mayo 03, 2016

bendito sida


90 minutos galopantes en el FICMY 2016.

El charro de Toluquilla (2016), el debut de José Villalobos Romero, obtuvo dos reconocimientos en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2016: el Premio Infinitum del Público y el de Mejor Documental Iberoamericano. La opera prima también se presentó en el Tribeca Film Festival de Nueva York y entusiasmó al público yucateco en el FICMY 2016. Un trabajo que llevó cinco años—durante los cuales  el director rentaría una casa en el pueblo del charro, para grabar 250 horas al más puro estilo cinéma verité, lo merece.

Jaime García, protagonista de esta alucinante crónica, es un mariachi que vive, canta, grita y se emborracha con música ranchera, amigos, novia, caballo y pastillas. Todo en desorden, sin rendir cuentas, como un macho mexicano alegre y fanfarrón. Es, además, seropositivo, y tiene una hija milagrosamente sana. Ha logrado encapsular el virus en su organismo (hace alardes de ello). Y nos abre las puertas de su casa—retrovirales incluidos—para mostrarnos una intimidad sin dramatismos, espontánea y excepcional.

Inmortalizado por el Dr. Alderete en un cartel que rinde tributo a la época dorada del cine mexicano, El charro de Toluquilla evita desentrañar los misterios del sida. Si bien los primeros cincos minutos nos ayudan a comprender de qué va la cosa, la película es básicamente un abrazo a la vida, un galopante viaje por la autopista a medianoche, un  definitivo. «El tema es la sobrevivencia», apunta Villalobos Romero. Y de paso, la revisión de un ícono de nuestra cultura popular en 90 minutos inolvidables.



Yo no soy joto. 

El charro de Toluquilla
José Villalobos Romero
Lupe & Hijos Films + FOPROCINE, 2016



el cine de bowie


 

asteriscoCinematográfico + Kino UADY te invitan al ciclo dedicado a David Bowie en Cairo Cinema Café (Calle 20 # 98A x 15 y 17, Colonia Itzimná), todos los martes a las 9 PM. Entrada libre




 
MAYO
[3] Ziggy Stardust: The Motion Picture
D. A. Pennebaker, 1973

[10] El hombre que cayó a la Tierra
Nicolas Roeg, 1974

[17] Cracked actor
Alan Yentob, 1974

[24] Feliz Navidad, Sr. Lawrence
Nagisa Oshima, 1983

[31] El ansia
Tony Scott, 1983

JUNIO
[7] David Bowie: Five years in the making of an icon
Francis Whately, 2013
*
David Bowie es la puerta que conduce a todas las puertas.
Manuel Alejandro Escoffié


mayo 01, 2016

zam zam_zumbidos en primera persona


CONEJOBELGA visitó la reciente muestra de MID51 en FrontGround.
  
El sábado que entras a ZAM ZAM chapter one, en lo que fue el LOBBY del Hotel TRINIDAD, se festeja el día del niño. En Mérida el calor ya es insoportable. Puede serlo más aun. Lo será en los próximos meses. Te saluda Victor Anduze, un chico del team MID51, para decirte que eres literalmente libre de deambular por las salas, a tu antojo y según tus propias reglas. No hay límites, no hay restricciones. Primero vas viendo sin querer encontrarle explicación a las cosas. A cada expresión en el enjambre de palabras del lobby, a cada zumbido de abeja africana que aletea detrás de tus orejas. Los andamios en medio de un follaje abultado semejan el set de una película del Santo, ese luchador icónico del cine mexicano. El cruce de la naturaleza con los materiales de un albañil hace volar tu imaginación. Al subir hacia la primera sala—a la derecha, a pocos pasos del recibidor—te vas a quedar observando largamente esas imágenes deconstruidas del territorio yucateco. Esa vista de águila tiene algo especial. Quizá nada más sea la organización de los fragmentos, la orfebrería del trazo. El calor sigue chorreando por tus poros como un ejército de hormigas. Eso, aquí en Mérida, es común.

Antes de entrar a FRONTGROUND / MANOLO RIVERO GALERÍA, antes de que el viaje como tal inicie, intercambias rápidamente algunas palabras con Victor, prometiéndole volver. Tras abrir la puerta negra de madera—indicio de un espacio por lo menos más viejo que tú—, una ráfaga de aire fresco te abofetea. La disposición de los objetos es impecable. Lo que allí verás tiene el sello de la casa. El común denominador de una línea de trabajo. La esencia de lo que Joan Duran suele llamar vitamina espiritual. Tomas cientos de fotografías como si fueras un turista casual. Recuerdas de paso a Minotauro, y sonríes. Y das vueltas como un león enjaulado, miras la sombra que proyectan los utensilios, te detienes frente a una pantalla que escupe fotografías segundo a segundo. A un costado, las sillas enumeradas que se han utilizado para las visitas escolares te guiñan un ojo. Son un homenaje a la disciplina, al trabajo en equipo y al espíritu geométrico. De hecho, una de ellas protagoniza el catálogo: una esbelta silla de aluminio multiusos. Para ver que JD es un workaholic que pasa 25 horas en la computadora, la referencia dio en el blanco.


ZAM ZAM sigue un leitmotiv, una mínima y obstinada luz que puede ser vista en la oscuridad. Por momentos tiene algo de landings, luego se desvía para emitir destellos de THE CONTAINER COLLECTION. Más tarde, al encontrarte varias piezas de Michael Gordon, junto a expresiones coloquiales de Belize—su país de origen—, entiendes que podrías formar parte de un mapa de ideas que se cruzan como los canales pluviales de las cartografías. Disolución de fronteras: mentales, geográficas, lingüísticas. Eso, aquí en Mérida, es extraordinario. Se vive en el siglo XXI con hábitos del XIX. El colonialismo mantiene a la sociedad atada de manos, en una lucha de clases que es un zumbido de moscas infinito. Los artistas están cada vez más inmersos en dinámicas de mercadotecnia, neoliberalismo y egolatría. Y, encima, las instituciones de cultura carecen de cultura y de institucionalidad. ¿Se han vuelto locos o qué les pasa?—recuerdas la voz de Joan a medianoche, unos días antes de la apertura, con el REC prendido de la grabadora. Nunca, ni siquiera en las dificultades más hostiles, se refirió a Yucatán como una región inhóspita. Únicamente dijo que lo difícil nos hace inteligentes.

La hurricane zone debería estar llena de genios.    

 


Imágenes: MID51