9.4.20

kiki_el mar, la bruja y su gato


 
Un clásico de Ghibli, disponible ya en Netflix.
  
El catálogo de Ghibli llega por fin a Netflix con películas entrañables como El castillo en el aire (1985), Mi vecino Totoro (1988), La princesa Mononoke (1997), El viaje de Chihiro (2001), El increíble castillo vagabundo (2004) y Kiki: Entregas a domicilio (1989). La mayoría de tales producciones fueron realizadas por el director Hayao Miyazaki, gracias a quien dicha casa animadora obtuvo un Oscar por su trabajo en El viaje de Chihiro, el primer largometraje con formato de anime en ganar esta categoría. Más de una vez nos hemos emocionado con los paisajes y personajes del universo Ghibli, como es el caso de la bruja primeriza Kiki.     

Kiki es una chica de 13 años que emprende una odisea en compañía de su gato negro Jiji. Para ello necesita hacer “prácticas” en otra ciudad, a través de las cuales podrá adquirir experiencia y especializarse. Al principio siente la incertidumbre de no saber dónde comenzar, pero en su confusión encuentra una ciudad y se establece allí; todo se vuelve un poco más llevadero.  

Kiki sobrevive. Sola en un nuevo ambiente, conoce a una familia de panaderos que le proveerá confianza y hospedaje a cambio de realizar el servicio de entregas a domicilio. La magia parece sorprender a algunos, mientras que otros ven maravillados cómo las brujas se asientan en ciudades para brindarles pócimas, videncias y dones. Kiki se cruzará con nuevos amigos que le ayudarán a descubrirse como bruja, y aprenderá que la intervención de otros no le resta crédito a su esfuerzo personal. 








Los escenarios son asombrosos y llenos de vida. La animación de los vuelos de Kiki sobre el mar que rodea la ciudad es cuidadosamente detallada; brinda una sensación de cercanía inminente. Con perspectivas cenitales que enfatizan el paisaje y a los personajes, los cuadros de las películas dirigidas por Miyazaki generalmente son elaborados con animación tradicional y fondos de acuarelas.

La música, a cargo de Joe Hisaishi, nos cautiva mientras disfrutamos de la historia, con transiciones suaves y bien estructuradas. Siempre encontraremos una pieza que nos rondará en la cabeza por un largo tiempo. Algo que las vuelve memorables es que incluso después de mucho tiempo siguen siendo reconocibles a primera oída, como sucede con A wish to the moon de Mi vecino Totoro, One Summer’s Day de El viaje de Chihiro, Merry Go Round of Life de El increíble castillo vagabundo y, por supuesto, A Town With an Ocean View, el tema principal de esta animación. Pueden pasar años y volveremos a tararearlas con solo escuchar los primeros acordes.

Por otro lado, los protagonistas de Miyazaki son demasiado humanos. Sus películas incluyen alguna enseñanza o consejo moral, a pesar de no haberlos buscado. Como parte de la infancia de muchos, son obras recomendadas para cualquier audiencia. Kiki: Entregas a domicilio mantiene en alto el influjo del director japonés.