Christian Núñez (CN): ¿Por qué escribes?
Karín Mijangos (KM): Para desahogarme. Hay demasiadas preguntas,
imágenes, canciones, recuerdos, personas girando en mi cabeza, todas platicando
y con argumentos serios o a veces muy desmadrosos. A veces me convencen, otras
veces apostamos y pierdo, el caso es que tengo que escribirlo o se me olvida.
Cada día hay cosas nuevas, el mundo es demasiado emocionante para no tener un
registro, ya sea en letras, fotografía, pintura, trabajo, charlas. La escritura
es una opción que me permite afinar las ideas y no andar por la vida con una
verborrea intensa que me lleve a la casa de los locos.
CN: ¿Alguna vez te robaste un libro?
KM: Claro, muchísimos, de hecho tú tienes uno de ellos. No es
el costo del libro lo que busco, sino la información que tiene dentro. Todo lo
que he robado son joyas, tiene que valer la pena correr el riesgo de llegar a
la cárcel por ese conocimiento.
CN: ¿Cuáles son tus autores de cabecera?
KM: Gastón Melo, Omar Khayyam, Fernando Pessoa, Murray
Schafer, Briceida Cuevas, Jean Paul Sartre, Henry Miller, tú, Eduardo
Huchim, son los que tengo a la mano.
CN: ¿Inspiración o técnica?
KM: Una mezcla de ambas, pasadas por los periódicos baratos,
el mercado, las groserías de los baños, las estupideces de los seudo
intelectuales, el sonido, todo eso genera un idioma propio que podemos llamar
inspiración; la técnica consiste en seleccionar qué hay de valioso para mí en
esas versiones del mundo.
He leído algo de versificación, rima y esas cosas que apasionan a los
poetas de verdad. Personalmente considero que el idioma no puede ser atrapado
en lo que un teórico dicta acerca de la lengua (cualquiera que ésta sea). La
poesía sobre todo es libertad, es creación y experimentación constante. Si
quisiera técnica pura escribiría un oficio dirigido a un juzgado. Abogo por el
libertinaje de la palabra, pero con inteligencia.
CN: ¿Qué opinas de los premios literarios?
KM: Cada uno se provee el pan con lo que mejor sabe hacer. Si
hay alguien que considera que los premios le dan prestigio, estatus o alimento,
no tengo nada que objetar.
CN: ¿Cómo afectan las mafias el desarrollo de la cultura en Yucatán?
KM: Las mafias siembre han existido, tomando ésta como una
organización que gestiona algún bien de interés común: drogas, personas,
premios literarios, en fin. Afectan cuando la visión de estas personas no
evoluciona y desean imponer su ideal de cultura. Por suerte existe el mundo
subterráneo, que si bien no tiene el poder económico que alcanzan algunas
mafias, son semilleros de creadores. Al final cada uno responde por lo que hace
a lo largo del tiempo. Mi abuelo era una persona sabia, casi no hablaba, reía
como niño y se burlaba de todo. Él me enseñó que las cosas caen por sí solas.
José Alfredo Jiménez por otra parte dijo que no hay que llegar primero sino hay
que saber llegar, la pregunta aquí es: ¿A dónde se quiere llegar? Las mafias no
saben, están temerosas de perder el poder: por eso no avanzan. La meta hace
tiempo que la alcanzaron y no desean perderla.
En Mérida el movimiento subterráneo es quien mejor nos representa como
propuesta. Si quisiera en este momento recordar a algún joven creador que valga
la pena, no pienso en la lista de becarios del FOECAY, ni en los que han
recibido premios, ni en los que son quesque intelectuales. Busco entre el
movimiento subterráneo a aquel que trabaja, estudia, mantiene una familia y
cultiva una disciplina artística en el tiempo que le sobra; para mí éste es un
verdadero artista, porque con su vida hace un modelo replicable para la
mayoría. Las mafias se divierten con el arte, para eso les sirve. El arte por
naturaleza es rebeldía, la mafia lo que busca son súbditos que les hagan obras
políticamente aceptables. Como sociedad deberíamos ser más críticos, saber
elegir. La mafia impone; una sociedad educada, elige con libertad. Aquí tenemos
una mayoría apática, quejumbrosa, lamehuevos, fiestera y conformista, no
tenemos el gobierno que nos merecemos, sino la mafia que hemos permitido que
llegue al poder.
