3.1.19

bandersnatch_paranoia interactiva


Es como si Corre, Lola, corre,
Pac-Man y El mito de Sísifo
coincidieran en un mundo paralelo.

1. La estrategia de Netflix cambió. Los últimos días de 2017 había liberado la cuarta temporada de Black Mirror, con seis capítulos de eficacia fluctuante. Esta vez—el pasado 28 de Diciembre de 2018—lanzó Bandersnatch como una película interactiva dirigida por David Slade, en la que tú, espectador, mueves los hilos del destino. De entrada, la novedad no lo es tanto. Existen videojuegos de actual generación tan sofisticados, o incluso más, que nos permiten tomar decisiones. Faltaría precisar si tales alternativas realmente modifican el curso de la historia de modo categórico. Sin ir más lejos, Heavy Rain o Detroit: Become Human, de Quantic Dream, o los títulos interactivos del difunto estudio TellTale Games—The Walking Dead, The Wolf Among Us—apuntan en esa dirección, sin dejar de lado las dos entregas de Life is Strange, por cuenta de Dontnod Entertainment. La idea ya existía; Black Mirror la vampirizó. Veamos cómo lo hizo.

2. Bandersnatch tiene ciertas particularidades. No es una aventura gráfica de videojuegos ni un largometraje convencional. Tampoco nos permite crear un flujo narrativo propio, sino que abre alternativas que conducen a ciertas variantes ya fijadas por la lógica interna del relato. Se trata, claro, de una historia distópica, fuertemente ligada a la cultura popular ochentera, con guiños calculados a los episodios previos de la serie. Charlie Brooker adereza cada escena con referencias a la música retro, al Atari y los incipientes ordenadores caseros, y a la cultura gamer underground. Además de George Orwell y Lewis Carroll, otro de los autores fetiche que sobresalen en el conglomerado de easter eggs es Philip K. Dick, escritor de culto experto en conspiraciones paranoicas. Por desgracia, un gran porcentaje de esa metanarrativa se desvanece si esta es tu primera experiencia Black Mirror. Vas a disfrutarla menos.






3. La experiencia interactiva es consecuente, pero no deja de provocar decisiones que ponen al protagonista en circunstancias desesperadas. A nivel de guión, estamos ante una pieza bastante simple: eres Stefan Butler (Fionn Whitehead), un joven programador que intenta adaptar la novela Bandersnatch a un videojuego, para lo cual recurres a Tuckersoft, donde conocerás a Colin Ritman (Will Poulter), toda una personalidad en el sector. Un evento de tu infancia será decisivo para activar el conflicto central de la historia: creerás que alguien está vigilándote, y que vives en una realidad controlada por Netflix (¡!). El malabarismo narrativo es tan ingenioso que realmente enamora. Las situaciones adoptan un tono de pesadilla delicioso. Decidas lo que decidas, terminarás en problemas. Una chica con la que salí varios meses, en momentos de crisis, solía decirme: Haz lo que tengas que hacer, en un tono que no admitía errores. Lo mismo aquí.

4. Cuadros clínicos como el trastorno de despersonalización y la psicosis paranoide agudizan la sensación de que el videojuego que estamos programando será nuestra ruina. No solo a nivel mental, sino en el amplio sentido de la palabra. Nos destruirá como un virus fulminante, de adentro hacia fuera, centrífugamente. Bandersnatch explora los aspectos más turbios de la creatividad, sus laberintos inverosímiles, y solo brinda disyuntivas trágicas. Nos hará sentir culpa y frustración, amplificará nuestras obsesiones. A mitad del camino, recordé un relato de Salvador Elizondo, La historia según Pao Cheng. Y, en general, el mecanismo tipo cinta de Möbius o ilustración de Escher puede agotarnos emocionalmente. Es como si Corre, Lola, corre, Pac-Man y El mito de Sísifo coincidieran en un mundo paralelo. Decidas lo que decidas, te sentirás vacío, cansado, dispuesto a saltar por la ventana una y otra vez. Quizá lo hagas.


Bandersnatch, 2018
David Slade
Disponible en Netflix