28.8.16

una historia de bragas y ninjas


Love Exposure exhibe frontalmente los complejos generacionales y el fanatismo religioso en Japón.

Mi familia se fue de vacaciones a Cancún, y me quedé solo en casa. No había ningún obstáculo de por medio. Era sencillo armar una fiesta. Bastaba con hacer las llamadas oportunas, comprar cerveza, el cuento de siempre. Otra opción hubiera sido salir, beber fuera, emborracharme en la calle, y llorar. Sin embargo mi intuición apuntaba hacia otras direcciones. Paralelamente, debido a que la computadora estaba llenísima de datos, resolví depurarla y conservar las mejores películas, series y videos impropios. Es un principio básico, darwiniano: la ley del más fuerte se impone. Limpié mis discos duros, y al trasladar los archivos, volví a colisionar con una película del genial Sion Sono, que había reservado, como un merlot, para momentos especiales. Una historia de ninjas, bragas y religión que se extiende por 4 horas, sin cortes comerciales ni vanos intermedios. Adrenalínica, tarantinesca, barroca. Un meteorito.
Love Exposure (2008) pertenece a la trilogía del odio del iconoclasta director japonés. Le seguirán Cold Fish (2010) y Guilty Of Romance (2011). Si algo caracteriza la obra de este enfant terrible es su absoluta libertad creativa, a la par de un fuerte contenido crítico hacia la cultura oriental y sus complejos generacionales. En términos psicoanalíticos, su discurso sería una mezcla de Lacan, Foucault y  Žižek. Un hijo pródigo de la teoría queer y el hentai. Un friki hecho y derecho. La historia inicia con una epifanía: Yu Honda (Takahiro Nishijima) explica que su madre, antes de morir, le pidió que encontrase a una chica como la Virgen María. El padre (Atsuro Watabe), un devoto sacerdote católico, se enrola con Kaori (Makiko Watanabe), mujer extremadamente carnal y caprichosa. Del conflicto religioso derivan las acciones futuras de ambos y el curso apoteósico de la trama: una montaña rusa de surrealismo, erecciones y chorros de sangre.

Con la ayuda de sus amigos, Yu se convertirá en un fotógrafo de braguitas, conocerá a Yoko (Hikari Mitsushima), la chica de sus fantasías religiosas, y se involucrará en los retorcidos planes de la Iglesia Zero, una secta comandada por la psicótica Aya Koike (Sakura Ando). Contado en breve, el argumento suena como una broma lisérgica, pero la orgía de parafilias, manipulaciones y artes marciales que veremos no deja lugar a dudas: Sono pone toda la carne en el asador, juega con sus dados más mortíferos, y consigue enganchar a un público sediento de emociones borderline. Su estilo puede ser repulsivo, degenerado y chocante—en esto, recuerda los excesos poéticos de Arturo Ripstein y las extravagancias de Álex de la Iglesia. No obstante, la dosis de violencia suministrada tiene un firme propósito de activar las neuronas, repeler cualquier modalidad de fanatismo y devolvernos un reflejo que se ha deformado gracias a nuestra propia miopía interior. 

Lo más notorio, sin duda, es la deliciosa banda sonora, canallesca y repetitiva, como un riff de guitarra en un sermón dominical. Y la secuencia de Yoko recitando el pasaje íntegro de Corintios 13. Háganse un favor: véanla. 



El amor es paciente, es bondadoso.


Love Exposure. Sion Sono. Third Window Films, 2008.


24.8.16

juan pablo delgado berman_memorias imaginarias


Con un particular uso del acrílico y las acuarelas, el fotógrafo Juan Pablo Delgado Berman (Mérida, Yucatán, 1982) integra un collage de memorias en esta serie realizada durante sus viajes a Canadá, Alemania y Serbia.


Retos
Como artista visual, los desafíos dependen mucho del ángulo desde el cual se observen. Desafortunadamente, en el sureste mexicano las artes visuales son consideradas aún por una mayoría como una curiosidad o afición, y no como una actividad que invite a un proceso reflexivo. Podría decir que, principalmente, existen dos retos para nosotros: ser tomados en serio por una gran parte de la sociedad como agentes reflexivos, y dejar la zona cómoda creada desde los núcleos artísticos. Es necesario tomar riesgos tanto intelectuales como en el oficio. Abrirnos a otros códigos.

Memorias imaginarias 
Para este proyecto, descarté la idea de presentar solo estampas fotográficas. En vez de ello, aposté por una suerte de registro de lugares, personas, objetos y situaciones que podrían pertenecer a cualquiera. De ahí las imágenes saturadas de luz y las tomadas con rollos caducos; además, por supuesto, de la intervención con acrílico, acuarela y objetos como pedazos de madera u hojas.
Creé un collage de memorias a partir de la fotografía. Un cuerpo de trabajo que está, de alguna forma, en el subconsciente de todos.  Fue un ejercicio muy intuitivo.





