Un vistazo a la mejor ciencia ficción salvaje.
A mamá, con cariño
En el primer episodio de Raised by Wolves, el androide femenino designado como Madre [Amanda Collin] les transmite a los niños que cuida en el exoplaneta Kepler22-b un mandato simple: Ustedes serán educados como seres humanos ateos, tecnocráticos y pacíficos. Sin referentes religiosos, los pequeños empezarán a enfermarse. Uno tras otro, morirán durante el transcurso de doce años. Excepto un chico llamado Campion [Winta McGrath]. En su preadolescencia, es él quien cuestiona y subvierte los principios ideológicos de Madre. El androide masculino, Padre [Abubakar Salim] es en apariencia un modelo más dócil, dedicado básicamente a la protección y el abastecimiento del núcleo familiar. En la repartición del trabajo, los hombres se dedican a la agricultura, administran los bienes terrenales, y el niño reza frente a la cosecha. Lo hace tras haber enfrentado experiencias de dolor y sufrimiento. A pesar de que Madre se lo haya prohibido. Su semilla es la desobediencia. Creer.
El trailer de lanzamiento insinúa cierta narrativa en torno a la fábula de los 3 cerditos. Little pig, little pig, let me in, dice Madre alrededor del fuego. Cuando llegan los adoradores del Sol, la facción religiosa que combatió en la Tierra contra los ateos, intentan desarticular la célula social que los androides primigenios habían establecido en el misterioso planeta. Surge la pregunta medular: ¿Quién es el verdadero lobo, Madre o los creyentes? La trama teje una trenza de historias con tal dilema de fondo. El espectador podrá decidir según su criterio. Por lo demás, las reflexiones filosóficas no entorpecen el curso de la acción. No estamos ante un guión contemplativo; el segundo episodio -> Pentagram contextualiza el momento de la batalla terrestre, las decisiones radicales de Marcus y Sue [Travis Fimmel + Niamh Algar] y pone en perspectiva los planes de Madre y Padre, las profundas diferencias entre ateos versus creyentes, así como el estado deplorable en el que se halla la Tierra. La visión del futuro es distópica, desoladora. Si nuestro planeta fue destruido, ¿en serio puede haber vencedores?
Hasta aquí, Raised by Wolves sabe cuándo mostrar sus cartas y lo hace de forma coherente. El entorno tribal de Kepler 22-b se alterna con las sofisticadas naves de la religión mitraica. Sus adeptos poseen una tecnología capaz de inducirlos a estado de hibernación con funciones cerebrales para interactuar entre sí, recurso que ya se distinguía en Prometheus (2012). Y los trajes incluyen un emblema idéntico al del caballero Solaire de Astora -> Dark Souls. Ya en el tercer episodio -> Virtual Faith, las relaciones creyentes/niños/androides se tuercen y las especies salvajes entran a la ecuación para desestabilizar la frágil existencia de todo cuanto respira. He intentado no revelar los orgasmos argumentales, una cascada de ultraviolencia para amantes del gore. Hay sangre, mucha, pero también relaciones afectivas estrechas, vínculos que los humanos crean con lo divino y lo mundano, espiritualidad sin Dios. La mirada de Ridley Scott + Luke Scott, directores del proyecto creado por Aaron Guzikowski, es homogénea y magnética.
Raised by Wolves integra componentes idóneos para ser una gran apuesta de HBO Max durante los próximos meses: producción impecable, complejidad temática, actuaciones sólidas y una historia solvente. Ciencia ficción salvaje, sin más.