junio 12, 2025

madredeus_mística sonora

 

Os dias da Madredeus: la saudade en estado puro.


 

Madredeus, agrupación portuguesa conformada en 1985 por Teresa Salgueiro (voz), Pedro Ayres Magalhães (guitarra clásica), Rodrigo Leão (sintetizadores), Fernando Judice (guitarra acústica), Gabriel Gomes (acordeón) y Francisco Ribeiro (violonchelo), editó en 1988 su primer álbum, el entrañable Os dias da Madredeus, con una acuarela azul en la portada (de José Alexandre Magalhães) y un tamborcito en la parte de atrás.


Camaradas espirituales de Fernando Pessoa, los músicos grabaron un álbum de belleza clásica. Imposible no sucumbir al éxtasis de su sonido. Melancolía, introspección, desánimo y soledad forman el repertorio musical del Os dias. En el booklet, Rodrigo Leão calificó esta ópera prima como una victoria sobre la materia. Con el paso de los años, el grupo ha relativizado su música, su sonido ya es muy distinto y parecen haber olvidado la dignidad de aquellas primeras grabaciones (Existir, de 1990; Lisboa, un concierto en dos discos, 1992; el excelente O espiritu da paz, 1994; y Ainda, 1995, soundtrack de la película Lisbon History, de Wim Wenders).


Antes de anunciar su separación en el 2007, la ex-vocalista Teresa Salgueiro dijo en una entrevista que ellos no hacían fado y tampoco reinterpretaban el género. «El fado es una música tradicional, todas nuestras canciones son originales», comentaba. Fuera de eso, suenan a fado, género que se popularizó con Amália Rodrigues, una de las voces fundamentales del repertorio (Fado Amalia, esa joya). Acerca del nombre que los identifica, viene porque en sus inicios ensayaban dentro del Teatro Ibérico, que antes había sido una antigua iglesia, el Convento de Madredeus.  


En el Os dias, la saudade se siente con mayor ahínco al oír piezas como As montanhasA sombraA vaca do fogoA penínsulaA cantiga do campo y Amanhá. La culpa la tiene el acordeón. Trazar un paralelismo entre la música de Madredeus y las composiciones de Astor Piazzolla resulta pertinente, no tanto por el sonido, sino por la ruta estética. El sentimiento de frustración por lo que nunca fue, nunca ha sido y nunca será, la añoranza, el tedio, las ganas de irse a otros mundos, deshabitados, preferentemente, con un cigarrillo a medias. Piazzolla introdujo en el tango elementos de música orquestal, transportándolo a niveles olímpicos: la base fue siempre el bandoneón. Las primeras grabaciones de Madredeus privilegian la figura del acordeón y modelan piezas concisas, perfectas para el llanto, en gran parte debidas al andamiaje técnico.


«Lloro sobre mis páginas imperfectas, pero quienes vengan mañana, si las leen, sentirán más con mi llanto de lo que sentirían con la perfección, si yo pudiera conseguirla, porque me privaría de llorar y por eso incluso de escribir. El que es perfecto no se manifiesta. El santo llora, y es humano. Dios está callado. Por eso podemos amar al santo, pero no podemos amar a Dios.» (Bernardo Soares, Libro del Desasosiego).


Os dias da Madredeus es un ejercicio de mística sonora.

 

Os dias da Madredeus

Madredeus

EMI, 1988


junio 06, 2025

piazzolla_tango infinito

 

Dos discos de Piazzolla y de ahí me voy por las ramas. 

 

En la primera década de este siglo, el sello estadounidense Nonesuch editó dos placas de Piazzolla fascinantes, La camorra y The rough dancer and the cyclical night (Tango apasionado). Comencé mi recorrido por el nuevo tango después de ver una película con música de Tosca Tango Orquesta, Waking life. Vienen temas perfectos, para usar términos precisos: Lastima grandeLa cosa pequeña y claro, Ballade 3. Antes compilaba antologías instrumentales, me acostaba oyéndolas. Ballade 3 era como fumar con la muerte frente al espejo y recomendarle un Vuelvo al sur con la voz abatida de Roberto Goyeneche El Polaco. Cómo olvidar Bandoneon, interpretada en A man without past por Antero Jakoila. Las demás veces que escuché Bandoneon difícilmente conseguí dormir. Necesitaba un poema de Sabato, un exorcismo que dice así, faltaba más:


Tal vez a nuestra muerte el alma emigra:

a una hormiga.

a un árbol,

a un tigre de Bengala;

mientras nuestro cuerpo se disgrega

entre gusanos

y se filtra en la tierra sin memoria,

para ascender luego por los tallos y las hojas,

y convertirse en heliotropo o yuyo,

y después en alimento del ganado,

y así en sangre anónima y zoológica,

en esqueleto,

en excremento.

