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enero 20, 2023

the last of us_mapa de las tinieblas


The Last Of Us, serie basada en el título

de Naughty Dog, libera su primer episodio. 

Aquí nuestras impresiones.   

 

Tras el lanzamiento del primer episodio, The Last Of Us (2023) se ha convertido en una de las series más prometedoras dentro del catálogo de HBO. Se basa fielmente en la narrativa del videojuego lanzado en 2013 por Naughty Dog para PS3, aunque logra cohesionar mejor las tramas y sutilezas de cada personaje. En síntesis, una versión ampliada del fresco dramático desarrollado en las cinemáticas del relato original, con créditos en el guión de Craig Mazin (Chernobyl, 2019) y Neil Druckmann, creador del título.


La sinopsis va de un contrabandista—interpretado a la perfección por Pedro Pascal— y una adolescente de 14 años al parecer inmune al contagio de un virus por hongos Cordyceps—Bella Ramsey, a quien vimos como la vengativa Lyanna Mormont en Game of Thrones—que deben atravesar el territorio en ruinas de Estados Unidos. Las Luciérnagas, facción rebelde que intenta contrarrestar esta pandemia, se relaciona con el destino de los protagonistas, y las capas de motivaciones intrínsecas se hacen cada vez más visibles y salvajes. Eso, y los zombis.


El tono de la narrativa va de existencialista a trágico, atravesado por momentos de survival horror crudísimos. Hay mucho de La carretera en sus referencias, la novela del estadounidense Cormac McCarthy, que ya de entrada es una carta de recomendación sincera. También destaca la cuidadosa selección de directores; en total, la primera temporada consta de 9 episodios, filmados por Mazin y el propio Druckmann, Peter Hoar, Jeremy Webb, Jasmila Žbanić, Liza Johnson y Ali Abbasi. Por lo demás, el formato cinematográfico luce impresionante, y se le hace justicia a la esencia de The Last Of Us que los gamers conocieron en PlayStation. 


En las actuaciones secundarias, Anna Torv como Jess y Gabriel Luna como Tommy añaden contrapeso al arco dramático. Los escenarios y efectos especiales sobresalen por su realismo radical (ha sido filmada en Alberta, Canadá). Si bien el videojuego tiene una gran base de seguidores, la serie sabe cómo formarse una identidad propia irresistible sin renunciar a su código genético. Durante el primer episodio, la banda sonora de Gustavo Santaolla se fusiona con Depeche Mode, y en general se toman decisiones arriesgadas que fortalecen la puesta en escena.


Si te sientes perdido en la oscuridad, esta es la serie que debes ver a medianoche, sin mapa.






abril 19, 2021

sharp objects_esquirlas del gótico sureño


En Sharp Objects, Gillian Flynn explora

las turbias relaciones madre-hija con ejemplar salvajismo. Reseñamos la adaptación del libro a la miniserie de HBO.



A veces nada te detiene cuando vas descendiendo

Y en el fondo no se encuentra la salida

En el fondo solo existen los comienzos


La Barranca, Cuervos



Llegué a la adaptación de Sharp Objects (2018) en HBO tras el impacto que Gone Girl me había producido, y lo hice a través de una reseña sobre el material audiovisual de Gillian Flynn, una autora de la que no he leído los libros originales. Mismo caso que con la saga de Game of Thrones, cuyos voluminosos tomos están esperando en algún lugar de mi biblioteca de series basadas en películas. Por supuesto, esa biblioteca no existe y es conocida la advertencia de que resulta engañoso juzgar el legado de un autor a partir de sus productos derivados. Ya en el colmo de la ironía, si uno es cínico, puede fingir que ha leído las obras originales con tan solo ver tal serie o filme, y construirse un concepto alternativo y personalísimo del asunto en cuestión. Errado y pretencioso, sí, pero honesto. Tantas obras de Stephen King se han diseminado gracias al cine que sería descabellado exigirle al consumidor cultural una devoción estrictamente lectora.  