CN: ¿Qué música te gusta?
KM: Uffff, me gusta demasiado la música para enlistarla por
grupos o géneros. Me encanta lo experimental, las fusiones, en ellos está el
futuro. Ahora me he clavado como imbécil con el paisaje sonoro, lo que se
plantea en la definición de la música y el ruido está revolucionando la manera
de entender el sonido.
Como todo, soy fanático de Gogol Bordello, Caballo & The Mothafu Kings,
Novalima, Pernett, OGO+LEDA, René Aubry, Diamanda Galas, la música tradicional
de las culturas originales de mundo.
CN: ¿Y cine?
KM: Historia de Lisboa [Wim Wenders, 1994] es un poema
llevado a la pantalla. Baraka [Ron Fricke, 1992] es también un suspiro.
Soy adicto a los documentales, me es difícil recordar los nombres pero tengo
siempre presente el sentimiento que me causan las imágenes, la música y algunas
escenas. No soy de los que coleccionan una lista de nombres de directores, me
encanta la obra y punto. Si un director hace tres películas que me gusten,
entonces averiguo el nombre.
CN: Eres además pintor, fotógrafo, abogado, gestor ambiental y miembro
del colectivo de arte urbano Alterarte. ¿Cómo puedes con tanto?
KM: Cuando era niño y leía sobre el destino que nos
correspondía como habitantes de una clase económica pobre, afro-descendiente,
en un país tercermundista, sin apellido de renombre, sin respaldo político, en
una ciudad como Mérida, pues el escenario era desalentador, lo natural era
pensar en que así lo quiso Dios. Me cagaba que me dijeran que no podía hacer
algo porque había determinada carencia. Decidí que si de todas maneras el
destino estaba jodido, al menos iba a aprender y sobre todo a divertirme en el
proceso. Decidí encontrar siempre una estrategia o solución para lograr lo que
me propusiera, una opción fue hacer aliados, otra fue formar una manada.
En la cabeza tengo demasiados pendientes esperando un espacio para salir.
Me aburro con excesiva facilidad. Me encanta experimentar con todo. Tengo que
hacer algo con el tiempo ocioso. Cuando ya no pueda moverme, ese día venderé
todo y me iré a la selva y haré la recapitulación de todas las pendejadas en
las que me he involucrado, es seguro que me cagaré de risa.
No eres la primera persona que me hace esa pregunta, la
respuesta es la misma: ¿por qué no? De todas formas vamos a morir, la vergüenza
es para los que tienen miedo. El “no puedo” no es una opción. Como parte del
colectivo he aprendido a pensar proactivamente, respondiendo “¿cómo sería
posible hacerlo desde la realidad que me corresponde vivir?”.
CN: ¿Cuál es la historia de Alterarte en su versión impresa?
KM: Alterarte es un proyecto en el que colaboré al inicio solamente
con texto. Desde entonces carecía de corrección y las faltas de ortografía
estaban a pedir de boca. Ramón Rosado, UgggO, los hermanos Pech y demás banda
organizaron la impresión en fotocopias engrapadas, luego juntaron para editar
en serigrafía, al poco tiempo llegó el PACMYC y la beca Edmundo Valadés, con
ellas la impresión mejoró en calidad y cantidad. Mi tarea fue la corrección
ortográfica pero me parece que no existió un número totalmente limpio.
Tarde me di cuenta de lo importante que llegó a ser para nosotros ese
proyecto, hizo escuela. Aprendimos que los límites están en la mente y que
debajo de las piedras sigue habiendo vida.
CN: ¿Hay planes de continuar editándola?
KM: Ramón y otra banda están retomando el proyecto. Sé que
están a punto de sacar una edición. También sé que acabaré participando, es
algo que no puedo evitar, soy adicto a este tipo de iniciativas.
CN: ¿Cuáles son los principales artistas emergentes que han aterrizado
en La Quilla?
