1. Podría decirse que la trascendencia de una banda se mide
por el grado de inmersión emocional que sus canciones provocan a niveles
microscópicos, donde no solo entran la subjetividad y los recuerdos, sino
también las conexiones neuronales. Las melodías fungen como pretextos para
rupturas, enamoramientos, bodas, cortejos fúnebres. Días de pesca y noches de
sismos. Un ejemplo, intencionadamente kitsch:
cuando miras el video de Can You Feel It,
resulta evidente que The Jacksons se estaban adelantando al espíritu de los
tiempos. El multiculturalismo, la globalización y las relaciones que luego
serían redes sociales ya están ahí. En una canción de 1980 que pone a bailar
presente, pasado y futuro. Y abraza con optimismo, de un solo golpe, funk, soul y mainstream.
2. Cuando descubres que una canción empleada con
inteligencia en cierta escena de un filme, o en los créditos finales, te deja
completamente trastornado, sintiendo hormigas y fantasmas en el tórax, no
puedes negar que algo pasó. En Boyhood (2013), el filme de Richard
Linklater que captura el paso del tiempo como si fuera chicle estirándose, el
tema final es Deep Blue, de Arcade
Fire—incluido en The Suburbs (2010).
Una composición sobre la incertidumbre ante los cambios y el miedo a las
transiciones. La letra alude (aunque no de modo exclusivo) a la poderosa
computadora creada por IBM para vencer al ajedrecista ruso Gary Kaspárov. Hay
una trama dentro de otra, lo que llamamos intertextualidad.
Linklater puede gustarte o no, pero la canción del reparto vale oro.
3. Al parecer, a Win Butler y Régine Chassagne—papá y mamá
de Arcade Fire—les fascina componer letras emotivas y contarnos historias.
Quizá no lo sepas, pero Funeral (2004),
su primer álbum, fue titulado así como un homenaje póstumo a los familiares de
los músicos que fallecieron durante su grabación. Neighborhood 2 (Laïka), Wake
Up y la sombría In The Backseat
irradian el tono amarillo de las fotografías viejas. Laika, otro personaje
moscovita, fue la primera perra callejera en llegar al espacio. En sus tiempos,
a los astronautas rusos se les decía, cariñosamente, cosmonautas. Laila viajó tan lejos que logró darle la vuelta a la
Tierra, pero no pudo volver para ladrarlo. Se le acabó el oxígeno en órbita. Un
monumento para ella por favor.