agosto 06, 2025

before the devil_el diablo y el señor hoffman

 

Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawke protagonizan el último filme de Sidney Lumet, una tragedia familiar de tintes shakesperianos.

 

En 2007, Sidney Lumet estrenó la que sería su última película: Before The Devil Knows You’re Dead. El guionista, Kelly Masterson, estudió teología y, sin más, va oscureciendo el destino de dos hermanos que asaltan la joyería de sus padres bajo un tono de tragedia shakesperiana. El ritmo que apunta directamente a la catástrofe moral, los diálogos crudos y las actuaciones de Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawke motivan un análisis ulterior acerca de los límites y el poder del dinero. Sin embargo, el problema de fondo es el de la condición humana: lo que hay debajo, en la zona de guerra de nuestros afectos y rencores, se activa cuando muere un ser querido. La disfunción familiar sólo pone los clavos del ataúd. A este respecto, el background de la trama podría remitirnos a Festen, de Thomas Vinterberg, pero hay que guardar distancias.


Before The Devil abre con una escena de cama, orientada al sexo, y cierra con otra escena de cama, orientada a la muerte. Su narrativa utiliza flashbacks de distintas temporalidades y muestra un mismo evento desde varios puntos de vista. La sorpresiva muerte de Philip Seymour Hoffman sugiere un inquietante paralelismo con Andy Hanson, el personaje que interpreta: un contador de bienes raíces adicto a la heroína. Incluso, uno de los monólogos memorables corre por cuenta suya: «La contabilidad en los bienes raíces se puede sumar hacia abajo o cruzado y todo funciona. Todos los días, todo se suma. El total siempre es la suma de las partes. Es limpio, claro, absoluto. Pero en mi vida nada se suma. No. Nada se relaciona con nada. Yo no soy la suma de mis partes. Todas mis partes no se suman a mí, supongo.»


El asalto a la joyería, la muerte de la madre [Rosemary Harris] y el conflicto posterior in crescendo son básicamente los tres niveles de tensión que coordinan el quiebre definitivo. El robo, de pésima ejecución, es una raíz de la trama mediante la cual descubrimos una geometría más compleja que va del padre [Albert Finney] a los hijos, y de éstos a la esposa de uno/amante del otro [Marisa Tomei], con un asunto de drogas como tintineo metálico. Antes que los créditos sobre fondo negro nos levanten del sillón, seguiremos pensando en el efecto mariposa de nuestras decisiones. En las jeringuillas que se quedan clavadas por años a nuestros brazos aún sedientos. Instantes de plenitud lejana. Media hora de paraíso antes de abrir los ojos a la verdad y darle al diablo nuestra mejor sonrisa. Nuestra mejor actuación.


Before The Devil Knows You’re Dead

Sidney Lumet

ThinkFILM, 2007  


junio 23, 2025

maggie taylor_surrealismo adobe



La nostalgia es onírica.   


Maggie Taylor y sus mundos oníricos habitados por objetos de uso cotidiano extienden la vigencia del surrealismo en la ilustración digital. Si el inconsciente está estructurado como un lenguaje, según Lacan, Taylor se ha rodeado de arquetipos infalibles para darle sustancia a su discurso—desde la Alicia de Lewis Carroll hasta los peces de Magritte, recorriendo los ambientes bucólicos de Remedios Varo, la pulcritud artesanal de Max Ernst y la subterránea consistencia de lo absurdo en los ambientes rurales de la Norteamérica decimonónica. Fascinante genealogía fundada con apariciones de conejos, huesos de pájaros a lo Jan Svankmajer, señoras solemnes que deambulan con cisnes en los jardines y hombres enterrados a mitad del campo nebuloso. Las dislocaciones de sentido cultivan metáforas graciosas, dotadas de misterio y anacronismo lúdico, de tal suerte que éstas bien podrían ser las amables pesadillas de Amélie Poulain. Nada oscuro hallaremos al otro lado del espejo, y si acaso la contemplación de los paisajes agita el mecanismo de la nostalgia, bastará sintonizar una vieja estación radiofónica en la que suene un organillo para mantener las pequeñas lágrimas en suspenso. 

El surrealismo deja en suspenso las definiciones, pero la libertad que predicaba difícilmente era gratuita. Nuestro inconsciente funciona con reglas y bastará una revisión a sus precursores para saber que el delirio y la técnica ejecutaban un emotivo vals en las pinturas más célebres del movimiento. Giorgio de Chirico tenía dotes de urbanista y sus plazas desiertas con leones y esculturas híbridas dejaron lecciones valiosas a los videntes del futuro. Lacan en su explicación del nudo borromeo dice que el sujeto está constituido sólidamente por los registros de lo real, lo imaginario y lo simbólico. En el tercer círculo se ubica el lenguaje, a través del cual se genera el pensamiento y la identificación del yo con la cultura. Lo real no puede conocerse. Lo real se transita pero jamás lo aprehendemos, es «lo que no cesa de no escribirse». Nuestro pensamiento se construye mediante representaciones de lo real a través de lo simbólico y las imágenes/conceptos como una cámara fotográfica. Lo simbólico abre puertas, entra en contacto con el deseo y su inmediatez. De tal modo que cuando miramos un pez, podemos recordar a nuestra madre y remitirnos a la famosa frase de William Faulkner en Mientras agonizo. El surrealismo es una disección espiritual. 

