Otra adaptación de
Allen Ginsberg
Para los compañeros estudiantes Salomón,
Marco y Daniel.
Para todos los desaparecidos.
He visto a las mejores mentes cuerpos
espíritus brazos bocas dientes oídos piernas ombligos uñas estómagos intestinos
ojos corazones ser destruidos por la violencia y la rabia. Histéricos famélicos
llorando por las calles cuerpos de ceniza buscando un amanecer lo
suficientemente brillante para entregarse al vuelo y escapar aunque adheridos
contra su voluntad no puedan hacer más que forzar a cada parte mutilada a
sonreír mientras lentamente se tragan un animal muerto.
Personas desaparecen en mi país en mi
ciudad en mi casa cada tres horas cada tres horas el universo es fertilizado
con polvo de estrellas rojas cada tres horas nos desintegran nos matan nos
convierten en el mejor negocio del mundo somos una cifra rentable la impunidad
es rentable ser asesino cifra negra negro el silencioso cáncer de naturalizar
el mal. Ojalá nunca el odio te saque la piel hasta hacer visible a todos tus
muertos y ojalá nunca empiecen a gritar hasta reventarte los tímpanos ojalá sí
al arte no a la violencia ojalá no son tres somos todos ojalá hasta
encontrarlos con vida ojalá estén con vida ojalá vengan y me lleven con ellos.
Estamos hartos hartos hartos estamos solos solos solos y somos los buenos.
El día de hoy tengo todos mis días tengo
todos los años tengo toda una vida tengo toda mi muerte tengo el día de hoy
tengo una cara tan larga por la tristeza con una cara tan larga que se
despliega como alfombra que levanta murallas de nubes para que vivan los pobres
los inocentes los soñadores los suicidas. Somos los buenos no matamos solo
incineramos nuestras ganas de trasgredir el límite estamos al límite del mundo
debería preguntar el mundo debería detenerse y preguntar ¿qué te duele?
3, 43, 60 mil. La indiferencia es matar dos
veces. Una palabra con pasado presente y futuro. Una regresión un efecto
mariposa una palabra que pesa en blanco, negro y rojo. Lo he visto todo y no…
No puedo morir en paz.
Dios gato
El gato de mi vecina se pregunta cosas
como: ¿por qué no puedo saltar la barda? ¿Por qué tengo que estar viviendo en
la barda? ¿Por qué tengo que ver al mundo desde la barda? ¿Por qué no soy la
barda?
El gato de mi vecina sueña con pescar
sardinas en alguna comuna francesa mientras la luna acaricia sus bigotes y los
hace brillar como un sol nocturno.
El gato de mi vecina una vez se cayó por un
túnel en donde conoció al gato de Schrödinger, y se dio cuenta de la infinitas
opciones de estar vivo y muerto, muerto y vivo, muerto muerto, vivo vivo, medio
vivo y medio muerto. Desde entonces el gato de mi vecina se pregunta si ya
saltó la barda, si está dormido, si está soñando, si está llorando o si es
humano.
Tal como dijo Jack Kerouac cuando vio el
cadáver de una nutria en el mar: “Mi nutria ¿Por qué?”, yo pienso en paralelo:
“Mi gato ¿Por qué?”.
Estoy demasiado borrosa. Hay un sonido que
se enfila hacia los vientos del sur. Mi gato observa la vida, creyéndolo saber
todo. Susurro amor en cada poro abierto de la pared que lo sostiene, susurro a
esta casa, a este cuerpo. No quiero sentarme, no quiero pararme, no quiero caminar,
no quiero respirar, no quiero la ciudad. Quiero subir al alambrado, sentarme en
la barda y morir con mi gato.
Hay una batalla en algún lugar que sigue
regresando, un terror que duele más que la angustia de la locura, es el dios no
nacido de esta noche de luna llena. El universo se invierte bajo mi piel. ¿La
Luna tendrá frío cuando recuerda?
Vendrán tiempos mejores, haré una estatua a
mi gato, vendrá la eternidad de oro.
Gracias gato, gracias dios gato.
El pájaro*
Esta mañana mi perro me despertó con un
pájaro muerto en su hocico.
Lo dejó en mi cama y luego se sentó.
Nos miramos un largo rato.
Tomé al ave entre mis manos,
intenté cerrar sus ojos pero no pude.
Se quedó mirando del otro lado de la
ventana, donde el arbusto
reverdecía.
Han pasado dos semanas y su cuerpo sigue
endureciéndose
en un rincón de la casa.
¿Eres tú hermano, el cadáver de este pájaro
que no puedo enterrar?
* Del libro en proceso Se nos ha dado el
fuego.
Mónica Licea (Guadalajara, México, 1990) es
licenciada en Cine Digital por el Centro de Artes Audiovisuales (CAAV). Gestora
del proyecto Voces
Encendidas: poesía en voz de sus autores (2016-vigente). Editora en la
revista literaria Liberoamérica.
Ha sido ponente y poeta invitada en la Feria Municipal del Libro de
Guadalajara. Textos suyos aparecen en las antologías: Liberoamericanas: 80
poetas contemporáneas (España); así como en las revistas Quimera
(España), Diario
Co Latino (El Salvador), El Diario de Chiapas,
Ek Chapat (Chiapas,
Honduras y Nicaragua), entre otras. Ha participado en encuentros de poesía
nacionales: Michoacán, Chiapas, Lagos de Moreno y Querétaro. La plaquette Visión de la ira
editada por Sombrario Ediciones (2017) es su primera publicación individual.
Actualmente trabaja en su primer libro, el cual se publicará en 2020.