25.10.16

lo profundo


Sumérgete en estos autores. 
 

Señala David Lynch en Atrapa el pez dorado, su libro sobre las ideas creativas y la meditación, que para atrapar los mejores peces debemos sumergirnos a las aguas de mayor profundidad. “En las profundidades, los peces son más poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y muy bellos.” Basta recordar 2-3 escenas de su filmografía para darnos cuenta que su método es de una efectividad innegable. Esto me recuerda particularmente, per negationem, el relato de Patrick Süskind sobre una estudiante de artes que carecía de profundidad [La atracción de la profundidad, contenido en Un combate y otros relatos] y se la pasa buscándola por doquier, hasta que por fin se arroja desde una torre. En general, carecer de profundidad implica no sólo el riesgo de volvernos inocuos, sino aburridos y superficiales. Quizá un lujo demasiado caro que los artistas rehúyen sistemáticamente.

Hay varias maneras de conseguir hondura narrativa. Autores como A. M. Homes, por ejemplo, son de un tipo psicologista y fáctico al mismo tiempo, y suelen escribir con recursos cinematográficos. En todo caso, su cine consistiría en una buena mezcla de thriller, suspenso y humor negro. Como en Georgica, un relato incluido en el volumen Cosas que debes saber, en el que una chica se dedica a recolectar condones usados a la orilla del mar. Homes tiene un talento fuera de serie para construir atmósferas en las que lo familiar se vuelve monstruoso, y retrata a la sociedad norteamericana sin eufemismos. Basta decir que su novela El fin de Alice ha sido considerada una mezcla de Lolita y El silencio de los inocentes. Averigüen por qué.


Otro autor interesante a la hora de recrear situaciones incómodas es Peter Stamm. En la laguna de hielo y Lluvia de hielo [el segundo da nombre al libro en el que se incluyen ambos relatos] moldean el drama a fuerza de contención, y remiten por su elegante tratamiento de la miseria humana a directores como Michael Haneke y al Camus de El extranjero. Stamm nos sirve un par de platos fríos, el primero sobre un suicidio amoroso y el segundo acerca de los últimos días de una mujer tuberculosa en su habitación de hospital. Sorprende que con elementos tan austeros se puedan lograr esos matices. Pero los peces de las profundidades son así. Raros y absolutamente insólitos.


Y hablando de peces profundos, esta breve reflexión quedaría incompleta sin Salón de belleza, de Mario Bellatin, una novela depurada con gran dominio técnico. El narrador, hábil con las elipsis, entreteje la transformación de su salón de belleza en un moridero para enfermos terminales de sida con el comportamiento y los hábitos de los peces que compra para decorar sus interiores. Estructurada mediante fragmentos, la trama mínima consigue atraparnos para leerla en una sola sesión. Y eso es ya demasiado.
 
Atrapa el pez dorado
David Lynch
Mondadori, 2007

Un combate y otros relatos
Patrick Süskind
Seix Barral, 1996

Cosas que debes saber
A. M. Homes
Anagrama, 2005

Lluvia de hielo
Peter Stamm
Acantilado Editorial, 2002

Salón de belleza
Mario Bellatin
Tusquets, 2000