La relación entre el escenario económico neoliberal y las distintas formas de espiritualidad es compleja y llena de matices. Este ensayo, que pertenece a la serie gráfica Tabula Rasa, disecciona varios conceptos esenciales.Las paredes sin techo
La perspectiva metafísica se desvanece. La sustitución de la religión monoteísta por prácticas heterogéneas—desde el ecologismo hasta la ufología corporativa y demás fusiones sorprendentes—evidencia que el ser humano podría inventar el culto a los lápices o a las arañas, si fuera el caso. La conciencia, en tanto portadora de sentido, le otorga una dimensión semántica a la realidad. No obstante, sin perspectiva ontológica, desaparece cualquier garantía de trascendencia. Oh, paradoja: el paisaje espiritual persiste, como un árbol navideño fuera de temporada.Tras la consolidación del modelo neoliberal en un entorno macroeconómico, se han presentado también brotes de prácticas de carácter místico en medio de la lógica turbocapitalista. Se percibe una reivindicación de la lentitud, el silencio y la espiritualidad en la vida cotidiana -> Contra el tiempo, Luciano Concheiro. A falta de Dios, a falta de dioses, el hombre sigue inventando rituales para encontrar sentido, aun cuando el modelo económico le sea desfavorable y lo empuje a la automatización laboral, la cosificación tecnológica y las burbujas financieras.Este movimiento dialéctico recuerda al de la oposición Kant-Sade durante la Ilustración, planteada por Lacan. En el caso de la dualidad capitalismo-religión, es posible observar que ambos escenarios coexisten y se complementan mutuamente, no a pesar del otro sino precisamente gracias al otro, como una pareja de recién casados envuelta en una relación de amor/odio eterna y deliciosa. O como la dualidad Trump-Estados Unidos: dudoso imaginar que el presidente surgiera en otro contexto, sin los elementos de la idiosincrasia estadounidense.Ahora bien, la crisis que supone el desvanecimiento divino también ha provocado que religiones como el Islam se recrudezcan -> Sumisión, Michel Houellebecq. Tras el atentado terrorista al periódico Charlie Hebdo, el autor francés señala que «El islam acepta el mundo tal como es, con su parte de injusticia. Esa sumisión es peor que la sumisión que exige el capitalismo. Es el fin del mundo.» Por un lado, entonces, tenemos el fin del mundo a través de la fe [neo oscurantismo] y por otro, la más delirante aniquilación turbocapitalista a través de la máquina [tecnolatría].
Densidad ontológica -> apuesta por el ser, el valor, la metafísicaAtomización conceptual -> apuesta por el objeto, la función, las matemáticasUna imagen poderosa -> Aprender a rezar en la era de la técnica, Gonçalo Tavares. El autor comenta: «Hay un cuento de Andersen que dice algo así como: “Me pidieron que rezara pero solo me acordaba de las tablas de multiplicar.” Ese, para mí, es uno de los conflictos esenciales del siglo XXI: la gente que solo consigue pensar en las tablas o que solo puede rezar. Un Padrenuestro se rezaba en sus orígenes ante cosas naturales y en cambio hoy ¿cómo lo hacemos frente a las máquinas, ante un paisaje artificial? Cambió el paisaje pero las oraciones no lo han hecho.»Tal desfase genera situaciones-límite inéditas y asombrosas. Incluso en videojuegos como NieR: Automata (2017), una colaboración de Platinum Games + Square Enix, la narrativa está saturada de referencias filosóficas a la muerte y la falta de consistencia ontológica. Tabula Rasa explora los síntomas de ese vacío, la incógnita de una ecuación incompleta, desde los planos estético y conceptual. Texturas de papel, imágenes de revistas vintage, scratches de grafito, gises y crayolas configuran este pequeño catálogo de impasses agnósticos.He aquí el hombre vacío de manos.