Tal vez le toque un destino más horrendo

en el cuerpo de un niño

que un día hará poemas o novelas,

y que en sus oscuras angustias

(sin saberlo)

purgará sus antiguos pecados

de guerrero o criminal,

o revivirá pavores,

el temor de una gacela,

la asquerosa fealdad de comadreja,

su turbia condición de feto, cíclope o lagarto,

su fama de prostituta o pitonisa,

sus remotas soledades,

sus olvidadas cobardías y traiciones.


Comentaba que Nonesuch editó ese par de joyitas, aunque sean varios títulos los que quiero recomendarles; ahí están Tracing Astor y Hommage à Piazzolla —grabados por Gidon Kremer— y con esto se forma un cuarteto, sin olvidar Tango Zero Hour, el mejor disco de Piazzolla según Piazzolla, quien, sobre decirlo, no congenió con Borges a pesar de haber tenido un proyecto en común, El tango, y del cual, cuenta la leyenda, nació Tango apasionado, sólo que sin letras, porque Borges abandonó el proyecto. Este álbum es trabajo fino y redondo, aunque se integra de piezas breves y no de composiciones progresivas tipo Concierto para quinteto o La camorra 1 & 2. Pero ojo, decir breve no le quita sabor profundo a piezas como PrologueMilonga for threeLeonora’s songButcher’s death y el emotivo Finale. Omití pequeños y magníficos eslabones de transición; hay que depurar.


Piazzolla no fue muy bien tratado en Argentina cuando regresó de París; decían que lo suyo no era tango, sino otra cosa, un híbrido, un insulto. Su revolución fue desacralizar el género, llevarlo al territorio de la música orquestal, fusionarlo con el jazz, hacerlo extremadamente dúctil, y mantener una calidad y un buen gusto de primera. Después de Piazzolla no hubo sucesores. Han surgido fenómenos como Gotan Project, aunque no del mismo calibre. Inspiración Espiración incluye ConfianzasThe manPercusión y La del ruso. Un catálogo muy completo; aquí la letra de Confianzas:


Se sienta a la mesa y escribe.

Con este poema no tomarás el poder, dice.

Con estos versos no harás la revolución, dice.

Ni con miles de versos harás la revolución, dice.

Y más: esos versos no han de servirle para

que peones, maestros, hacheros, vivan mejor,

coman mejor, o él mismo coma, viva mejor.

Ni para enamorar a una le servirán.

No ganará plata con ellos.

No entrará al cine gratis con ellos.

No le darán ropa por ellos.

No conseguirá tabaco o vino por ellos.

Ni papagayos, ni bufandas, ni barcos,

ni toros, ni paraguas conseguirá por ellos.

Si por ellos fuera la lluvia lo mojará.

No alcanzará perdón o gracia por ellos.

Con este poema no tomarás el poder, dice.

Con estos versos no harás la revolución, dice.

Ni con miles de versos harás la revolución, dice.

Se sienta a la mesa y escribe.


La camorra, si no me quiero seguir desviando, consta de siete piezas: Piazzolla deslumbra por su manejo de las transiciones en una sola melodía, y hace lo imposible, fija un estado de ánimo —digamos, la melancolía— y enseguida cambia de ritmo y tono, desviándose hacia una imposible joy of life. Esa mutabilidad acústica demuestra el pleno dominio del argentino con su bandoneón, y mejor me despido de una vez, porque si no las ramas del árbol van a llegar al cielo. Muchachos: escuchen Fugata y sean felices.

 

La camorra

Astor Piazzolla

Nonesuch, 2007 

 

 

The rough dancer and the cyclical night (Tango apasionado)

Astor Piazzolla

Nonesuch, 2000


 

junio 05, 2025

le phare_plastilina nostálgica



Un álbum incondicional para días nublados.


Nunca, por más que viaje, por más que conozca

la partida de un lugar, la llegada a un lugar, conocido o desconocido,

pierdo, al partir, al llegar, y en la línea móvil que los une,

la sensación de escalofrío, el miedo a lo nuevo, la náusea—

esa náusea que es el sentimiento que sabe que el cuerpo tiene alma.

Treinta días de viaje, tres días de viaje, tres horas de viaje—

siempre algo opresivo se infiltra en lo hondo de mi corazón.


