Pero los vinos maduran. En Agosto de 2015, la diva
sombría entrega un material robusto, híbrido entre gothic folk, noise rock y
electrónica. Abyss
aborda la parálisis del sueño que padece la cantante, una vocación por el
vacío que ya se insinúa cínicamente en Pain is Beauty
(2013), su anterior temporada en el infierno. Los demonios buscan un solo
propósito: perturbar.
Wolfe lo sabe, y entre sus ceremonias litúrgicas
concibió un hermoso mediometraje—Lone (2014), a dúo con el
director Mark Pellington—que funge como breviario de pesadillas. Atmósferas
trastornadas y susurros nihilistas crean un entorno dolorosamente auténtico.
Una máscara nos arroja verdades crueles. Leopoldo María Panero fuma distraído.
En estos rituales simbólicos se reconocen
estrategias como las de Trent Reznor durante la época de The Downward Spiral
(1994) y The
Fragile (1999). Esa furia por explorar manicomios privados, de caer hasta
lo más profundo de un pozo sin monedas, de ver qué ocurre si uno sacrifica sus
límites emocionales. Quizá no haya otra forma de lograr el éxtasis: alcanzando
el limbo por caída libre.
Para seguir alimentando a la bestia, el EP Hypnos/Flame
(2016) es un aperitivo perfecto.