En el 2007, Sidney Lumet estrenó la que
sería su última película: Before The Devil Knows You’re Dead. El
guionista, Kelly Masterson, estudió teología y, sin más, va oscureciendo el
destino de dos hermanos que asaltan la joyería de sus padres bajo un tono de
tragedia shakesperiana. El ritmo que apunta directamente a la catástrofe moral,
los diálogos crudos y las actuaciones de Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawke
motivan un análisis ulterior acerca de los límites y el poder del dinero. Sin
embargo, el problema de fondo es el de la condición humana: lo que hay debajo,
en la zona de guerra de nuestros afectos y rencores, se activa cuando muere un
ser querido. La disfunción familiar sólo pone los clavos del ataúd. A este
respecto, el background de la trama podría remitirnos a Festen,
de Thomas Vinterberg, pero hay que guardar distancias.
Before The Devil abre
con una escena de cama, orientada al sexo, y cierra con otra escena de cama,
orientada a la muerte. Su narrativa utiliza flashbacks de distintas
temporalidades y muestra un mismo evento desde varios puntos de vista. La
sorpresiva muerte de Philip Seymour Hoffman sugiere un inquietante paralelismo
con Andy Hanson, el personaje que interpreta: un contador de bienes raíces
adicto a la heroína. Incluso, uno de los monólogos memorables corren por cuenta
suya: «La contabilidad en los bienes raíces se puede sumar hacia abajo o
cruzado y todo funciona. Todos los días, todo se suma. El total siempre es la
suma de las partes. Es limpio, claro, absoluto. Pero en mi vida nada se suma.
No. Nada se relaciona con nada. Yo no soy la suma de mis partes. Todas mis
partes no se suman a mí, supongo.»
Asalto, muerte de la madre [Rosemary
Harris] y posterior conflicto en crescendo son básicamente los tres niveles de
tensión que coordinan el quiebre definitivo. El robo, de pésima ejecución, es
una raíz de la trama mediante la cual descubrimos una geometría más compleja
que va del padre [Albert Finney] a los hijos, y de éstos a la esposa de
uno/amante del otro [Marisa Tomei], con el asunto de las drogas como un
tintineo metálico. Antes que los créditos sobre fondo negro nos levanten del
sillón, seguiremos pensando en el efecto mariposa de nuestras decisiones. En
las jeringuillas que se quedan clavadas por años a nuestros brazos, que jamás
caen. En esos instantes de plenitud lejana, esa media hora de paraíso antes de
abrir los ojos a la verdad y darle al diablo nuestra mejor sonrisa. Nuestra
mejor actuación.
–Christian Núñez