Álvaro de Campos

  

1. Yann Tiersen grabó Le phare (1998) para aquellos que reconocen los matices de la melancolía, sus derrames internos, sus intersticios impúdicos. De las catorce composiciones, cuatro tienen letra, en inglés y francés: La ruptureMonochromeLes bras de mer y L'effondrement. Las restantes (Le quartierLa disputeL'arrivée sur l'ileLa noyéeLe fromveurL'homme aux bras ballantsSur le filLes jours heureuxLa crise y L'effondrement) inspiran historias ricamente instrumentadas. Con cuarenta y cuatro minutos y siete segundos, Le phare es un recuerdo blanco, casi inocente. Favor de contener el aliento.


2. La rupture es la segunda pieza del álbum, detrás de Le quartier, y una de mis favoritas. Claire Pichet interpreta una balada veloz, despedida contundente, que llega justo a la hora de los aterrizajes forzosos. Una bofetada.  


Windows, doors, walls and carpets,

chairs, tables and flowers, bread, wine,

butter and jam, fries, meat, beans and all spices.


I've lost the taste of these things for two weeks now.

I'm just waiting for a cup of dirty snow.

Airports, railroad stations, highways, streets and foggy lines.


Traffic, lights, cars and planes, boats, bicycles and walkers.

Now i'm wondering, blind, in the city.

I'm surrounded by towers, made of dirty snow.


Faces, ears and bellies, backsides, legs, fingers and feet.

Sweat, tears, dripping bodies, parties, someone is fucked up.

Now I'm quiet in this snow, snowy country.

I'm hanging on until I am old, just older than now.


El constante desplazamiento de una ciudad a otra, de un pensamiento a otro, de una cartografía a la siguiente, geográfica o mental, motiva el desarraigo. ¿Qué sientes tú al leer esto? ¿Qué imaginas al escuchar este disco? ¿Te gustan mis recomendaciones? ¿Cómo hago para comunicarme contigo? ¿No deberías, al menos, ser amable? ¿Me debes amabilidad? El disco que estoy reseñando podría ser el último. Tú no quieres oírlo y es para ti. Entonces no leas. No digas cuándo terminaremos. Afuera hay pájaros. No los escuches. Nunca los escuches. Y no mires la oscuridad. Piérdete.


3. Yann Tiersen grabó Le phare para combatir incendios. Es una teoría improbable, pero factible. Ahí tenemos la película de Jean-Pierre Jeunet, Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, con una protagonista sacada de un cuento de hadas luminoso. Tiersen compuso canciones inéditas y recicló piezas extraídas de álbumes anteriores. Además de Le phare, se valió de La valse des monstres (1995), Rue des cascades (1996) y L'absente (2001). Después haría por encargo otro soundtrack indispensable, inspirador, para el filme Good bye, Lenin! (2003) de Wolfgang Becker.


La música de YT es plastilina nostálgica que potencia la imaginación y el sexto sentido. Le phare segrega un hilillo translúcido de melancolía. Multiinstrumentista virtuoso, veo a YT con su acordeón en el faro, como el Principito de Saint-Exupéry con el dibujo de su borrego. Está contemplando la tierra de nadie, la rosa que no se deja tocar, y de repente lo llaman por teléfono, le dicen Deja el faro, Yann Tiersen, regresa al mundo, es inútil. Él contiene la respiración.  


4. Soñé que Amélie Poulain me llevaba yoghurts a la escuela. De este modo combatíamos incendios. Nos sentábamos a ver las llamas, todas esas llamas inhóspitas del mundo. Amélie decía:


–Escucha el acordeón, ese acordeón.

–Sí (yo estaba nervioso).

–Triste, ¿no es cierto?

–Sí.

–Come tu yoghurt.

–Sí.

–¡Despierta!


Y luego, tras un largo silencio:


–Escucha el piano.


La noyéeLa dispute y Sur le fil fueron tres temas de Le phare que se incluyeron en el soundtrack de Amélie. Aquella noche no quería despertar.


–Te quiero mostrar unos discos, Amélie.

–¿Cuáles?

–Unos de Yann Tiersen.

–¿Cuáles?

–Y adentro puse dos poemas.

–¿Cuáles? Déjame ver.


Y luego de un largo silencio:


Hubo un hombre con lengua de madera / que intentaba cantar. / Y en verdad era lamentable. / Pero hubo uno que escuchó / el traqueteo de esta lengua de madera / y supo lo que el hombre deseaba cantar, / y con eso el cantor quedó contento… ¿Quién lo hizo?

–Stephen Crane.

–¿Y qué relación guarda con la reseña?

–No lo sé, Amélie, no lo sé.

–No entiendo.

–Te lo explico en el camino, mientras acabo mi yoghurt.


Le phare

Yann Tiersen

Virgin, 1998