KM: Podría decir que casi toda la generación local de artistas
emergentes ha pasado por la Quilla, sin albur, si revisas el blog ahí tenemos
toda la publicidad, desde el evento uno.
La Quilla es un proyecto que nació como consecuencia de Alterarte. Primero
se creó el espacio en papel, después nos dimos cuenta que se requería un lugar
físico para otras disciplinas (la música, la plástica, el performance) que
igualmente luchaban por un sitio. Algunos músicos son In Vitro, Los Mayucas,
Ceiba Flava, Manuel Estrella, Armando Martín; entre los creadores plásticos ha
expuesto Lizette Abraham, Alonzo Masa, Víctor Pavón, los integrantes de La Casa
de la Fotografía; en fin, la lista es demasiado larga por suerte, el espacio
está dado, ell@s lo hacen suyo. Si algo tengo que agradecer a la vida es haber
tenido la oportunidad de participar en esta etapa de crecimiento mutuo.
CN: ¿Qué se necesita para presentar un proyecto allí?
KM: Tener iniciativa y una idea. Apostarle a la autogestión. No somos
mecenas de nadie, lo mejor que la Quilla puede ofrecer no es el espacio, sino
el aprendizaje que deja la experiencia de hacerse responsable de la propia
obra.
CN: ¿Alguna anécdota interesante?
KM: La que siempre me llega a la mente es la vez que se cayó un cabrón al
pozo (8 metros de profundidad). Habíamos cerrado la boca, pero un tipo que
llegó en mal estado movió la tapa y se le ocurrió que era una buena idea
sentarse en la orilla. El lugar estaba a reventar, el concierto de Mayucas
apenas iniciaba. Tuvieron que llegar los bomberos, salimos en toda la prensa.
Creímos que era el fin. Por suerte el tipo salió ileso, la fiesta siguió y
todos felices y contentos.
CN: Explícanos las grandes diferencias entre la cultura oficial y la
autogestión.
KM: Es simple. La cultura oficial no es del todo incluyente,
por decirlo con un eufemismo. Desde la oficialidad se espera el visto bueno de
alguien que desde luego se supone que sabe lo que nos conviene, se le asigna un
presupuesto para echar a andar su proyecto cultural. En teoría debería funcionar
y sirve para algunos. La evaluación de esta propuesta la vemos al salir a las
calles, por ejemplo, el arte urbano ya está considerado como una manifestación
vigente y aquí simplemente es vandalismo. Los graffiteros son vistos como
vagos, los performanceros unos maniáticos, los rastas unos mariguanos y así
podemos irnos con cada subcultura. Los espacios para estas propuestas se
destinan a sitios marginales, a presupuestos limitados.
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de trabajar con un político que
estaba encargado de la comisión que genera propuestas culturales para Yucatán.
Le intenté explicar lo que era la Quilla, no pasó de suponer que era un sitio
donde se juntaban los vagos; cuando le expuse lo que era el performance, lo más
cercano que pudo entender fue a las estatuas vivientes del centro, esa era su
mejor referencia, él era uno de los facultados para dictar políticas culturales
durante su cargo político. Ellos son los creativos, imagínate en qué están
pensando cuando se habla de cultura. Lo bizarro del asunto es que nosotros los
mantenemos y les pagamos un chingo de dinero. Con el monto de lo que nos cuesta
un solo diputado en un año, haríamos maravillas desde el movimiento alterno.
La autogestión es una droga perversa, una vez que pruebas se te abren miles
de posibilidades. Las carencias están en la mente, no hay presupuesto la
mayoría de las veces más que el tiempo que desees invertir. No hay límites. Sin
embargo se requiere más que creatividad, es necesaria la disciplina,
constancia, no perder el rumbo de hacia dónde se desea llegar, el por qué y
para quién se hace. La autogestión es una responsabilidad con uno mismo, es
hacerte cargo de tu vida y tu obra, pese a todo. Es un proceso lento pero
firme, no tenemos prisa porque estamos seguros de a dónde queremos llegar, de
este camino nadie nos desvía.
CN: ¿Cómo surge Deshojar el ave?
