Las palabras escritas dan miedo.
Le he escrito una
carta.
Siempre me ha gustado escribir cartas. Las palabras son un
cortejo violento. Entran dentro de la carne de quien las lee.
Las palabras escritas dan miedo.
Siempre he pensado que cuando se escribe se exterioriza el
ritmo del alma; cuando se habla, se miente; cuando se escribe, no. No es
posible. Es como sacar al exterior algo vital y horroroso, como un órgano
aplastado sobre el papel.
Poner un hígado en un sobre y enviarlo: eso es escribir
cartas.