12.3.16

próxima estación_hora de aventura


Un viaje fantástico al reino de Ooo.


Adventure Time es una de las animaciones más extrañas que haya visto. La conocí un día nublado, en la Ciudad de México, de regreso al departamento que compartía con un par de roomies cerca del metro Juanacatlán. Todos los viernes solía salir del trabajo para abastecerme de libros, videojuegos, películas (preferentemente de terror) y prácticamente de cualquier rareza pop que me cautivara.

Luego averigüé que su creador, Pendleton Ward, había egresado del Instituto de Artes de California. Pero esos detalles uno los rastrea fácilmente en Google. Lo que realmente me sorprendió de esta serie de Cartoon Network es su fabulosa capacidad de inventiva—con la séptima temporada en curso—y los recursos narrativos que siempre se expanden y desafían la imaginación del espectador, sin que el rango de edad importe demasiado.

Hay grandes historias, y todas encapsuladas en 11 minutos. Hay amor, lealtad entre amigos, un sentido de la justicia insobornable, y cierto reclamo ecológico por el futuro de nuestro planeta—recordemos que los héroes fueron sacudidos por un holocausto nuclear. Hay situaciones surrealistas hilarantes, canciones pegajosas como chicles de fresa y mucho humor absurdo. Un mundo abierto, flexible y alucinante nos espera.

Adentrarse en Hora de Aventura es fácil. Sus personajes nos enseñan que en la variedad está el sabor. Una princesa nerd, un hermoso unicornio que habla un lenguaje desconocido y una consola de videojuegos portátil son solo tres ejemplos. Y, claro, están Finn y Jake, que son una versión millennial de los épicos Don Quijote y Sancho Panza, con sonido de ukelele al fondo. Y mucha, mucha diversión.

El éxito de la serie ha sido tal que ya circula por Internet una cantidad insospechada de explicaciones (¡de lo conspiranoico a lo francamente ridículo!) sobre sus episodios. Así las cosas en el reino de Ooo. 



¡Algebraico!