Boris Viskin interviene las viñetas de Ad Reinhardt con resultados sorprendentes.
PINTURA REFLEXIVA
En Diciembre de 2016, Boris Viskin trabajó en el Laboratorio de Gráfica y Diseño Casa Lo’ol de Lux Perpetua Art Centre. Básicamente produciría collages y relieves en técnicas mixtas, incluyendo la mezcla de imágenes digitales. Fue muy honesto cuando dijo: «Mi trayectoria ha tenido curvas y bifurcaciones, épocas geométricas y figurativas, rayando a veces lo conceptual. Puede haber piezas que no tienen ni un brochazo hecho por mí, que son más construidas que pintadas, pero aun así las sigo considerando como pinturas.»
Mácula lútea vino después, pero sigue la misma lógica. La serie muestra ensambles de distintos materiales, variaciones de ideas atravesadas por el humor frío, cierta ironía que supone un significado profundo y una propuesta plástica que sabe mofarse de sí misma. «Me pasa muy a menudo que llego con ideas que van variando al trabajar el material. En algunos momentos el proceso fluye bien, en otros se atora, pero trato de generar un espacio, un ambiente y una relación con el espectador que es pictórica, a fin de cuentas.»En el punto exacto donde la pintura se convierte en reflexión sobre sí misma—o anecdotario burlesco digno de serie animada—, Viskin celebra la mancha amarilla del ojo que nos permite ver los pequeños detalles. Las piezas [collages, grabados y esculturas] reutilizan las viñetas de Una página de chistes, del neodadaísta estadounidense Ad Reinhardt, y parecen actualizar la información contenida en aquellas imágenes satíricas, antifascistas y anticomunistas. La irreverencia y el sentido lúdico se abrazan emocionados.
DUDAR DE TODO
Lo atractivo de Viskin es que con una mano demuestra su interés por explorar genuinamente el pasado artístico reciente—teorías, tendencias e ideas gestoras—y con la otra da saltos hacia nuestros días interviniendo ese mismo cúmulo de información. Su audacia conlleva ciertos riesgos. El artista expresa que duda prácticamente de todo; parece desconfiar del fenómeno artístico, de su propia obra e, incluso, de los espectadores. ¿Lo dice en broma o habla en serio? Nadie sabe; he ahí lo divertido del asunto.A través de este diálogo visual entre Viskin y Reinhardt veremos un amplio catálogo de artefactos. El equilibrio entre los conceptos puros y la tentación de darles la vuelta llevándolos hacia un lenguaje más coloquial consigue resultados insólitos. Lo que vemos también nos mira, nos involucra. Como diría el poeta Antonio Machado: el ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve. Mácula lútea propone un juego de miradas para perdernos y volvernos a encontrar en los pasillos del arte contemporáneo.Híbridos que apuestan por la reconstrucción conceptual, los trabajos del artista judío mexicano exploran elementos opuestos con un estilo limpio y arriesgado. «Y bueno, como artista tampoco soy alguien muy lineal que sigue un tema o una técnica u obsesión, sino que abro varios caminos a la vez. Mi obra es un poco esquizofrénica, y tampoco puedo decir que sigue esa misma línea.» El experimento es múltiple, y se despliega a nuestro paso. Ahora es cosa de abrir los ojos. Dejarse sorprender.
CONEJOBELGA I Cultura Pop agradece a Nadia Pérez, de Lux Perpetua Art Centre, todas las facilidades otorgadas para la realización de esta reseña.