Habiéndoseles negado toda autoexpresión, y hasta los
impulsos más caprichosos que los padres aminoraban con su infinita paciencia,
los hijos se vieron atrapados dentro de una interminable ronda de actividades
dignas de elogio; en ningún lugar del mundo se prodigaban los elogios y
motivaciones con más generosidad que en la aldea Pangbourne, fueran merecidos o
no. En conjunto, los muchachos existían en un estado muy parecido a la
privación sensorial.
***
Uno no siente simpatía hacia Manson y los demás, puesto
que para ellos existía una alternativa, pero para los muchachos de Pangbourne
no la había. Incapaces de expresar sus propias emociones o de responder ante
las emociones de las personas que los rodeaban y sofocados bajo un manto de
elogios e incentivos, estaban atrapados para siempre dentro de un universo
perfecto. En una sociedad totalmente cuerda, la locura constituye la única
libertad.