10.1.20

don't f**k with cats_una de gatitos




  Advertencia: el siguiente documental incluye escenas controversiales.


La compasión hacia los animales está tan estrechamente 
ligada a la bondad de carácter que se puede afirmar con seguridad
que quien es cruel con los animales no puede ser una buena persona.

Arthur Schopenhauer


Don’t f**k With Cats: Hunting an Internet Killer (2019), de Mark Lewis, puede convertirse en un fenómeno tan viral como el caso en el que se inspira. La búsqueda y captura de Luka Rocca Magnotta, el asesino de los gatos que subía sus videos a Internet, provoca las mismas reacciones que un paseo en la montaña rusa. Al principio no lo tomas tan en serio, después parece divertido, y cuando empiezas a sentir vértigo ya es demasiado tarde. El miedo genera aceleración cardíaca, sudoraciones, paranoia, sentimiento de culpa, vómitos—como un relato de Mariana Enríquez.

La miniserie tiene un inicio muy low profile: primero conoceremos a un par de entusiastas investigadores civiles que asumen el desafío de encontrar al chico raro. Lo hacen igual que todos nosotros cuando estamos buceando en la red: con pesquisas, avances y retrocesos, días buenos y malos. Deanna Thomson + John Green, sin conocerse personalmente, colaboran entre sí a través de un grupo de Facebook creado para descubrir la identidad del canadiense. Thomson, oculta bajo el seudónimo de Baudi Moovan, es directa y hasta humorística. Le sobra carisma.





Si algo tiene esta serie true crime es un arco narrativo bien construido y con varios picos de tensión. Después del primer episodio—apenas son tres, y se van como agua—, te toma del cuello y no te suelta. Vas a sentir la misma curiosidad obsesiva de quienes iban tras de Luka de un país a otro siguiéndole el maldito rastro. La investigación abarca Las Vegas, Toronto, Londres, París y Berlín, e incluye las confesiones de la propia madre del fugitivo, Anna Yourkin, quien publicó junto con el escritor Brian Whitney el libro My Son, The Killer.

En la reconstrucción de los hechos, Don’t f**k With Cats utiliza el pastiche audiovisual. Ciertos efectos sonoros enfatizan de forma sensacionalista momentos críticos de la trama, enturbiando la neutralidad. Con todo, dejará satisfechos a los espectadores que disfrutan el cine noir y las series policiacas. ¿Hasta dónde la personalidad camaleónica de Magnotta es también un conglomerado de ficciones pop, y nosotros actuamos como simples voyeurs? Esta pregunta flota sobre el documental y se agudiza hacia el tercer episodio, el que más acrobacias argumentales nos plantea.

Destapar elementos importantes de la intriga arruinaría el factor sorpresa. Y vaya que Don’t f**k With Cats oculta bajo la manga un par de ases. O gatitos. O cuchillos. O picahielos. Si te gustan las emociones fuertes—eso me decía el profesor de contabilidad cuando copiaba en los exámenes—, vas a disfrutar el producto. Son tres horas sin desperdicio, sin la sensación de que deberías estar en el gimnasio como propósito de año nuevo. En su lugar, Netflix nos regala un licuado de suspenso y drama con gotitas de humor negro. La dieta qué.