A 15 años de labor
dentro de Mantis, ¿qué procesos de cambio has visto en el mercado editorial
mexicano? En septiembre
cumpliremos 16 años y realmente los procesos en el terreno editorial son
lentos: se decía que con la aparición del formato digital (libros electrónicos,
blogs, etc.) desaparecería la industria y, al menos en lo que a nosotros
corresponde, simplemente agregamos un vehículo más a nuestra forma de
promoción. Hemos entrado tímidamente en el mercado del libro electrónico y
subimos un porcentaje de los libros impresos a la red. Fuera de eso, nos
mantenemos como al principio, con el mismo tiraje y las mismas ganas de hacer
libros impresos de alta calidad.
¿Qué riesgos asume
el editor para continuar su labor en un género que no es para las multitudes? El
mayor riesgo es creer en el arte y en la inteligencia del ser humano. Frente a
la uniformidad mediática, a las modas y vaivenes que impone la mercadotecnia y
la pereza de algunos individuos, apostamos por ofrecer contenidos que motiven
la reflexión, que involucren de manera más profunda a los lectores con su siglo
y su espacio: no debemos perder de vista que estamos en el siglo XXI, pero
tampoco que trabajamos con las emociones más intensas y básicas de los hombres.
Un equilibrio entre la forma y el fondo, entre el decir (actual) y su
correspondencia emocional y sensorial con los seres humanos sería, si cabe, uno
de los riesgos que más nos apasionan en nuestro quehacer editorial.
¿Cuáles son los
criterios básicos del consejo editorial de Mantis para publicar un poemario? Existen
tres consejeros y cada uno tiene su punto de vista, contrastado, para que no se
uniforme nuestra línea editorial. Así, siempre mantenemos a un autor del norte
del país, otro del centro y uno del sur, para cobijar lo más posible la visión
de lo que ocurre en el país. Además, todos son poetas y excelentes lectores y
críticos, se dedican a la docencia o a la promoción cultural y son
extremadamente curiosos de lo que acontece con la literatura en el mundo: de
América del Sur a Nueva Zelanda, de Canadá a Rumania, siempre en busca de las
voces que nos parezcan más singulares, propositivas y apasionadas. Se persigue
el riesgo, pero nunca alejado de la emoción; se valora el lenguaje y los
recursos literarios, pero jamás por sí mismos, sin acompañamiento de lo más
entrañable, de la intuición, de la honestidad para ser y estar en este mundo.
¿Podrías hablarnos
sobre sus colecciones… Actualmente
manejamos tres colecciones. Terredades, que agrupa a los autores que publican
en español como a las publicaciones bilingües: francés-español y
portugués-español. Vamos a lanzar este año unos títulos en inglés-español y
tenemos ya el compromiso de cinco títulos al menos en rumano-español para 2013.
La colección Liminar, que es nuestra carta de lujo, con autores de gran
prestigio y un formato personalizado en conjunto con el autor, quien propone a
su ilustrador, elige su caja, su tipografía y nos acompaña en todo el proceso
editorial, y la colección más reciente, Yo’o joara, en conjunto con Escritores
de Cajeme, A.C., que al momento consta de 12 títulos de diversos autores de
Latinoamérica y de Italia.
…y los títulos más
recientes? Acabamos de sacar
Escúchame, Señor/Ascoltami, Signore, de Emilio Coco, en versión
de Guillermo Fernández (tal vez uno de sus últimos trabajos terminados
completamente) y publicado por primera vez en nuestro país, en español. Están
en imprenta varios libros que me parecen imprescindibles para la poesía: Navegación
en yoremito, de Abigael Bohórquez, y Aguas aéreas, de Nestor
Perlongher, ambos en la colección Liminar (en coedición con la Universidad
Autónoma de Nuevo León) y que son reediciones muy esperadas por el público
conocedor, ya que se agotaron hace muchos años y no han vuelto a circular en
México o lo han hecho en ediciones muy pequeñas y locales.
Javier Acosta comenta que «necesitamos
un arte implicado en la experiencia humana, que se convierta en un atractor
extraño.» ¿Porqué seguimos buscando la belleza, aun en medio de una crisis
global? Más que la belleza (que podría ser inherente a la
poesía, pero no imprescindible), creo que la poesía (o yo como poeta y editor,
para no atribuirme una certeza general) propone un mundo sucedáneo, alterno, al
mundo real. A diferencia de la narrativa de ficción, un mundo que nace desde el
hombre y va a parar al interior del hombre. Esta experiencia de lo humano, a
que hace referencia Javier es, para Mantis editores, lo que constituye su
honestidad, su basamento. Sin la experiencia humana el lenguaje es más un
producto racional que emocional. Bien para quienes le apuestan. A Mantis
editores no le basta con el lenguaje, lo quiere, sí, lo más rico posible, en la
riqueza de la palabra y del emisario.
¿Hacia dónde se
dirige la gestión cultural y cuáles son los principales obstáculos en México
para su desarrollo? Esta pregunta va
más encaminada a los gestores y promotores culturales y no sé si un editor de
poesía esté bien representado en esta categoría. Uno, como editor, debe
preocuparse porque los mejores libros lleguen bien cuidados en su proceso de
edición, impresión y distribución, a los lectores y librerías. En este campo,
el mayor obstáculo es la excesiva comercialización de un libro: que su precio
deba amparar los costos de movilización en el país y en el extranjero, la falta
de estímulos para este desplazamiento, la excesiva carga en el envío de
material cultural a otros países, etc. Asimismo, el poco interés de las grandes
cadenas de distribución en la poesía, pero esto no es un obstáculo invencible,
porque el buen lector de poesía siempre buscará la manera de encontrarse con el
libro que ansía. Ahora, con internet y las redes sociales, quien no encuentre
un libro que ha perseguido por años es más por culpa suya que de los gestores.
¿Qué estrategias
consideras eficaces para inducir en los lectores el interés por la poesía? Ninguna.
A nadie se le enseña a hacer el amor y todo mundo lo practica, desde pequeño. A
quien le interesa el futbol se hace de un balón y un par de piedras y comienza
su propio juego. El lector de poesía debe hacer lo mismo, por sus propios
medios. Si a alguno no le interesa la poesía no hay porqué obligarlo o
interesarlo. Cuando sienta un hueco en su espíritu u otros libros lo
desilusionen, probablemente encontrará un libro de poesía que lo haga cómplice
y, como hacemos con la gente y los amigos, empiecen una relación que se irá
ampliando y enriqueciendo.
Por último, qué
proyectos esperan realizar en el semestre que resta del 2012. Tenemos
poco más de 40 títulos por editar y publicar en este año, en español, francés,
portugués e inglés y de autores ya fallecidos, de prestigio y promesas muy
serias. Rebasaremos los 250 títulos en el catálogo y no solo confirmamos
nuestras alianzas con los coeditores de fuera y dentro del país, sino que
seguimos conformando una alianza de editores mexicanos independientes que se
fortalece día con día. El trabajo no es únicamente nuestro, así que hacemos
nuestra parte con orgullo, con tesón y, sobre todo, con paciencia.