26.4.18

persona non grata


Von Trier, el incorregible.


Mi existencia, durante toda mi vida, ha molestado siempre. Siempre ha molestado, y siempre ha irritado. Todo lo que escribo, todo lo que hago, es molestia e irritación. Toda mi vida como existencia no es otra cosa que un molestar y un irritar ininterrumpidos. Al llamar la atención sobre hechos que molestan e irritan. Unos dejan a las personas en paz, y otros, y entre esos otros me cuento, molestan e irritan. No soy una persona que deje en paz, y no quiero ser un personaje así.

Thomas Bernhard, El sótano


1. Lars von Trier, quien ha reaparecido en una entrevista con Peter Schepelern para hablar sobre su filmografía, la función de los premios y el alcoholismo que lo acompaña en sus fases depresivas, pronuncia casi al final una frase maravillosa, cuestionable y ejemplarmente polémica: Creo que todo buen arte es creado bajo condiciones dictatoriales. La afirmación trae al presente el incidente en Cannes  [18.04.2011], donde se atrevió a decir que entendía a Hitler. Una escena inolvidable, durante la conferencia de Melancolía (2011): el rostro incómodo de Kirsten Dunst. Digno de una película Dogma.

2. El danés no es el único director que sabe cómo agitar las aguas. La misma perversidad sale a la luz, de forma contundente, en La cinta blanca (2009). Michael Haneke desplaza el símbolo de un listón amarrado al brazo—para recordarle su pureza y bondad a un niño alemán—hacia el territorio de la esvástica. La maestría del director austríaco reside en que jamás oímos la palabra nazi durante el metraje, pues la metáfora se encarga de cumplir esa función simbólica. En una entrevista para El País [25.04.2009], comentaba: En mi mente tenía claro que quería hacer una película sobre cómo todo ideal se pervierte.

3. Más que clarividencia o epifanía, la visión crítica y el análisis sociológico son dos fieles acompañantes de ambos directores. Pensemos en Dogville (2003), una disección impecable de la sociedad estadounidense durante la Gran Depresión. Con todo, el enfant terrible del cine nórdico va más allá del retrato histórico. Crea distancia emocional para luego sacudirnos, a la usanza de Bertolt Brecht. Hasta en la música de los créditos, la frivolidad pop de Young Americans—tema de David Bowie—nos abofetea. Y eso, sin haber pisado suelo norteamericano; una de las fobias del buen Lars es, precisamente, subirse a un avión.





4. Si bien Dogville emplea recursos teatrales para construir su microverso, la sensación de encierro y vulnerabilidad es un factor dramático notable en Amor (2012), la historia de dos ancianos que pasan sus últimos días dentro de un apartamento. Por esta cinta, Haneke obtuvo la Palma de Oro en Cannes. Y sí. La historia apacible adopta un tono trágico y seco hacia las últimas secuencias. Lo mismo que Happy End (2017), donde el cineasta vuelve a retratar la hipocresía de las clases altas, con un brillante comentario ácido sobre las redes sociales y el voyeurismo digital.

5. Exhibir atrocidades como deporte extremo podría resumir los dos volúmenes de Nymph()maniac (2013), material que cualquier adulto apreciaría en solitario. Recomiendo la versión del director. Así como Anticristo (2009), el homenaje de von Trier a Tarkovski que incluye la mutilación de un clítoris y la profecía del caos. En 2018, The House That Jack Built, que se presenta fuera de competición en Cannes, promete ser una salvajada. De paso, incluyo en la lista El reino (1994), la serie de terror en dos volúmenes que más tarde adaptaría Stephen King para emitirse en 2004. La original, en tono sepia granulado, es mil veces mejor.

6. Obviando las discrepancias, tanto von Trier como Haneke apelan a la provocación construyendo narrativas que funcionan con capas de significado superpuestas y una intertextualidad cada vez más refinada. Ambos han construido sobre bases firmes un legado subversivo. Brady Corbet señala que la diferencia entre ambos podría ser que «Michael es realmente preciso y bastante didáctico en cierto modo, mientras que Lars no. Con Lars, apareces en una habitación con cien extras y empieza a rodar, y ni siquiera te dice qué hacer. Entonces, no hay una forma correcta de hacer las cosas.» La incorrección reina.


 

7. Mientras filmaba Bailando en la oscuridad (2000), con una Björk tan devastada emocionalmente que juró jamás volver a la actuación, von Trier volvió a meterse en problemas. Años después, durante el auge del caso Weinstein, la cantante islandesa lo acusaría de acoso y humillación [15.10.2017]. Polémicas aparte, la película obtuvo la Palma de Oro, y Björk se llevó el Premio a Mejor Actriz. Evidentemente, el danés se defendió de las acusaciones diciendo: «No fue así, pero la verdad es que no éramos realmente amigos.» Haneke, con semblante de pastor luterano, vestido de negro, sería el exorcista que Lars ha necesitado desde siempre.

Su travesura predilecta: unir el bien y el mal.

Fotogramas:
Dogville, 2003
Nymph()maniac, 2013
Anticristo, 2009
El Reino, 1994