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enero 14, 2017

la familia daptone

 

12 canciones de un gran sello discográfico.

Recientemente falleció Sharon Jones, una de las vocalistas más interesantes del nuevo siglo. Aprovecharemos este suceso para recordar su trabajo, así como el de la disquera a la que pertenece.

Daptone Records es una disquera fundada en 2001 por Gabriel Roth y Neal Sugarman.  Está ubicada en  Brooklyn, Nueva York. Sus oficinas no están en un edificio gigantesco de acero y cristal, sino en una casa pequeña, mitad estudio mitad cuartel general. 

Los estilos que generan están enfocados en revivir el afrobeat, el funk y el soul. Para crear su característico sonido usan equipo de grabación viejo, distanciándose de lo digital. Todo es grabado en cinta, pasado por consolas arcaicas y ejecutado con mucha alma.

Los artistas de su catálogo forman parte de una lógica similar. Sharon Jones y Charles Bradley, dos de los más famosos representantes de la disquera, no son jóvenes y están un poco pasados de peso. Pero es precisamente esta idea de artista la que Daptone defiende. Su  ética es: No nos importa cómo luces, lo importante es que puedas hacer bien tu trabajo. En una época donde solo importan las texturas, los ethos alternos se vuelven vitales.

A continuación he preparado una lista, absolutamente subjetiva, de lo mejor que tiene esta disquera. Omitiré aspectos técnicos como los nombres de los integrantes de cada banda, porque son colectivos grandes, que intercambian músicos. En vez de ello, me enfocaré en los nombres de las bandas, las canciones y su sonido.



The Budos Band – Up From The South. Pieza instrumental de espíritu afrobeat con melodías cinemáticas generadas por la sección de vientos. Estás en medio de una persecución dentro una película tarantinesca y tu Mia Wallace va echando tiros al automóvil de atrás.


Menahan Street Band – The Traitor. Instrumental perfecta para escabullirse en la madrugada por algo de comer al refrigerador.



Menahan Street Band Make The Road By Walking. Canción épica, como para entrenar box al estilo del semental italiano.


The Poets Of Rythm More Mess On My Thing. Funk descarado y en tu cara.


The Poets Of Rythm – It Came Over Me. Una baladita funk con mucho estilo.


The Poets Of Rythim – Upper Class. Ritmo gobernado por un bajeo relajado y contagioso. Despegamos.


Charles Bradley – The World (Is Going Up In Flames). Un lamento que te puede hacer rapear.


Charles Bradley – No Time For Dreaming. Pragmatismo en aplicación sónica. Manténganse en un lugar ventilado.


Sharon Jones & The Dap-Kings – How Do I Let A Good Men Down? La gran Sharon liderando una canción dinámica y muy evocativa del cine de los 70’s.

Sharon Jones & The Dap-Kings – 100 Days, 100 Nights. Una gran voz, una gran pérdida para la música. Recordémosla bailando de cachetito con nosotros mismos.


Naomi Shelton & The Gospel Queens – What Have You Done.  Naomi y sus reinas del gospel preguntándote que has hecho para cambiar las cosas. Políticas para el alma.



3 Titans The Life of a Scholar. Tres chicos rimando acerca de sus tribulaciones como estudiantes. Los Dap Kings y sus ritmos chiclosos, en el fondo.


Oremos. 
 



enero 06, 2017

el revival del rythm & blues


Con Malibu, Anderson Paak entrega un material versátil y renovador.

En años recientes muchos artistas se han acercado a géneros clásicos como el rythm & blues, el soul y el hip hop. Su aproximación resulta en una hibridación musical solo a veces exitosa. Pero lo que es innegable es que estamos viviendo una suerte de era dorada en la revitalización del r&b gracias a la frescura de artistas como Raphael Saadiq, Frank Ocean, Childish Gambino y The Internet. En esta ocasión hablaremos del campeón de la hibridación de géneros y saltos generacionales, Anderson Paak, y su álbum Malibu.

Una de las principales fortalezas de Paak consiste en hacer buena música en distintos estilos musicales. Estamos frente a una obra llena de ritmos infecciosos. La manera en la que construye melodías nos habla de un artista que hay que tener en la mira, no solo por su manera de sonar relajado sin ser cursi, sino porque sus canciones no caen en el lugar común del pop genérico. La arquitectura de sus canciones cargadas de letras honestas y personales flota sobre ritmos de hip hop que se bifurcan. Letras que nos hablan de su hermana cantando a Whitney Houston, de su primer par de tenis o de su papá tras las rejas.

