24.4.12

Joan Fontcuberta: El nacimiento de la ironía




 Joan Fontcuberta
El nacimiento de la ironía



No cabe la menor duda: estamos mintiendo
Elaboradas técnicas fotográficas con discursos que bombardean la verdad y la ficción. Piezas de corte documental cuyo fin último no consiste en capturar la realidad ni —mucho menos— imitarla, sino en producir una hecha a la medida. Cuestionamientos en el aire y la tierra y los límites del fuego y la luz. Sopla el viento sobre las criaturas imaginarias: simulados astronautas rusos, fósiles falsos de sirenas, terroristas islámicos y la sangre como negativo. Sopla más fuerte: Joan Foncuberta (Barcelona, España, 1955) corta el aire de un tajo. Así nace la ironía.

Fontcuberta es un fotógrafo radical, de ésos que se divierten creando a partir de la nada y estableciendo un orden lógico/imposible en sus proyectos. Para muestra un botón: la serie Fauna (1987), en colaboración con Pere Formiguera, compendia un catálogo alemán de animales extraordinarios: el del Dr. Ameisenhaufen's Fauna. Sí, eso no existe. Y sin embargo, no es mentira.

La sola mención de “Lo Real” nos pone a la defensiva. Que algo pueda ser tomado en serio nos ocasiona patadas al hígado. «Cabe imaginar una cultura en la que todos rían espontáneamente cuando alguien dice: Esto es verdad, esto es real», comenta Jean Baudrillard. Lo comenta como un francotirador de certidumbres. Pero nos guste o no, estamos en esto juntos —diría Trent Reznor. Tú, que miras lo que te rodea. Yo, que registro lo que nos rodea. Y en una suerte de triangulación burlona, un fotógrafo que rodea lo que nos abraza a los tres. Y arriba, el Ojo Divino.


Amargos paralelismos
En la obra de Fontcuberta se distingue un acercamiento a la Bellatin. Ambos proponen rutas críticas en sus disciplinas, las ensamblan y desmontan a su gusto, tararean y chiflan con malicia un himno al relativismo de las percepciones y nos hacen creer en lo que ni ellos mismos depositan su fe. Oficio de tinieblas.

En la serie titulada Hemograms (1998), el fotógrafo español invita a sus amigos a que le entreguen una muestra de su sangre, la cual usa como negativo para explorar la identidad y su propia expresión transformada en arte abstracto. Así Bellatin, en El pasante de notario Murasaki Shikibu (2011) reinventa la identidad de la escritora (real) Margo Glantz transformándola en un pasante de notario ficticio y la escritora japonesa del siglo X Murasaki Shikibu, que creará un Golem destructivo. ¿A quién creerle? ¿Y para qué? Las preguntas que dividen lo real de lo imaginario se desvanecen.

Poco antes de realizar Deconstructing Osama (2007), montaje presentado en la Fundación Pilar y Joan Miró de Mallorca, Fontcuberta explicaba en una entrevista por Jacinto Antón para El País (11.02.2007): «Tengo un proyecto en cartera, precisamente sobre Osama Bin Laden; un trabajo irónico, de parodia de situación, en el que me disfrazo de terrorista islámico, con barba, indumentaria árabe, Kaláshnikov. Juego con la idea de que todos estos terroristas fueran en realidad actores contratados por servicios de inteligencia para representar a los villanos. Ésa es una idea que le ha pasado por la cabeza a mucha gente. Sencillamente parece imposible que ese mundo de la cueva en algún lugar de Afganistán, esos vídeos caseros, de estética tan doméstica, sea todo algo real. Resulta increíble que a unos tipos que tuvieron la capacidad tecnológica suficiente para montar y realizar el 11-S, la sofisticación y el dinero no les alcance para grabar unos vídeos como Dios manda.»

En su tumba, Lewis Carroll debe carcajearse.

 –Christian Núñez
 


 Nota publicada en la columna EL MACAY EN LA CULTURA del Diario de Yucatán [23.04.2012]