Dirigida por Jean-Marc Vallée, la miniserie de Sharp Objects desarrolla el eje de la trama en torno al asesinato de dos niñas en Wind Gap, pueblo natal de la periodista Camille Preaker [Amy Adams/Sophia Lillis], quien es enviada por su jefe a cubrir el crimen. En cuanto se instala en la casa materna, olfatearemos una atmósfera que detonará recuerdos incómodos: la pérdida de su hermanita, el maltrato recibido por parte de Adora [Patricia Clarkson], su madre, y la tensa relación de amor-odio con Amma [Eliza Scanlen], su media hermana. En esa elegante casa victoriana se tejen resentimientos disfrazados de sobreprotección, antiguas culpas sublimadas en postales familiares, consumo masivo de alcohol y la melodía del gótico sureño destilando en los atardeceres opresivos. Naturalmente, la investigación de Camille se tuerce al conocer al detective Richard Willis [Chris Messina]; los giros de tuerca suben de tono hasta conseguir un crescendo malsano, y el final no decepciona.

Con Sharp Objects, tanto Amy Adams como Patricia Clarkson obtuvieron varios premios y nominaciones, y aunque las afinidades electivas se imponen al criterio consensuado, sin duda estamos ante una obra rica en matices, poderosa, decadente. Parece inofensiva pero no deja de escupir veneno. En la búsqueda del asesino, Camille pierde la propia estabilidad emocional, y ese derrumbe interior, manifestado en forma de alcoholismo y depresión, en plena edad adulta, ejerce una fuerza gravitatoria irresistible. Caemos en espirales para llegar a una última secuencia post créditos cargada de tanto sarcasmo que es imposible fingir que no ha pasado nada. Así como en la primera temporada de True Detective nos asomamos al problema del mal en estado puro, las disecciones de Gillian Flynn sobre el cuerpo familiar, las relaciones madre-hija y los fantasmas heredados provocan escalofríos. Y todo envuelto en un precioso gótico sureño de pesadilla. 







enero 29, 2021

30 monedas_legado de judas

 

30 monedas: el mejor Álex de la Iglesia regresa con una serie demoníaca. 

 

Sabemos que Judas traiciona a Jesús, se cuelga de un árbol y las treinta monedas de su traición se dispersan por el mundo. Pero siglos más tarde, en Pedraza, Elena (Megan Montaner) asiste a una vaca durante su parto y, en lugar de un borrico, el animal da luz a un bebé. Paco, el alcalde (Miguel Ángel Silvestre) se involucra en el fenómeno y hay sospechas de que el padre Vergara (Eduard Fernández), exorcista y ex boxeador en el destierro, está vinculado al incidente. De qué modo, corre por cuenta del espectador averiguarlo.


30 monedas, la serie de HBO Europa dirigida por Álex de la Iglesia, funciona como un clúster de obsesiones en clave de horror. Cada episodio se presenta de forma independiente y con identidad propia, subordinada al ambicioso guión que el director español ha coescrito con Jorge Guerricaecheverría. Dupla creativa que ha liberado legítimas joyas, prácticamente una filmografía completa desde El día de la bestia (1995) hasta Perfectos desconocidos (2017), y ahora esto. Estamos ante un Álex de la Iglesia en estado puro, dice la crítica, y vaya que es verdad.


¿De qué va 30 monedas? De la lucha entre el bien el mal con el trasfondo de un complot religioso internacional. Si bien Álex de la Iglesia insiste en haber filmado una serie de horror puro y duro, la producción es tan alucinante que en varios segmentos emití de forma involuntaria una especie de risa nerviosa y ambigua. No siempre vemos desfilar bestias que rinden tributo a Lovecraft, posesiones y dobles malditos, espejos dimensionales, resucitados por hechicería y sacerdotes que argumentan con demonios. 

  

 

Ejercicio radical de cultura pop que consigue alturas hiperbólicas, uno se ríe desde su asiento y termina preguntándose: ¿pero qué estoy viendo? Sin embargo, esta densidad friki no es para todos, y habrá quienes consideren a 30 monedas como una descomunal acrobacia para urdir tramas de cine B mediante guiños, gags y trucos de mago. Pero vaya que si entras al universo retorcido que propone, te acostumbras a sus blasfemias, giros diabólicos y personajes excéntricos, estimarás en su justa medida más de una tesis teológica, cuestionarás el dogma.


Porque Álex de la Iglesia no escatima en recursos técnicos ni diálogos para explicarnos que quizá Judas fue, dentro del plan divino, el apóstol perfecto: obedeció al pie de la letra el designio mesiánico para irse al infierno. Por ende, Satanás formaba parte de una obra de teatro metafísica, donde el mal había sido orquestado por el bien, y practicarlo era perfectamente admisible, incluso admirable. Satánico en estado de gracia, no apto para espíritus minimalistas ni monjes tibetanos. Veas lo que veas, niégalo.