16.2.19

nora de la cruz_desde los márgenes


En Orillas, Nora de la Cruz
narra la incertidumbre,
el balance de un pasado triste
y las exigencias de ser adulto.


A la orilla somos llevados por la llaga.
Jeannette L. Clariond


1. Sobre la mesa, un libro, una caja y hormigas alrededor. Tenue repertorio de animales heridos. Orillas, de Nora de la Cruz, está integrado por siete cuentos: Estrellas recién lavadas, A la orilla de la carretera, Veracruz, Primer día, Misión: Cuba, XV y Progreso. Se lee en un par de horas. Es como fumarse una cajetilla de cigarros después de mucho tiempo. Uno tras otro, hasta dejarla vacía. Caja, libro, cigarro. Tan pronto como terminas de leer, sientes un agujero. Para asimilar el golpe, respiras, sales a caminar, observas el suelo. Una expedición de hormigas intenta llevarse los trozos de un alacrán enorme. Miras el cielo, arriba, grisáceo. Percibes el ambiente húmedo. Lloverá.

2. En Orillas, Nora de la Cruz ejerce la escritura desde los márgenes. Sus criaturas transmiten una vulnerabilidad casi congénita. Cierto candor anima sus pasos. En medio de situaciones hostiles o decepcionantes, la realidad les falla. O ellos no se ajustan a los moldes sociales. Ocurre de forma natural: por una relación entre hermanos que bordea el incesto, un primer día de clases accidentado, un robo en la carretera o unas vacaciones frente al mar. Algo está roto, entre padres e hijos, en las relaciones de pareja. Somos extraños frente al prójimo. El otro es un océano. El desajuste, narrado en frío, añade una densidad semántica particular a cada historia. Lo que se siente en una sala de urgencias.




3. No es descabellado el símil. Un pasillo de hospital nos despoja de lo accesorio. Nos permite ver más allá de lo cotidiano. Produce un desfase entre el mundo tangible y la angustia aplastante que mordisquea nuestro ánimo. Miedo de no saber qué pasará, y miedo de que ocurra. Tiempo muerto, vida congelada. Orillas narra la incertidumbre, el balance de un pasado triste y las exigencias de ser adulto. Nora de la Cruz registra el proceso de madurar a la fuerza, en menos de cien páginas, con siete postales de un México precario. Somos quienes no somos, y la vida está resuelta y es triste, escribe Bernardo Soares, el heterónimo de Pessoa. Así en Orillas.

4. De la Cruz admite afinidades con autores rusos como Gógol, Dostoievski y Tolstói. Sus espíritus sacuden las ventanas. Con ellos aprendemos a mirar detenidamente, a comprender que la observación será una brújula para nuestro barco angustiado. Un barco que regresa tras un ciclo de oscuridad. «Quería que los cuentos fueran conmovedores y tuvieran cierto grado de crudeza, pero también que se notara en ellos un razonamiento y también densidad. Las cosas que se cuentan son muy duras e incluso violentas si te detienes a mirarlas, pero la intención era observarlas con naturalidad, compasión y esperanza», señala la autora. Me ahorro los spoilers. Te recomiendo conseguir un ejemplar.

Aquí puedes leer un adelanto.
  

Orillas
Nora de la Cruz
Paraíso Perdido, 2018


Imágenes Unsplash I Paz Arando