Obra visual
Me he desarrollado prácticamente en la fotografía digital, aunque en los últimos proyectos utilizo con mayor frecuencia cámaras análogas y rollos expirados. En Zapping, invito a la reflexión sobre el lugar que se le otorga a la TV en nuestra sociedad, aunque la TV ha sido sustituida poco a poco por celulares o tabletas. En Reflexiones, invito a responder preguntas sobre quiénes somos, qué hemos hecho con nuestro espacio, hacia dónde vamos, mismo tema para la serie Ah-Kim Pech (PECDA 2010), aunque más enfocado a Campeche. Paisajismo Contemporáneo aborda la cuestión ambiental, lo mismo que Intima Natura (PECDA 2013). La naturaleza es una constante.

Influencias
De los autores que me han marcado de forma significativa podría mencionar a cineastas como Andrei Tarkovsky e Ingmar Bergman. Sonará como  un cliché, pero me nutren la vida y las experiencias en general, las historias. Me gusta trabajar con los temas de la naturaleza, la identidad y, desde hace unos años, con el de la memoria y el tiempo. En el apartado literario, me atraen figuras como Borges y Bolaño. También escucho música de Bach, Mozart, Schumann y algo de jazz: Miles Davis, Don Cherry, John Coltrane. Y, por supuesto, Chico Che.
  




Tendencias
La tendencia es consumir lo más que puedas pero sin que te exija mucho, porque si lo hace, no tendrás tiempo de consumir más y te quedarás rezagado dentro de ese cadena o círculo vicioso de consumismo artístico-cultural.
Por otro lado, en cuanto a las temáticas, cada vez veo más el presente como un vestigio arqueológico, un espacio de ruina autoconstruida. La documentación y los proyectos referentes al tema me parecen interesantes y no, no me refiero a las fotos de puertas y casas abandonadas que se caen de viejas, que vemos en Facebook o Instagram todo el tiempo.

Saturación de imágenes
Este fenómeno es inevitable. Las imágenes siempre han estado ahí, solo que ahora los medios para consumirlas y generarlas son accesibles para una mayoría. Sin embargo, que estemos rodeados de imágenes no significa que sean buenas, que las entendamos o sepamos leerlas. Pero fijar un criterio único sería un acto violento, por no decir fascista.
En definitiva, necesitamos interactuar con diversas disciplinas. Pienso que también sería muy importante una formación temprana en las ciencias de la comunicación. No podemos aspirar a nada si no podemos siquiera comunicarnos de manera correcta.




Memorias Imaginarias consta de 24 fotografías a color y b/n tomadas con película de 35 mm y cámara digital en lugares como Canadá, Alemania y Serbia. Estas imágenes no son únicamente pequeñas historias sino también piezas de un rompecabezas en el cual el espectador se transforma en un participante activo de la Historia imaginaria.

El artista combina la imagen fotografiada con una variedad de intervenciones, algunas de ellas pictóricas y otras puramente fotográficas, creando un lenguaje visual de momentos fragmentados. Cada imagen es creada con su propio y distintivo paisaje emocional a través de cambios hecho en el color, rango tonal y profundidad.

Memorias Imaginarias nos lleva a una visión mucho más compleja: brinda un sentido de conectividad, belleza, introspección y narrativa poética de la imaginación humana.

Marija Konjikušić



MEMORIAS IMAGINARIAS
Edición de textos: Christian Núñez
Todas las imágenes: Cortesía JP Delgado Berman
Memorias imaginarias (13), Sarah y los niños, fotografía digital.
El campo de cielo verde, 35 mm, intervención con acrílico s/papel fotográfico, 10x15 cm.
Belgrado en rojo, 35 mm, intervención con acrílico s/papel fotográfico, 10x15 cm.
La ventana, 35 mm, intervención con acrílico s/papel fotográfico, 10x15 cm.
El campo con cielo rojo, 35 mm, intervención con acrílico s/papel fotográfico, 10x15 cm.
El perro, 35 mm, intervención con acrílico s/papel fotográfico, 15x21 cm.
El río, 35 mm, intervención con acuarela s/fotocopia, 10x15 cm.
Der Gott, El Dios (tríptico), 35 mm, intervención con acrílico, hojas y madera s/papel fotográfico.



6.8.16

el fenómeno ghibli


Los años pasan, y Studio Ghibli sigue cautivando nuevas audiencias.

