El Melancólico Estilo Viner
Jonathan Weiner (Nueva
York, EEUU, 1976), o Viner a secas, es conocido en el circuito del arte
neoyorkino como un artista lowbrow, término puesto en circulación en
1979 por Robert Williams, contrario al arte highbrow o elevado. Las
influencias del movimiento son más bien callejeras y populares; también se le
denomina Surrealismo Pop, aunque ciertos críticos no reconocen la
equivalencia. Aun así, el lowbrow ha sabido posicionarse en el negocio
galerístico con buenas ventas y un creciente consumo derivado hacia el mercado
de la música, las revistas especializadas y las marcas fashion. Entre
los clientes del pintor, destacan la famosa publicación Rolling Stone, Playboy,
Simon & Shuster, Elektra Records y Converse.
Inspirado en el tema de
la música, Viner hizo en el 2009 una serie de retratos de modelos en topless
con audífonos. La técnica, óleo sobre panel, resalta por un realismo figurativo
sólido. Entre sus influencias, el pintor menciona a Velázquez, Caravaggio y
Sargent, lo cual, por otro lado, no le viene nada mal a una propuesta
desenfadada, profunda y accesible a la vez.
El lowbrow recoge
del underground norteamericano expresiones contraculturales como
el punk, la historieta, el tatuaje y los autos hot rod. Otras
influencias vertidas al estilo son el animé, los flyers de música
electrónica, el graffiti, el kitsch y el diseño de moda. Una de las
características más vistosas del Estilo Viner consiste en la impecable
vestimenta de sus modelos, tanto hombres como mujeres, quienes combinan
acertadamente colores, texturas y accesorios en su atuendo diario. En Conduit
of dialogue, óleo sobre panel del 2007, una muchacha sobre fondo rosa
revisa su teléfono celular en una mesa con una jarra de gusto exquisito. A
discerning youngster (2008) muestra a una niña rubia muy seria, con falda
azul y botas de ribetes fucsia dentro de una biblioteca, sujetando un cesto
vacío. Bloodline (2007) representa a un hombre con barba enseñándole a
una pequeña cómo usar el arco, en un paisaje de árboles sin hojas donde
predominan los tonos ocres.
El Estilo Viner
correspondería a un surrealismo más cercano a Magritte que a Dalí, mezclado con
Polanski, pasado por Kundera y revuelto con Placebo. Porque toda vez que el
Viner onírico bromea, construye situaciones basadas en el aislamiento, en los
fríos patrones sociales y la desconexión emocional de los individuos. Su obra,
sin ser agresiva, pone el dedo en la llaga.
Viner también ha hecho dibujo. En realidad, se trata de estudios de trazos rápidos y
eficaces que aparecerán ya bien definidos en las pinturas posteriores, su
legítimo terreno. Esta sección divulga la mecánica del proceso. Muchas de las
imágenes garabateadas se transforman en cisnes cuando aterrizan sobre los
paneles del pintor. Artesano y artista prosperan mutuamente: los recursos de
uno, acentuados y embellecidos por el otro, mejoran la perspectiva, la
proporción y las composiciones. Del Viner dibujante se pueden obtener las mismas
características, deshuesadas, de su homólogo retratista. Donde vemos lápiz
habrá colores, junto a la mariposa crecerá un árbol, el hombre con el gato
terminará encendiendo la televisión y la niña con botas no querrá quitárselas
nunca.