Los libros conectan a las personas entre sí. Dejemos a
un lado los argumentos restantes. Cada libro nos abre las puertas hacia la
empatía y la comprensión del otro. Y también hacia el autoconocimiento.
La cuestión va más allá de lo provechoso en términos de
utilidad práctica, mérito académico o estrategia de consumo cultural—criterios
que reducen la lectura a un simple medio para obtener fines ajenos a su lógica
interna.
Leer es, hasta ahora, una de las experiencias más saludables para entender las complejidades del encuentro
humano. Los libros llevan las coordenadas de nuestro espíritu a los demás. Son un diálogo abierto en una montaña
iluminada.