Cárceles
mentales
Por supuesto, lo anterior es solo un efecto
producido por el uso engañoso de los medios digitales. «Tenemos
empleos que odiamos para comprar cosas que no necesitamos», dice Tyler Durden
en Fight Club, y cuánta razón tiene. La
prisión psíquica, como explica Morgan en su ensayo, surge a pesar de uno mismo:
Nuestro estudio de la organización y el
inconsciente ha dibujado muchas imágenes de prisión psíquica, siguiendo las
relaciones entre nuestra vida consciente e inconsciente en términos de
sexualidad reprimida, patriarcado, miedo a la muerte, pecho materno, ositos de
peluche y sombras y arquetipos. Estas metáforas nos animan a llegar a ser más
sensibles acerca de los significados ocultos de nuestras acciones y
preocupaciones cotidianas y a aprender cómo podemos elaborar y transformar
nuestra energía inconsciente de maneras constructivas. Nos llevan a ver cómo la
agresividad, la envidia, el enfado, el resentimiento, la exaltación sexual y
otras dimensiones de nuestra vida oculta pueden reconstruirse en el trabajo de
la organización.
Lehman Brothers
En
Margin Call, película dirigida por J.
C. Chandor, se observa que el crack financiero mundial de 2008 a causa de los
paquetes tóxicos de hipotecas subprime fue
orquestado desde arriba por un grupo de ejecutivos de Lehman Brothers. El
corporativismo es agresivo, frío y jerárquico; se refleja en los despidos de la
primera secuencia, en los diálogos de John Tuld, el director general
(interpretado por Jeremy Irons) cuando dice: Les aseguro que no llegué aquí por mi inteligencia o cuando obliga
a Sarah Robertson (Demi Moore) a ser utilizada como chivo expiatorio ante la
posible quiebra. Dos analistas de riesgo menor y el jefe de la mesa de
negociación (Penn Badgley, Zachary Quinto, Paul Bettany) hablan de cómo gastan
sus sueldos en prostitutas, ropa y automóviles. Uno de los chicos llora en el
baño por el temor a ser despedido, y Sam Rogers, el jefe del departamento
(Kevin Spacey) únicamente está preocupado por la enfermedad de su perro. Margin Call es básicamente una historia
de terror financiero ambientada en Wall Street.
Strauss-Kahn
«En organizaciones agresivas e
individualistas, la cultura corporativa suele caracterizarse por lo que Wilhem
Reich describiría como ética
faliconarcisista. Los individuos faliconarcisistas identifican
subconscientemente conductas exhibicionistas, donde la satisfacción deriva de
ser visible y un triunfador»,
señala Morgan.
Welcome to New York (2014),
la película de Abel Ferrara basada en el escándalo sexual de Dominique
Strauss-Kahn (DSK), presidente del Fondo Monetario Internacional, es un caso
que ilustra lo anterior. Mucho se ha escrito sobre el perfil de Strauss-Kahn en
los medios. Una periodista francesa oculta bajo el seudónimo de Cassandra
hablaba sobre él en 2007, en el libro Secretos
de un contendiente presidencial:
Es un buscador de placer. Como todo animal
político, tiene problemas para controlarse. Su ojo con las mujeres es como un
láser: cuando entra a un café, una oficina o cualquier lugar público, sigue el
mismo ritual. Recorre la habitación con la vista casi imperceptiblemente,
mientras sigue hablando, durante solo unos segundos. Tras identificar a su
presa, la bombardea con mensajes de texto.
Los
términos empleados permiten comprender mejor las observaciones de Morgan sobre
cómo nuestras pulsiones inconscientes pueden afectar a la organización a un
nivel subterráneo. También conocido como el
rey de la fiesta, DSK fue absuelto dos veces: en 2012, cuando Nafissatou
Diallo, empleada del hotel Sofitel en Nueva York, lo acusó de agresiones sexuales—cuyo
proceso motivó su renuncia a la presidencia del FMI—y en 2015, cuando libró la
acusación de proxenetismo dado que no había pruebas en su contra.
De
nuevo, Morgan: «Delahanty y
Gemill, de la Universidad de Siracusa sugieren que deberíamos entender el papel
del inconsciente en la vida organizacional como un tipo de agujero negro. Como es bien sabido, la metáfora ha sido usada en
Física para caracterizar intensos campos gravitatorios aún invisibles que
absorben toda la materia que pasa. De forma parecida, la dimensión invisible de
la organización que hemos descrito como el inconsciente puede tragar y atrapar
las ricas energías de la gente implicada en el proceso organizacional.»
Agujeros negros.
Las metáforas pueden ser peligrosas.
Hotel Auschwitz
Ninguna organización está exenta de caer en las
trampas del lenguaje. El principal inconveniente de asociar y encapsular el
funcionamiento de una empresa con una metáfora es el reduccionismo. Dado que
una estructura organizacional puede cambiar, y debe cambiar para su permanencia
y crecimiento, hasta ahora no existe un solo símbolo, una metáfora perfecta que
refleje tal dinámica. Los intentos por conceptualizar y establecer estructuras
simbólicas favorecen el análisis, detectan fisuras. Como mapas mentales,
activan el pensamiento crítico y la imaginación poética.
No obstante, vivimos tiempos difíciles. La poética
organizacional corre el riesgo de perder prestigio. Quedarse atrapado en la
metáfora, defenderla en pro de una organización, supone riesgo de absolutismo,
negligencia o ingenuidad. Sin una dimensión ética, la dictadura del concepto
puede arrasar al individuo. A propósito de su novela Una niña está perdida en el siglo XX, Gonçalo M. Tavares
comentaba para El País [29.02.2016]:
Cuando los protagonistas llegan al hotel, todo está a oscuras y la
única luz es la que ilumina los nombres de las habitaciones con los nombres de
los campos de exterminio. Están perdidos y cuando tiempo después encuentran su
habitación tienen una sensación de alegría y alivio, parece una salvación, y
sin embargo es la luz terrible de Auschwitz. Cuando estamos a oscuras tenemos
que tener tranquilidad cuando surge una luz porque la luz que parece salvadora
puede ser perfectamente terrible y mucho de lo que ha ocurrido en el siglo XX
tiene que ver con eso. Esa oscuridad puede ser el desempleo prolongado, la
guerra, la pobreza. Es importante no permitir que se prolongue la oscuridad
porque puede aparecer una luz que puede ser peor que ella.
Y esa imagen, la de abrir
una puerta luminosa llamada Auschwitz sin saberlo, es aterradora, como metáfora
y como realidad.