The Next Day (2013)
es la siguiente odisea camaleónica de David Bowie. Producido por Tony Visconti,
quien ha declarado que aún queda material para futuros álbumes, el disco se
integra al periodo neoclasicista del cantante (lo que sea que eso signifique),
junto a Heathen (2002) y Reality (2003). Y aunque no podemos
hablar de una trilogía planeada, tanto en alcances como a nivel sonoro este
conjunto de grabaciones irradia madurez dentro del eclecticismo. Bowie
reflexiona. Oprime rewind. Se saca de la manga los mejores ases. Juega
con sus máscaras. Tres de sus singles/videos lanzados a la fecha —Where Are
We Now?, The Stars (Are Out Tonight) y The Next Day— señalan
una voluntad revisionista que no deja de ser iconoclasta. El primero es
melancólico, pausado, lluvioso; lo dirige Tony Oursler. El segundo es
convulsivo, extraño, palpitante, con crédito de Floria Sigismondi. El tercero,
también de Sigismondi, ha causado escozor entre la comunidad católica por sus
imágenes blasfemas. Estas piezas resumen períodos concretos: del Thin White
Duke y la trilogía berlinesa (mediados/finales de los 70’s) al Outside (1995)
y el Earthling (1997), pasando por la actuación de Bowie como Poncio
Pilatos en La última tentación de Cristo. Mención aparte merece el art
cover del disco, obra del diseñador británico Jonathan Barnbrook: una relectura
de las metamorfosis del reptil. Sigismondi reelabora la misma idea en sus
secuencias iniciales, incitando a los dobles de Bowie a una suerte de
psicodrama lynchiano. Una troupe formada por Tilda Swinton, las modelos
Saskia de Brauw e Iselin Steiro y el andrógino Andrej Pejić. El gusto por el
juego de espejos y el Döppelganger, las poses histriónicas y el fashionismo,
deriva en una deconstrucción integral, no exenta de ironía. Y lo que falta por
ver.
Bowie vuelve a Ítaca después de 10 años
de ausencia, y quienes habían especulado acerca de su retiro definitivo
permanecen taciturnos. Durante los últimos dos años, reunió sigilosamente a un
grupo extraordinario de músicos y colaboradores. De modo que mientras los
periódicos hacían cotilleo sobre su estado de salud, él grababa sesiones
esporádicas con su banda de base —Earl Slick, Gail Ann Dorsey, Sterling
Campbell— y varios invitados. Guardar silencio fue su mejor estrategia
publicitaria. Como un triunfo, los oídos atentos encontrarán un homenaje al
tema Apache, de Jerry Lordan, en los coros galopantes de How Does The
Grass Grow?, uno de los mejores tracks del disco. The Next Day
envuelve un carácter accesible y desafiante a la vez. Love is Lost
fusiona la voz de Bowie con la batería y el guitarreo en tensión creciente,
explosiva. Los ritmos construyen una tristeza dinámica. Salvo Where Are We
Now? y la apoteósica Heat, con su dramático cierre de violines y una
letra más bien surrealista, en los demás cortes predomina el movimiento. El
saxofón jazzístico inyectado por vía intravenosa en Dirty Boys o los
desquiciantes sonidos de If You Can See Me? son vueltas de tuerca que
Major Tom se saca del sombrero sin avisar. Y los aires setenteros de Dancing
Out In Space intercambian telegramas con I Took A Trip On a Gemini
Spaceship, del Heathen. En la metafórica Valentine’s Day —su
cuarto single—, las cuerdas y los coros escoltan una letra oblicua sobre
matanzas escolares. En el video, dirigido por Indrani + Markus Klinko,
Bowie nos apunta con un rifle imaginario. Básicamente, hablamos de rock, oscuro
término que el camaleón engulle a medida que muta de piel. De nuevo.
–Christian
Núñez