La obra de Maggie Taylor acelera la eficacia poética de las neuronas. Sus paisajes funcionan como vendas en una operación a corazón abierto y párpados cerrados. Magia y misterio practican un sabbath con texturas vintage donde lo femenino se manifiesta en la paleta de colores, las escenografías, los personajes y los incomprensibles entornos. En el sitio web de la ilustradora su trabajo se divide en 5 series (LadiesGentlemenBoys & GirlsThis & That y Almost Alice) y 4 libros de impecable diseño editorial. Sin embargo, se echa de menos la perspectiva más arriesgada del surrealismo. La de Buñuel y Dalí imaginando sacerdotes arrastrados por pianos; la de Bataille haciendo apología de los huevos y los ojos en sus novelas eróticas; la de Lautréamont en las orillas del crimen y la locura; la de Artaud y su exaltación de la crueldad. El suyo es un surrealismo enlatadito como la Sopa Campbell, muy digerible en términos comerciales y creativos. Ideal para freaks que no lo parecen. Comentario al margen: su marido, el fotógrafo norteamericano Jerry N. Uelsmann, también hace incursiones en el inconsciente sin recurrir a la paleta de colores. El reino del blanco y negro le sienta bien.  



Welcome, freaks.


Publicado originalmente en El MACAY en la cultura
Diario de Yucatán [12.12.2011]



ernesto walker_breve y significativo viaje abstracto


 Minimalismo, abstracción, azar.

Diamantes negros mexicanos 
Ernesto Walker obtuvo el primer lugar en el Saatchi Drawing Showdown 2011 convocado por esta reconocida galería londinense con la pieza Black Diamonds, una serie de 12 dibujos a tinta de 55 x 75 cm que grafican mediante diseños geométricos varios tiroteos ocurridos en diferentes estados de la República Mexicana durante los meses del 2010. Por cada mes, Walker traduce a una imagen abstracta los impactos de bala de los enfrentamientos armados. El concepto de los diamantes representa este momento de crisis como un proceso social capaz de generar experiencias de valor para la maduración de la ciudadanía, evitando la crudeza de la imaginería habitual. Una visión inteligente y sofisticada sobre el caos y la violencia del país. Como gesto de respeto, se omiten las imágenes ilustrativas de los cadáveres.
La propuesta de Walker une intereses sociológicos y geométricos al oficio de artesano joyero aprendido años atrás. Combina ambos conocimientos—uno de efectos prácticos, decorativos, preciosistas; el otro de carácter analítico, interpretativo y circunstancial—aplicando la interdisciplina al problema del narcotráfico y los números fríos. Ese giro de tuerca de la sangre a las estadísticas y de la belleza al matadero dejará pensando a más de uno. Entre sus influencias, el autor señala el papel referencial del escultor estadounidense Alexander Calder, de quien incluso hizo “fusiles” en sus primeros diseños. Del fusil al fusil, Walker caminó hacia Calder para obtener diamantes negros. “Es la idea la que te dicta el medio en el que vas a trabajar”, dice. “Y ya después empiezas tú a descubrir cositas.”





El arte de la desaparición del arte 
En la página web de Ernesto Walker hallamos pequeñas joyas. Ctrl + Z es un ejercicio con el que ilustra cómo borrar tres dibujos originales e inéditos a lápiz por medio de gomas, cuyas virutas se guardan en tres elegantes frasquitos, para “plantear la aparente eliminación de la imagen como una forma de trascendencia y de evolución de la obra, antes que de su desaparición.” No hay mucho que explicar porque la idea está clarísima. Tanto, que el arte ha desaparecido ya. Preservamos su ilusión, su proceso, su evaporización limpia y cristalina.
Proyecto de estudio sobre métodos alternativos de lectura y la traducción visual de textos literarios consiste en el trazo de figuras geométricas sobre los versos del poemario Nocturnos y nostalgias, del escritor mexicano Xavier Villaturrutia. “Y mi voz que madura / y mi voz quemadura / y mi bosque madura / y mi voz quema dura / como el hielo de vidrio / como el grito de hielo / aquí en el caracol de la oreja.” Y no hay nada que explicar, porque la poesía lo canta en su lenguaje.
Ensayo sobre la intimidad de tres notas de remisión forma un incidental tríptico amoroso unido por el dibujo a tinta de una entidad abstracta sobre estos documentos fiscales de la famosa tienda de telas Parisina. Y no debemos decir gran cosa, porque el amor se rompe frágilmente. Como el papel del que está hecho.

Me interesa explorar la casualidad como elemento constitutivo de la construcción de discursos: Ernesto Walker.


Publicado originalmente en El MACAY en la cultura,
Diario de Yucatán [26.12.2011]