KM: Es un regalo de navidad para mi hijo y mi abuela. A ellos les debo la
vida. Acababa de regresar de un viaje y tenía que replantearme un modelo de
felicidad. Decidí volver a las bases, buscar la reconciliación con mi padre
adolescente, aceptar errores y comenzar de cero.
El poemario no lo escribí para que sea publicado. A mi padre le regalé unas
impresiones y un día me dijo que las iban a llamar porque había sido
seleccionado para editarse. Obvio que no le creí, pensé que la mafia literaria
detendría el proceso. La publicación me cayó de sorpresa y con dos preguntas: ¿Será
que ya no hay mafia literaria? y ¿Seré parte de la mafia? Las
respuestas me tienen sin cuidado, el texto habla por sí mismo, el lector
decidirá si lo compra, lo roba o lo ignora; sería un honor que alguien se lo
robara.
CN: ¿De qué trata el poemario?
KM: El título hace referencia a la relación entre las aves y las plantas,
concretamente a las que habitan las selvas. Mi hijo vio un cuadro en donde
había una hoja, él dijo que parecía una pluma, el romance fue a primera vista;
no pude dejar de pensar en que todo eso era verdad.
La hora 27 está relacionada
con el tiempo, las horas extras, las formas comunes en que los obreros
alargamos las jornadas del día para disfrutar la vida, las formas cotidianas de
escape, desde luego que hablo de la mariguana. Fotos de familia es una
radiografía personal, fue la manera de ofrecer y pedir perdón. En el resto de
los textos uso al agua como hilo conductor.
CN: ¿Influyó en su temática el hecho de trabajar en el campo?
KM: Enteramente. Cuando estoy en campo soy feliz, casi me vuelvo animal o
planta. Podría construir una choza y quedarme para siempre. Ahí no hay temor,
no hay señal de celular y mucho menos mafias. Tengo la suerte de contar con un
trabajo que me permite llegar a sitios vírgenes, es decir, sin humanos. Cuando
se está en medio de la selva, durmiendo en una hamaca bajo un árbol, con los
murciélagos volando encima, las hormigas arrieras subiendo a tus botas, el
sonido de la fauna nocturna, el viento, la lluvia, en verdad que la ciudad y sus
placeres son tan poca cosa. La inspiración te rodea todo el tiempo ¿quién es
tan pendejo de ponerse a pensar en la métrica, rima y corriente literaria
adecuada para describir tales sensaciones?
CN: Háblanos de tu trabajo como gestor del hábitat.
KM: Tengo que contar un poco de mis frustraciones laborales [risas].
Desde niño quise ser arquitecto. En el bachillerato decidí ser abogánster y
luchar por la justicia, sueño hecho pedazos por la eficiente corrupción de
nuestros sistemas. Cuando terminé la carrera había comenzado como voluntario en
una asociación ambiental, trabajábamos con educación ambiental no formal y con
la gestión de recursos para nuestras actividades.
Ahí fue cuando conocí que la justicia debe iniciar desde la base, es decir,
desde la relación entre los humanoides con su entorno. Mientras no seamos
congruentes en este rubro, todo aquel que se diga culto, justo, intelectual
esta pecando de ignorante y engreído.
Mi trabajo como gestor es encontrar los cabos sueltos y hacer los enlaces para
que la justicia llegue a la base social, es decir, a los pueblos originarios.
Me toca ser el abogado del diablo verde, la dinámica de autogestión aprendida
en el ámbito cultural la he podido llevar al trabajo con comunidades indígenas,
para incidir en la formación de una ciudadanía responsable de su desarrollo.
Hay demasiada bibliografía que habla sobre esto, sin embargo a modo de
hacerlo más claro, sólo tenemos que respondernos esta pregunta: ¿De dónde viene
el agua que tomamos? Parece una estupidez, pero si una sola persona se pusiera
a investigar se daría cuenta.
CN: ¿Qué piensas hacer en los próximos 5 minutos?
KM: Estoy saliendo a buscar un documento para entregar a CONAFOR [risas].
Muy banal. Te devuelvo la pregunta, tú ¿qué vas a hacer en los siguientes cinco
minutos para que la realidad que tenemos ahora sea distinta para la próxima
generación? ¿Y en los cinco minutos siguientes? ¿Verdad que no hay tiempo para
perder?