Una biografía emblemática del Joker.
The Killing Joke (1988) pertenece al reducido número de cómics que cambian la órbita de nuestra vida como lectores. Es no solo una ácida reflexión sobre la existencia, sino un encuentro/desencuentro de dos personajes antagónicos que deben permanecer en perfecta oposición durante el resto de sus días, en algo así como un infierno de papel y tinta. En efecto: quien piensa en Batman, piensa en el Joker como su sombra o arquetipo negativo.
En México, la extinta editorial Vid
publicó este clásico hace ya unas décadas. Pero cualquiera puede acceder a su
versión electrónica en inglés con un certero clic. La historia incluye dos
arcos narrativos: el que nos relata los orígenes del Joker como un frustrado
cómico rodeado de mala suerte y desdicha, y el que muestra su escape del
Asilo Arkham y la subsecuente persecución a manos de un Batman desengañado y
pesimista.
Se trata de una obra redonda, pues
presente y pasado se resuelven de forma cerrada, sin posibilidad de segundas
interpretaciones. La trama incluye una impactante secuencia en la que el
payaso, tras irrumpir en la casa del Comisionado Gordon, le dispara en el
vientre a su hija Barbara, lo que provoca su invalidez. Y está llena de guiños
y flashbacks elocuentes. Uno de
ellos remite al número 168 de Detective
Comics, con el Hombre de la Capucha Roja en la portada.
La mancuerna Alan Moore/guión + Brian
Bolland/trazos se complementa con el colorista John Higgins, y el resultado
es de una calidad impresionante, influido por la estética de Watchmen y su minucioso ensamble
cinematográfico. Una reedición lanzada en 2008 incluye An innocent guy, micro relato de Bolland con claras referencias a
David Mark Chapman. En él, un tipo común y corriente fantasea con el
asesinato del caballero nocturno.
Sagas posteriores como Batman: Gotham Knights (2004) y The Brave And The Bold (2010) siguen
alimentando el aura mítica de esta novela gráfica. Precisamente, el famoso
Joker interpretado por Heath Ledger en El
caballero de la noche (2008), de Christopher Nolan, le rindió un
brillante homenaje—y despedida póstuma.
Había una vez dos tipos en un manicomio.