie. Y es un deseo tanto para personas pequeñas como para
gente ya adulta. Barbie es un prototipo de perfección femenina: la chica
talentosa, guapa, rubia, de ojos azules, etcétera. Desarrollé esta serie en el
transcurso de una semana; tuve que trabajar mucho con las modelos para que
comprendieran que sus movimientos tenían que ser muy tiesos, ¿no?, y lo
lograron bastante bien. Realmente mi trabajo actual tiene que ver más con el arte
digital—he colaborado con músicos de otros países para realizar las portadas de
sus discos, por ejemplo—, pero en el caso de Dolls la experiencia de trabajar con modelos fue fantástica.»
Un respiro
La tarjeta
de José Luis Acosta nos sugiere «Si la
vida te da problemas, haz problemada», pero sus ilustraciones digitales,
contrario a lo que podría creerse, no son irónicas sino más bien sintéticas y de
minuciosa composición. El afamado, El intérprete y El autor forman una tríada muy compacta en la que todo está en su
lugar. Se observa un juego iconográfico entre elementos de diseño que remiten a
las redes sociales y la presencia de varios pájaros misteriosos. Se trata de un
trabajo con una paradójica discreción fascinante, como el trino. Él me dice: «Soy
diseñador web de día e ilustro de noche. Entre mis influencias están Mr. Cone—hace
un trabajo con vectores que me interesa en particular— pero también me gusta
mucho Tarantino, aunque suene medio farol o hipster. Ahorita me propuse el reto
de hacer un dibujo de vectores todos los días, y la obra presentada tiene las
mismas características gráficas. Este es como un escape a la rutina laboral, un
respiro. Las tres piezas simbolizan deseos muy personales: El afamado se refiere al hecho de que más gente vea mi trabajo, que
ha tenido buena respuesta en redes como Instagram. El intérprete habla sobre mi interés por la música y la intención
de retomarla este año. Y El autor trata
sobre el deseo de hacer más cosas, seguir produciendo.»
San Telmo
Enrique
Escalante (aka Vagabond) recurre al lettering en un conjunto de trabajos a base
de acuarela y grafito. Sus buenos deseos se revelan como ingeniosos copys a
través de los cuales manifiesta un sentido del humor desenfadado. Una de las
piezas, San Telmo, hace alusión al
santo de Holbox—una isla paradisíaca a 6 ½ horas de Mérida— con la sincera
petición: Ayúdame a lograr el sueño.
Una segunda ilustración, Cerdito
centavero, corresponde «al deseo de que económicamente me vaya bien ahora
que acabo de salir de la escuela». Carnitas
de mi corazón sirve de homenaje al noviazgo del artista, con el deseo de
que las cosas continúen por el mismo camino. «Creo que sigo explorando todavía,
porque a fin de cuentas nunca terminas de aprender. Sí está bien quedarte con
un estilo, pero me gusta esta parte de experimentar con varios. El lettering es
una oportunidad de relajación; lo hago en mi tiempo libre, sin que nadie me lo
pida. Tomé un curso con Alan Guzmán, que es un maestro para eso. También me
interesan propuestas como las de Estudio Yeye, aquí en México, y el arte
surreal de Greg Simkins.»
Last movement
Mientras el
recinto se llena de murmullos y entusiasmos, me deslizo suavemente hacia la
calle, hacia el ruido fantasma de ciertos automóviles y ciertas piedras que me
han esperado muchos años, como dijera Huidobro. Me voy pensando que Deseos abre nuevos mundos para entender
la escena del diseño en esta región. M18 ha conseguido reunir un grupo de
colaboradores intuitivos, que demuestran su oficio hábilmente. Un dream team que sabe hacer
interdisciplina, cuya visión no parece haberse dañado aún. Pienso en ello
mientras Bill Callahan me dice:
I had
to leave the country
Though
there was some nice folks there
Now I don't know where I'm going
All I know is I'll hit the ground running
Podría
cantar, pero ya sería demasiado.