Memento mori
Todos tenemos una hermana muerta contemplando el
vacío. Extinct,
undécimo álbum de estudio de Moonspell, fue lanzado en marzo de 2015, con una
espectacular portada de Seth Siro Anton, quien repite colaboración tras el
doble Alpha
Noir/Omega White de 2012. La diabólica figura femenina me proyectó
mentalmente a Thanatomorphose,
primer largometraje de Éric Falardeau [una mujer se pudre a pasos agigantados,
en completo aislamiento, mientras la grieta de su habitación se torna
simbólicamente oscura; no es un filme conversacional, exige estómagos entrenados].
Si en el anterior material Moonspell establecía una
división cartesiana entre temas densos/ominosos y piezas de un carácter
melódico/estilizado, Extinct opta por
una vía intermedia, muy aristotélica, con ruido bien producido y voces
guturales, riffs vigorosos, orquestación exótica de tintes orientales y estructuras más accesibles. Lo cual no significa que sea una placa menor, de fácil
digestión. Un rasgo que caracteriza el talento de los metaleros lusos es que
cada nueva entrega exige una energía emocional específica. Como la advertencia
de la Divina
Comedia: Lasciate ogni speranza voi che entrate.
Conectad los audífonos.
Mutación y disonancia
Fernando Ribeiro, líder de la agrupación y una de
las mentes más afiladas del escenario gótico, es poseedor de un instinto
impredecible. Moonspell no solo brinda posibilidades sonoras infinitas, sino un
sentido del riesgo y la mutación intachables [véase la alineación en Internet].
A sus primeros trabajos—del territorial Wolfheart (1995)
al melódico Sin/Pecado
(1998), transitando por la pureza instintiva del Irreligious (1996)—le
seguirá The
Butterfly Effect (1999), perla incomprendida de sonido experimental y
sintetizadores vehementes, inspirada en la transición al nuevo milenio.
En el intersticio, sobresale el EP 2econd Skin de
1997, “una manera de representar la metamorfosis de la banda”, según Ribeiro.
Darkness And
Hope
(2001) deja eso atrás y vuelve a la carga con un repertorio bastante homogéneo,
que les permitió llegar a nuevas audiencias, reconfigurarse. Abundan temas
deliciosamente oscuros cuyo propósito parece no ser otro que acelerar nuestras
pulsaciones cardíacas—el homónimo que abre el telón de terciopelo rojo, la
galopante Firewalking
y la surrealista/progresiva Than The Serpents In
My Hands. Como curiosidad melómana, la edición especial del álbum nos
regala tres covers: Os
Senhores Da Guerra (Madredeus), Mr. Crowley (Ozzy Osbourne) y Love Will Tear Us
Apart (Joy Division).
Moonspell ha erigido su templo de adoración a punta
de black metal, death metal, gótico y elementos épicos. «A partir de ahí comenzamos a
experimentar—explica Ribeiro. Sin embargo no tengo una etiqueta apropiada para
Moonspell a pesar de conocer perfectamente nuestras influencias. Hay gente que
nos denomina moon metal o vampire metal [risas]. Me agrada
el apelativo dark metal porque es simple y es lo que es. No me simpatiza gothic
metal porqué se te viene a la cabeza una chica cantando con unos tipos con
guitarras pesadas detrás.»
Raíces y cenizas
Una valoración de conjunto exige cierto tipo de
afirmaciones clínicas. Ninguna muerte es idéntica a otra. Los modos
particulares de la agonía resultan inagotables. Precisamente, The Antidote
(2003) mide victorias y sacrificios. La voz de Ribeiro, de insustituible
gravedad melódica, transita por una madurez radiante. Aunque el resultado es
irregular, el sexto álbum de la banda se inspira en un libro del
escritor portugués José Luís Peixoto, y finaliza el contrato con Century Media.
Así, el sencillo Everything
Invaded se convierte en el estandarte sonoro de la sexta etapa. Vida,
muerte, resurrección—los ciclos se renuevan.
En cuanto a los detalles técnicos, tanto Darkness And Hope como
The Antidote
fueron producidos por el finlandés Hiili Hiilesmaa. Comparten genética, savia
nocturna. A partir de Memorial (2006),
regresa Waldemar Sorychta, pieza clave de los tres primeros discos. Moonspell ha
firmado con la alemana SPV y obtiene ese mismo año el premio a la Mejor Banda
Portuguesa en los MTV Europe Music Awards. Un disco que reclama sus raíces. Las
voces desgarradas, alternándose con transiciones instrumentales, engendran
atmósferas tan destructivas como tentadoras—In Memoriam, Sons Of Earth, Proliferation, Mare Nostrum.
Ribeiro: “Nos fuimos a donde nos dieron mejores
condiciones, mejores perspectivas, y SPV fue el sello que más creía en
nosotros.”
The Great
Silver Eye, recopilación de 2007, pone punto final con Century Media y ordena
cronológicamente el legado de Moonspell. La selección puede apreciarse como un
centro gravitatorio del metal portugués. Para 2007, llega una sorpresiva
revisión de Under Satanæ, primer demo atronador que
maquetaran en sus orígenes. Fulgores de folk y black metal contaminan la
frecuencia sonora, de tono arabesco, y ponen sobre la mesa las cartas
que Ribeiro jugaba desde el principio. La producción de Tue Madsen pule el
diamante de los primeros tiempos, antes que el lobo fuera inmortal.
Madsen también se encarga de supervisar Night Eternal
(2008), novena placa del clan licántropo. Una mezcla de furia y belleza, según
Ribeiro. A propósito de su éxito, el cantante señalaría: “fue un álbum que
hicimos rapidísimo, y funcionó muy bien trabajar bajo presión, y trabajar más
con el reloj sonando.” En Scorpion Flower,
la colaboración de Anneke van Giersbergen, ex vocalista de The Gathering,
introduce un dramatismo brillante, lo mismo que el coro en First Light.
Death metal nocturno y poderoso como un cine abandonado a causa de un incendio.
Los demonios aletean, repiten: Ashes to ashes, dust
to dust.
Apocalipsis al piano
Editado bajo el sello Napalm bajo la producción del
reincidente Madsen, Alpha
Noir/Omega White expresa una dualidad equívoca. En la primera parte, los
registros vocales/volcánicos de Fernando estallan. Escuchamos growls a diestra
y siniestra, riffs viscerales, invocaciones dementes. Axis Mundi, Lickanthrope, Versus ponen
mucha carne en el asador. Y de pronto, una inesperada vuelta de tuerca. El
segundo álbum, melódico y atmosférico, maniobra de forma contraria. La energía
fluye menos ominosa. Algunas piezas no encajan del todo. Fireseason, Herodisiac, A Greater Darkness podrían
ser las mejores. El resto genera dudas.
Extinct hace reset por
enésima ocasión y consigue valiosos acordes. Moonspell reflexiona sobre la
desaparición de la materia orgánica, la especie humana y los compañeros caídos
adoptando un arsenal renovado. Breathe (Until We Are
No More), la canción homónima, Medusalem, The Last Of Us, The
Future Is Dark y La Baphomette
(epílogo en francés que se desmarca de otros prodigios que han grabado hasta el
momento) nos empujan el rostro contra la muerte para verla de cerca, saludarla
con gusto, darle un beso: fornicarla. La lección de Beckett—Hay que seguir, no
hay cómo seguir, voy a seguir—se transforma en un mantra eterno.
Moonspell debería musicalizar todos los funerales.