2.7.12

Henry Darger, tour post-mortem



  Henry Darger, tour post-mortem
 
Cómico, triste, terrorífico, solitario, retraído, Henry Darger era una de esas criaturas fantásticas que la naturaleza produce de vez en cuando. Nunca se casó, no tenía amigos ni parientes a quienes avisar en caso de fallecimiento. Por las noches, los vecinos de su cuarto en Chicago escuchaban voces alternadas, marchas militares, conversaciones frente al espejo. Entre otras linduras, Darger amarraba con una soga su cartera, discutía en secreto con el meteorólogo del diario cuando éste se equivocaba y se había obsesionado por la muerte de una niña, Elsie Paroubek, de quien había leído una nota roja. Pero al morir en 1973, el viejo ermitaño se reivindicó. Nathan y Kiyoko Lerner, sus caseros, hallaron en el dormitorio donde vivía cientos de acuarelas paisajísticas que, según el caso, podían ser bélicas o celestiales, protagonizadas por 7 niñitas rubias. Las ilustraciones –y una cantidad menor de collages– habían sido hechas ex profeso para una larga novela de quince mil páginas, firmada por Darger, cuyo título recuerda epopeyas del Medievo: La Historia de las Niñas Vivian en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la rebelión de los Niños Esclavos. Los Lerner, ante tal hallazgo, decidieron inmortalizar a su inquilino. Darger, o su fantasma, exhibió varias obras en museos y galerías de renombre, su talento marginal fue aclamado internacionalmente y, en un homenaje póstumo ad hoc, una banda de punketas se hizo llamar The Vivian Girls.

Los estudiosos opinan que Darger padecía el Síndrome de Asperger, un tipo de autismo presentado en niños varones cuyas principales notas son la falta de empatía, la insuficiencia para las relaciones sociales, las conversaciones solitarias, los movimientos torpes y un profundo arraigo hacia un interés determinado. Ciertamente, las escenas creadas por sus misteriosas manos provocan una sensación de incomodidad, de cuestionamiento hacia los límites de la violencia infantil, y la mezcolanza de cristianismo, transexualidad y guerra en medio de paneles a todo color, en clave näif, con proto-lolitas, resulta irónica. No obstante, si el Universo Darger necesitara reforzamientos teóricos, Leopoldo María Panero sería el autor más idóneo. En el prefacio a El último hombre, el poeta esquizofrénico explica que además de «contrastar la belleza y el horror, lo familiar y lo unheimlich (lo no familiar, o inquietante, en la jerga freudiana) otro de mis métodos para la consecución de este libro es lo que el formalista ruso Sklowsky llamaba el extrañamiento: esto es, deslizar componentes anómalos en medio de un panorama familiar. Ceniza entre unas guindas, dos sapos en un jardín, tres niños adorados por los sapos: la fealdad rodeada de belleza o viceversa.» En términos visuales, Darger iba de lo asombroso a lo irracional: envió a las encantadoras niñas Vivian, seres híbridos del planeta Abbienia, a combatir contra el ejército del general Manley. Inventó dragones voladores para custodiarlas y, por si acaso, las dotó de diminutos penes.

El documental In The Realms Of The Unreal (2004) de  Jessica Yu, con las voces de Dakota Fanning y Larry Pine, completa el retrato psicológico. La estructura narrativa del filme apunta hacia tres direcciones. La primera consiste en una autobiografía de Darger, basada en su texto The history of my life, de 5,084 páginas. La segunda se refiere a cómo lo percibían sus vecinos. La tercera, más vistosa, introduce animaciones de sus propias acuarelas y collages, transportando al formato digital las escenas agrestes, su exuberancia, sus colores alucinados. «Tratamos no de marcar completamente cada historia sino de contarlas en paralelo, para tener una imagen mayor de quién era este hombre, cómo vivía y qué significaba este mundo para él» –explica Yu, enfatizando que Darger «estaba tratando de crear un mundo fuera de su imaginación, vivir allí y eso es algo que los artistas hacen pero que él llevó a un nivel donde realmente estaba sustituyendo el mundo real por el imaginario.» Y a tal punto perdió su lugar en este mundo, que abandonó Chicago para fugarse a otro planeta; el nuestro le parecía torpe, demasiado inverosímil, ficticio. Necesitaba uno monstruoso. La personalidad evasiva y triste de Darger hace eco a historias como Bartleby el escribiente, de Herman Melville y a Wakefield, de Nataniel Hawthorne, que describen personajes absurdos con altos niveles de negación vital, antecedentes de Sísifo en la literatura existencialista.

Para cerrar el círculo, la cinta de Yu informa que la habitación de Darger fue desmantelada en el 2000. Como epílogo, en los créditos se oye Innocent when you dream (78), de la rasposa garganta de Tom Waits. «¿Pueden creerlo? Al contrario de la mayoría de los niños, odiaba ver llegar el día en que sería grande. Quería ser joven para siempre. Ahora soy un viejo rengo, diablos», escribiría un Darger crepuscular, sin planes de una gira post-mortem.

–Christian Núñez