27.12.17

un bar de situaciones límite

Si eres claustrofóbico, mejor no entres.

0. The National Anthem, de Radiohead, sintetiza paranoia, confusión y atmósferas caóticas mediante un free jazz de peligros difusos. Miedo a todo y nada, cristalizado en la imagen del 9/11—génesis del siglo 21. Humo, cenizas, gritos, versiones contradictorias entre multitudes. Pánico.

1. Imagina lo siguiente: Un grupo de personas encerradas en un bar—podría ser el Palentino, de Madrid—gritan desde los cristales hacia un escuadrón de uniformados que ha bajado de una camioneta blindada. Pero los ignoran. En su lugar, le prenden fuego a varios neumáticos. El humo, negrísimo, asciende rápidamente. Los uniformados suben a la camioneta y se marchan sin dar explicaciones. La televisión transmite la noticia de un incendio, y que las autoridades ya controlan el área. Nadie cree lo que ocurre: hace apenas unos minutos, había dos cadáveres en el asfalto, con los rostros destruidos por impactos de bala. Luego, desaparecieron. Y ahora las noticias transmiten una mentira. Un mito de la caverna  mediatizado.

2. En El bar (2017), Álex de la Iglesia retoma viejas obsesiones, las actualiza y les añade su desesperado humor negro. Resurge la atmósfera violenta y paranoica de Mirindas asesinas, con un reparto coral que reúne a Blanca Suárez, Mario Casas y Terele Pávez—su último filme—, entre otros. La pieza funciona vertiginosamente los primeros minutos, desarrolla un conflicto múltiple donde las personajes tienden a culparse/agredirse/matarse mutuamente. Y es muy divertido cómo se desenvuelven los hechos. Más que divertido, tragicómico. La catarsis colectiva termina en las cloacas, y el director parece decirnos que cuando estás en la mierda, sacas lo peor de ti. He recordado el Ensayo sobre la ceguera de Saramago y A puerta cerrada, de Sartre, amorosamente.



3. «La moral tiene que ver también con lo material; es trágico decirlo pero es así: cuando estamos satisfechos es fácil ser ético; cuando no, aparece una segunda moral y nadie de nosotros sabemos qué haríamos instalados en esa segunda moral», explica Gonçalo Tavares. En El bar, como si viéramos una matanza a través de una cámara de Gesell, sobrevivir a cualquier precio implica transformaciones. Somos ratas. El resto es mentira, dice el vagabundo, mezcla de Diógenes con Jesucristo. La chica guapa que le sonríe al creativo publicitario, con barba hipster, la mujer adicta a las máquinas de apuestas, solitaria, el ex policía facistoide dispuesto a callar al otro con un tiro, todos evolucionan, o involucionan. Theatrum mundi  como en la vida real. Survival horror.

4. John Carpenter señala que solo hay dos tipos de historias terroríficas. «Y rápidamente puedo ilustrarlas. Imagina que estamos sentados alrededor de una hoguera en los tiempos antiguos, somos una tribu, y el curandero se incorpora y comenta: Déjenme decirles dónde está el Mal. Está allá afuera, en la oscuridad. Es el otro, la otra tribu. Las bestias en el bosque. Esa es una historia, el Mal desde afuera. La misma situación; estamos en círculo alrededor de una fogata, y el curandero se incorpora y señala: Les diré dónde está el Mal. Está aquí mismo, en nuestros corazones humanos. Ese es el Mal desde el interior.» En El bar, De la Iglesia sabe cómo yuxtaponer ambos polos. Y te rie﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ndo,musical,.ud, de Duke Ellington. or un tobogirnos que cuando estpor íes, y te espantas, al mismo tiempo.

5. Cómo trato yo a mi vecino: Ese es el terror, ha dicho el mítico director español durante una entrevista para Europa Press. Imagina entonces a Blanca Suárez, caminando en ropa interior entre desconocidos, manchada de sangre. Y, al fondo, Portrait Of Wellman Braud, de Duke Ellington.


El bar, 2017
Álex de la Iglesia
Disponible en Netflix