—Lo que aquí en el mar pasa por la mayor
belleza, tu cola de pescado, les parece a ellos detestable en la tierra.
¡Pobres hombres! ¡Para ser hermosos piensan que es preciso tener esos dos
groseros tentáculos que llaman piernas!
—¡No sé lo que me pasa, pero a él es a
quien amo con todo mi corazón y con toda mi alma; él es el que ocupa todos mis
pensamientos y al que quisiera confiar la felicidad de mi vida! ¡Todo lo daría
por él y por conquistar un alma inmortal! Mientras mis hermanos bailan en el
castillo de mi padre, voy a buscar a la bruja del mar, a quien tanto horror
tuve hasta hoy. Acaso ella pueda darme consejos y ayudarme.
—Sé lo que quieres—exclamó al ver a la
Princesa—. Tus deseos son estúpidos. Sin embargo, me prestaré a complacerte
porque sé que traerán tu desgracia. (…) En fin, has hecho bien en venir.