Estamos frente a una obra
llena de ritmos infecciosos.

La voz de Anderson—rasposa, áspera y muy distintiva—fluye hermosamente cuando rapea y funciona mejor cuando canta, pero sin duda la manera en la que combina estos dos aspectos es la clave de su versátil magia. Mi prescripción es:
Bird, una canción con un arreglo de guitarra en repetición y trompetas suaves como caricias.
Heart Dont Stand A Chance, una joyita con una sección de ritmos difícil de ignorar.
Put Me Thru, un track alegre, guiado por el piano y la extraordinaria voz de Paak.
Am I Wrong: neo disco altamente bailable.
Lite Weight, otra joyita un poco más lenta, acompañada por coros que afectan el cuerpo invitando al movimiento.
Come Down. La canción con más estilo del álbum.
Sillicon Valley. ¿Una balada perreable?

Paak se rodea de su banda The Free Nationals y, además de ser vocalista, toca la batería. Cuando ves sus videos en vivo con una sonrisa en el rostro, no puedes dejar de pensar en una suerte de Stevie Wonder hipster.
Una placa de imaginación celeste
con los pies sobre la tierra.

Malibu es una propuesta arriesgada, pero no en un estilo espectacular de grandilocuencia vacía, sino desde una aproximación honesta, de imaginación celeste con los pies sobre la tierra. El camino que traza nos propone al músico como renovador de géneros. Como alguien que devora de la cultura popular para vomitar algo muy suyo.



Malibu
Anderson Paak
Steel Wool + OBE + Art Club + Empire, 2016



noviembre 16, 2016

the internet_hipnosis para días líquidos



Perfecta fusión entre jazz y hip hop.

Tal vez oír álbumes completos esté pasado de moda, pero todavía realizo ese extraño ritual. Tengo un aura más bien clásica: incluso leo las letras y escucho los temas en orden. De hecho, existe una banda muy buena, The Internet, con un álbum luminoso: Ego Death. El disco tiene pasajes débiles—ciertos momentos sobrados—, pero es un material con un mood agradable. Se recomienda escucharlo en audífonos o con un buen sistema de sonido, y subirle a los bajos.

La voz de Syd tha Kyd—una caricia, dulce y melódica que flota sobre bajeos funk, ritmos entrecortados y coros pegajosos—es puro chicle de miel. Álbum evocador de micro bailes, podría ser la banda sonora de la generación #NetflixAndChill y los oficinistas cool. El track Girl, por ejemplo, sabe a una piña colada en Tulum. ¿Special Afair? Una belleza que flota hacia tus oídos, con ritmo lento pero muy funk, al ritmo de la sonrisa de Syd tha Kyd mostrando todos los dientes. Puedes realizar unos pasos de baile miniatura al ritmo de Get Away. Puedes recalentar una papa al horno escuchando Under Control. La batería marca un funk orgánico, el sonido limpio de las guitarras ejecutan una melodía bossa que flota en compañía de una voz envuelta en reverb. Te puedes dar cuenta rápidamente que es la música ideal para hacer otras tareas.

Just Saying/I Tried fusiona dos tracks en uno. La primera parte desarrolla una base de hip hop con el pegajoso coro que repite You Fucked Up. A partir del minuto 03, la melodía evoluciona al sonido de los acordes suaves de una guitarra sin distorsión, y la voz melancólica y dulce de Syd expresa que tal vez algún día encontraremos un suelo común. Abundan las referencias sexuales, la idea del deseo y el anhelo—el ambiente que este álbum crea es íntimo y erótico, ideal para estar solo o bien acompañado. Ego Death suena a neo soul de California emanado directamente de las filas del colectivo de skaters que se han convertido en MCs y productores, Odd Future. La atmósfera en general construye un palacio celeste con delays, voces brillantes y ecos húmedos de melodías pegajosas, guitarras limpias, beats de hip hop y sintetizadores 4.20.

Veredicto: el sonido de The Internet en Ego Death resulta bastante etéreo, hipnótico y seductor. Sus estructuras son cambiantes y, por momentos, pareciera que hay canciones dentro de canciones, puentes y cambios que hacen que de repente te descubras rapeando solo. Perfecta fusión entre jazz y hip hop. Si te gustan las bandas que combinan las voces dulces y melódicas—como la de Tracey Thorn—con beats de R&B, quizás este sea tu lodo. El agua perfecta para tus días líquidos. La lluvia que moja por dentro.

Cambio y fuera.


 
Ego Death
The Internet
Odd Future/Columbia, 2015