28.12.16

teoría de los monstruos



¡Baba Dook Dook DOOK!


En Cómo leer a Lacan, Slavoj Žižek explica que los sueños cumplen una extraña función que pone en evidencia la verdad que ocultan nuestros actos, la aletheia de nuestro inconsciente: No es cierto que los sueños son para aquellos que no pueden soportar la realidad; por el contrario, la realidad es para aquellos que no pueden soportar (lo real que se anuncia en) sus sueños. Ésta es la lección que Lacan extrae del famoso sueño que Freud cuenta en La interpretación de los sueños del padre que se queda dormido en el cuarto contiguo donde reposa su hijo muerto. El hijo se le aparece en sueños y pronuncia el terrible reproche: “Padre, ¿acaso no ves que estoy ardiendo?”.

La opera prima de Jennifer Kent apela no solo al lenguaje onírico, sino a una tradición de terror psicológico que se remonta a la trilogía de los departamentos filmada por Roman Polanski hace ya varias décadas. Amelia (Essie Davis), una viuda aparentemente dulce y amorosa, tiene que hacerse cargo de Samuel (Noah Wiseman), su hiperactivo e insoportable vástago. Bastan solo 10 minutos para que el espectador perciba la tensión creciente, el estrés postraumático y la relación amor-odio que ambos personajes se profesan. Comparten no solo la muerte de Oskar (un elíptico Ben Winspear), sino las heridas emocionales que dicha pérdida les ha heredado. Ese duelo, inexpresable a través del lenguaje verbal, se condensa simbólicamente bajo la forma de un libro pop up de elegantes tapas rojas: el sombrío Mister Babadook.

Samuel se autonombra cazador de monstruos—utiliza una peligrosa ballesta de dardos para combatir enemigos imaginarios—, y se mete en problemas a la menor oportunidad. Su madre, cansada de afrontar acusaciones en la escuela, castigos sociales y una educación doméstica fallida, decide encerrarse con el niño y una caja de somníferos. Justo entonces, la historia se vuelve una salvajada. William Friedkin, director de El exorcista, comentó en su cuenta de Twitter: Nunca he visto una película más aterradora que esta. Los asustará tanto como a mí. Mister Babadook se alimenta del instinto maternal y la pulsión destructiva a partes iguales: una sublimación aterradora del duelo, los deseos sexuales reprimidos, y el odio culpable hacia el pequeño huérfano. Pero estas cosas hay que verlas en vivo. Nada como un buen susto en primera persona. 


The Babadook. Jennifer Kent. Shout Factory!, 2014.


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