18.4.17

david fincher_simulacros y perversiones


La filmografía de David Fincher está llena de giros imprevistos y pistas desconcertantes.

A principios de 1980, David Fincher (Colorado, Estados Unidos, 1962) se abre paso como técnico en Industrial Light & Magic. Durante esos años, también dirigirá videos musicales y creará Propaganda Films. Alien3 (1992), su primera incursión en el cine, transcurre en una prisión espacial y trae de vuelta a la teniente Ripley (Sigourney Weaver), especie de Juana de Arco perdida en el planeta Fury 161. Fincher no sale ileso de esta primera experiencia, un debut fallido pero sustancioso. Se7en (1995) apunta ya hacia una reflexión madura sobre el mal e introduce la noción del gran teatro del mundo: “Qué marionetas más ridículas somos. Y qué burdo el escenario en que bailamos. No sabemos que no somos nada”, escribe John Doe (Kevin Spacey), el asesino en serie que mantendrá ocupados a los dos detectives de la historia. Uno joven, inmaduro y emocional (Brad Pitt). El otro, incrédulo y frío, a unos días de retirarse (Morgan Freeman).

The Game (1997) es un ejercicio de metaficción con el vacío como telón de fondo, y un final que le saca la lengua a la inmolación de Ripley en Alien3. Un multimillonario (Michael Douglas) recibe un obsequio muy especial de su hermano (Sean Penn), y en algún punto pierde la perspectiva entre realidad y simulacro. “Solo sé que yo era ciego y ahora veo”, le confiesa un empresario desconocido, con White Rabbit de Jefferson Airplane ejecutándose a modo de cántico espiritual. Fight Club (1999) va un poco más lejos en su exploración de los ls--e lap. leen ra a los menos enite Rabbit idad y el simulacro. "icio de mter de videos musicales--e lap. leen ra a los menos enímites. “Tus posesiones acaban poseyéndote a ti”, le dice Tyler (Brad Pitt) al protagonista (Edward Norton). “Tú no eres tu trabajo. Tú no eres el dinero que tienes. No eres el auto que manejas. No eres el contenido de tu billetera. No eres tus pantalones de mierda. Tú eres la materia fecal desobediente del mundo.”




El malestar consumista da pie a una proliferación de clubes de boxeo clandestinos. “No tenemos una Gran Guerra, una Gran Depresión. Nuestra gran guerra es espiritual. Nuestra gran depresión son nuestras vidas”, predica Tyler. Se avecina un desenlace explosivo, por decir lo menos. A estas alturas, Fincher decide dar un giro hacia proyectos más accesibles, como Panic Room (2002), un thriller claustrofóbico de tono convencional protagonizado por Jodie Foster. Luego vendrá Zodiac (2007), la historia de un asesino esquivo y una investigación malograda. Aquí el asunto de la mediatización cobra fuerza: Zodiac no aparece, pero todos quieren ser Zodiac. Fama y crimen se besan las manos. The Curious Case Of Benjamin Button (2008), basada en un relato de F. Scott Fitzgerald, plantea una dolorosa reflexión sobre el tiempo. Un hombre que nace anciano experimenta su juventud a la inversa. ¿La consigna? Nunca es tarde para ser tú mismo.

The Social Network (2010) examina las raíces del simulacro social a través de los orígenes de Facebook—con música de Trent Reznor y Atticus Ross, colaboradores asiduos al ruido inteligente. Antes de volverse multimillonario, Mark Zuckerberg era un chico de 19 años orgulloso, antisocial y pedante. Un geek translúcido. The Girl with the Dragon Tattoo (2011) vuelve al tópico literario del Theatrum mundi: el periodista Mikael Blomkist investiga el asesinato de Harriet, la sobrina de un poderoso industrial sueco. Para ello, contratará los servicios de Lisbeth Salander, una violenta hacker con memoria fotográfica. Sin embargo, nada es lo que parece. Gone Girl (2014), un ensayo sobre el matrimonio perfecto y fallido, explora esta tesis en un paisaje diferente: Nick y Amy, una pareja de escritores en problemas, construyen su versión personal del infierno doméstico.

Ya sea por las temáticas oscuras o el refinamiento visual, la filmografía de Fincher mantiene una coherencia interna que, vista en retrospectiva, dibuja interconexiones. Uno de sus proyectos recientes, la serie House of Cards, repite el adagio de The Game—“Todos actúan, todos fingen”—ahora en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Más que un teatro, el mundo es ahora una sala de cine digital. Una burbuja de aislamiento  colectivo. Y Fincher nos dice: Mantén los ojos abiertos. Desengáñate.