Las imágenes introductorias de Nausicaä del Valle del Viento (1984) y los créditos finales de Se levanta el viento (2013) pertenecen al paraíso perdido que Hayao Miyazaki construyó a lo largo de casi tres décadas. El primer largometraje detonó la apertura de Studio Ghibli; el segundo anunció el retiro del director japonés. El resto es historia. O más bien, una veintena de historias que iluminan el inconsciente colectivo y siguen cautivando nuevas audiencias. Miyazaki-san e Isao Takahata—autor de La tumba de las luciérnagas (1988), un áspero drama bélico—crearon un biombo de fantasías nostálgicas, donde las niñas tienen roles centrales y los paisajes surrealistas alimentan vuelos entre nubes. Un catálogo de asombros que ocultan reflexiones sobre la condición humana, el ciclo de la vida y la riqueza de nuestro mundo interior. 
Lo mismo que Nintendo con la saga de Zelda, Miyazaki introduce en sus animaciones algunos temas recurrentes y valores tradicionales del budismo y el sintoísmo. En obras como El castillo en el cielo (1986), Mi vecino Totoro (1988), La princesa Mononoke (1997) y El viaje de Chihiro (2001) la posibilidad de la fantasía es ilimitada, el mundo espiritual se hace visible a las personas de corazón transparente y el respeto a la naturaleza adquiere un carácter sagrado. Los chicos de Miyazaki mantienen su integridad en todo momento; son intuitivos y empáticos, y suelen ver más allá de sus narices. En El castillo en el cielo (1986), Sheeta le pide a Pazu: Ayúdame a reavivar la luz, en su intento por recuperar un pasado radiante. Algo similar ocurre cuando Jiro recibe las visitas de Caproni, quien lo anima a perfeccionar sus bocetos de aviones, a pesar de que serán destruidos en combates aéreos. 
El influjo de Miyazaki se manifiesta en íconos del anime como Hideaki Anno, quien trabajó en Ghibli durante la realización de Nausicaä y La tumba de las luciérnagas. El creador de Evangelion, quien da voz a Jiro en el audio original de Se levanta el viento, es un antiguo colega del maestro japonés. El documental The Kingdom of Dreams and Madness (2013), de Mami Sunada, registra las relaciones laborales, los ondulantes procesos creativos y la afición de Miyazaki por el tabaco. Un material conveniente para entender el Fenómeno Ghibli en su justa dimensión.



Los adultos no deberían imponer su visión del mundo en los niños.

Hayao Miyazaki

Publicado originalmente en  FAHRENHEITº Magazine [04.08.2016]


las musas hermafroditas


Esta es la historia de Calíope, un personaje intersexual de vocación homérica.


Musas, ¿están ahí? Respondan por favor. En Middlesex, Jeffrey Eugenides (Estados Unidos, 1960) ensambla varios conceptos como un puzzle narrativo. De entrada, el gancho para un lector curioso es la condición hermafrodita de la protagonista, Calíope Helen Stephanides, quien vive como niña hasta la adolescencia y luego se convierte en Cal a secas. «Nací dos veces: Fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974. (…) Como Tiresias, primero fui una cosa y luego otra.»

Ya que la literatura no abunda en personajes de esta naturaleza—el Orlando de Virginia Woolf; el citado Tiresias de Las metamorfosis de Ovidio; Herculine Barbin, que en sentido estricto no es un personaje sino un caso clínico analizado por Michel Foucault—, la odisea de Cal trata sobre un hermafrodita de carne y hueso, menos metáfora y más realidad. Y así, lo que unos llaman incesto, pero otros le dicen familia endogámica, es el detonante para una historia de magnitud épica, que no escatima en referencias a Minotauro y Quimera, aterriza en la Detroit de Henry Ford, viaja después a Berlín y le rinde homenaje a Fankz Kafka.

Desde el plano narrativo, el autor resuelve las dificultades adoptando una voz omnisciente, que se pasea por los jardines del espacio/tiempo para contar sus orígenes mundanos. Sin embargo, la aventura no solo es de carácter épico, sino genético, histórico y generacional. Es al mismo tiempo una novela de iniciación, una saga familiar con ecos a Hijos de la medianoche de Salman Rushdie, y un bestseller que obtuvo el Pulitzer en 2003. Eugenides se propuso crear la ambiciosa gran novela americana y, de paso, describir fielmente las emociones y anatomía de una persona intersexual.

«Se trata de un libro que, al igual que su narrador hermafrodita, fue escrito para ser un híbrido—explica el autor de Las vírgenes suicidas. Es en parte una epopeya en tercera persona, pero también un relato sobre la llegada a la edad-de-la-razón narrada en primera persona. Quise que Middlesex fuese un tipo de novela genómica. No obstante, quise hacer esto sin perjudicar el relato ni ser demasiado modernista o posmodernista. No quería que este tipo de preocupaciones, en suma académicas, pasaran a ser el relato: quería que apenas lo sustentaran.» Como sea, estamos ante un título más que recomendable. ¿O no, Musas?



Nací dos veces.

Middlesex (2003), Jeffrey Eugenides. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Anagrama, Barcelona.

Publicado originalmente en  FAHRENHEITº Magazine [03.08.2016]