28.1.19

climax_la fiesta y el éxtasis


Gaspar Noé
tiene algo para ti.
Salud.

Gimnopedias

Desde una vista cenital, una forma humana repta sobre la nieve. Al fondo, se oye el primer movimiento de las Gymnopedies de Satie por Gary Numan. Corte a un grupo de jóvenes bailarines hablando en casting sobre sus expectativas frente a una coreógrafa. En cuanto al proyecto, a su entrega profesional, a sus sacrificios. La imagen, visiblemente noventera, carece de alta definición. La vemos en un monitor antiguo entre libros y películas apiladas con aparente desorden: Possession, Suspiria, Un Chien Andalou. Créditos. Luego, un ensayo de baile dentro de un colegio abandonado, como metáfora de lo que nos espera. Al fondo, Supernature.


Sartre + Vice

Climax inaugura un nuevo género de terror, sin ser una cinta de género ni un documental. Recluta a un grupo de chicos que no son actores profesionales al mando de Selva (Sofia Boutella) para las audiciones a un proyecto en Estados Unidos. Tras el último ensayo, durante los festejos antes de partir, todos ingieren una sangría adulterada con cantidades obscenas de droga—LSD, MDPV, ¿quién lo sabe? Lo que viene a continuación será el infierno. Allí donde Noé sabe brillar, y ya lo hizo antes. Resulta fascinante la renovación de su discurso visual, al tiempo que mantiene sus preocupaciones existenciales. Donde antes vimos incesto, violaciones, drogas duras, clubs subterráneos y tríos, ahora presenciamos un performance demoníaco a puerta cerrada—Sartre + Vice. Mucho de lo anterior comprimido en un ácido. Y te advertimos que no es poca cosa.







El misántropo y la tribu

Mientras contemplo la ruina de nuestra especie, trazo una línea imaginaria de Irreversible (2002) a Climax (2018). Excluyo Enter the Void (2009) y Love (2015), pues persiguen la adulación de un público ya cautivo mediante pirotecnias experimentales y efectismos narrativos. Y mira que Gaspar Noé sabe cómo polemizar, pero en ciertas ocasiones lo hace con mejores recursos. Climax, en este sentido, pone el dedo en la llaga de modo tan sincero que conmueve. Y no deja de hurgar. Es una tragedia colectiva, en la que vemos un theatrum mundi sobrecogedor, multirracial, convulso; un baile satánico. El dedo se hunde tanto que resulta insoportable no sentir náuseas. Noé cierra así un círculo, que Seul Contre Tous (1998), su primer largometraje, había abierto. Una herida cada vez más grande, una hemorragia púrpura proyectada en dos décadas.


Sociología de la fiesta

Climax estimula tus sentidos a tal grado que provocará precisamente lo que promete su título. Mantener los ojos abiertos a la tragedia humana no siempre es grato, pero creo que en ciertos casos, donde hay una experiencia estética, el placer y el dolor se fusionan. Noé me recordó al Houellebecq de Las partículas elementales. Ambos rastrean los horrores en el centro del hedonismo. Son sociólogos de nuestras pasiones, aunque no se lo propongan. Y nos despiertan amor u odio por idénticos motivos. Climax explora nuestra mitad siniestra como lo haría Cioran, con un excelente apartado sonoro y un malviaje épico.


Climax, 2018
Gaspar Noé
Arte France Cinema + Rectangle Productions + Wild Bunch