28.11.18

bohemian rhapsody_un reinado impreciso

 
La biopic de Freddie Mercury
resucitó a Queen en más de un sentido.

1. A Rami Malek le sienta de maravilla el rol de Freddie Mercury. Es un poco más flaco, aunque parece haber mimetizado los gestos corporales del cantante a la perfección. De hecho, tanto las poses atrevidas en los conciertos como los arranques líricos durante la grabación de Bohemian rhapsody o el tamaño de sus dientes frontales confirman un cuidado artesanal en aspectos biográficos concretos. Otros, por desgracia, parecen haberse ajustado a los criterios de un guión bien estructurado pero impreciso. No hace falta ser periodista gonzo para enterarnos de que Mercury organizaba fiestas estrambóticas en las cuales el exceso conducía al palacio de la sabiduría. La película dirigida por Bryan Singer suprime verdades oscuras por la conveniencia de una clasificación más amplia. Eso, de entrada, no es bueno ni malo, simplemente indica que hay un manejo de la información más bien sesgado hacia un tono complaciente, verídico hasta cierto punto, sin la crudeza del sida ni los instantes agónicos. Apenas unas cuantas lágrimas hacia la secuencia del estadio Wembley, la apoteosis en plena oscuridad.

2. Con tan solo googlear Queen repunta, sabes que cierto algoritmo ha ubicado a la banda en la cima de nuevo, y que en Spotify su popularidad supera la de Shakira y Maluma. Si el tono de la película hubiera sido más crudo, el resultado no sería el mismo. Hay una conveniencia mercadológica en compactar los momentos de la vida privada elegidos y omitir todos los detalles sórdidos—entonaría Bowie en Ashes to ashes—y eso compromete el material como documento biográfico. La versión oficial legitima de forma extraña su objeto de adoración. Incluso en trabajos recientes como I, Tonya, que se autodenomina falso documental, se aprecia un espíritu honesto en la exposición de episodios infames. Bohemian Rhapsody libra otras batallas. No es como ver la historia de una patinadora salvaje venida a menos, ni The Doors de Oliver Stone. Es fácil reconocer un discurso epidérmico sin que necesariamente por ello se trate de una película mentirosa. De ninguna manera. Pero, y esto no hay cómo negarlo, con sus diálogos ingeniosos y melodramáticos, nos proyecta una imagen simplista y ligera de Queen.




3. Antes de entrar a la sala, mi familia y yo pasamos a la dulcería del cine por unos combos de refrescos, palomitas y nachos. Durante la emisión de los avances, notamos que las bebidas tenían una extraña propiedad: habían sido adulteradas con agua. Y reclamamos. Y nos dieron otras. Tal vez el símil sea rústico, pero Bohemian rhapsody es justamente eso. Una bebida cuyo sabor presenta alteraciones sospechosas. Quienes tengan el ánimo, la paciencia y los minutos de sobra para hacerlo, podrán descubrir las inconsistencias cronológicas del filme, sus reparos en mostrar las orgías de Mercury, y ciertos aspectos técnicos en sus composiciones que ni siquiera son mencionados, como que la canción homónima era imposible de ejecutar en vivo de forma íntegra, por lo que recurrían a grabaciones para la sección operística. Todo lo anterior no es un impedimento para que las hordas aplaudan el relato de una banda fabulosa. Y revivan sus temas a escala masiva. El pop ochentero pasa por una de sus mejores épocas. Rami Malek ha mutado. Del hacker de Mr. Robot—serie donde, por cierto, la precisión técnica reinaba—al excéntrico vocalista hay un salto cualitativo.

Ya lo verás.
 

Bohemian rhapsody, 2018
Bryan Singer
GK Films + New Regency Pictures + Queen Films Ltd.
+ Tribeca Productions + Regency Enterprises
Distribuida por 20th Century Fox