Marco Antonio Murillo publicó en 2013 Muerte de Catulo,
por segunda ocasión, bajo el sello Rojo Siena. El libro recrea la figura de
Cayo Valerio Catulo y es un ejercicio de intertextualidad donde otros poetas
—Ernesto Cardenal, Vicente Quirarte, Rubén Bonifaz Nuño— y el autor mismo
convergen sin aparente contradicción. Murillo organiza su imaginario a partir
de la literatura y bajo la manga encuentra referencias disímiles, como los
cómics y los videojuegos. El
resultado final, no obstante, se revela limpio y de una claridad verbal
insólita. conejobelga lo contactó a través de Facebook para sostener con
él una plática más bien mundana sobre el oficio del poeta en la época actual. –Christian
Núñez
Marco Antonio Murillo (Mérida, Yucatán, 1986) actualmente
cursa la maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso,
Texas. Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos 2009. Premio de Ensayo de
Crítica Universitaria (CONARTE) y segundo lugar en el Premio Regional de Poesía
José Díaz Bolio, ambos en 2011. En 2013 fue campeón del torneo exprés de poesía
Verso destierro, realizado en Campeche. En la revista digital Círculo de poesía
publicó Las formas de la nube: Antología de
poetas yucatecos nacidos en la década de los ochenta.
Autor del poemario Muerte
de Catulo (El Drenaje 2011, Rojo Siena 2013). Fue incluido en el libro En
la orilla del silencio: Ensayos sobre Alí Chumacero (Tierra Adentro, 2012).
Actualmente es editor de la revista bilingüe Río Grande Review.
Marco, de pronto
escribes un poemario llamado Muerte de Catulo
y haces un flashback de varios miles de años para alejarte de tu contexto, de
tu zona de confort literaria. ¿Por qué? En realidad ni
ahora ni cuando escribí Muerte de Catulo me sentí fuera de mi zona de
confort. Pienso que hay dos clases de poetas, y los dos son igual de buenos y
se pueden barajar entre sí en una misma personalidad: aquellos que traman su
poesía a partir de sus vivencias, y aquellos que recurren a sus lecturas.
Conmigo el asunto fue un 40 por ciento de lo primero y un 60 por ciento de lo
segundo. Catulo, la poesía de este romano, es una poesía que ha sido reproducida
muchas veces: pienso en los Epigramas de Cardenal, la primera parte de Teatro
sobre viento armado de Vicente Quirarte, El poeta regañado por la
musa de Héctor Carreto, la poesía de Bonifaz Nuño, etc. En el 2009,
que fue el año en que me tocó iniciar la escritura del libro, esas obras eran
los que me encontraba leyendo, y naturalmente el producto final fue
consecuencia y respuesta de esas lecturas. En Muerte de Catulo el lector
tiene el acceso a muchas intertextualidades, citas y diversos guiños sobre la
poesía de estos autores. El otro 40 por ciento que te comento se trata de
experiencias personales que tuve la fortuna de vivir, y una valoración de lo
que en ese entonces pensaba que era la poesía, y cuál su utilidad en la
sociedad y en la vida del autor. Cada poema que escribí fue una sutil respuesta
al contexto que me tocó vivir.
¿Quién es Catulo?
¿Cuáles fueron las razones que te llevaron a trasponer tus preocupaciones en
esta figura histórica, que además dedica poemas de amor a una mujer casada?
Catulo representa para mí dos cosas: al amante cuya fuerza es capaz de
trascender, y al mismo tiempo, al artista cuya obra no termina de cumplirse. En
ese sentido, la poesía de Catulo, en tanto voluntad de consumarse en amor, es
una poesía fracasada. Canto y contracanto al mismo tiempo. En 2009 yo tenía 23
años y me sentía muy joven, no pude haber escrito otra cosa a esa edad. Por
otro lado, no creo que Lesbia haya sido una sola persona, yo creo que fue un
harem al que Catulo dejó de tener acceso en el mejor momento de su vida. La
imagen de ese harem se ha ido desbordando a lo largo del tiempo, a tal punto
que se ha vuelto lugar común: ¿Qué poeta no ha dedicado algún librillo a su
novia? Yo lo hice aquella vez, no lo recomiendo mucho.
En tu obra se
revela cierto pudor a lo explícito, al aspecto escatológico del acto amoroso.
¿A qué se debe esa voluntad demasiado educada de componer tus versos? Se echa
de menos un orgasmo, una buena cogida. Digo. Ahora
que mencionas esto, recuerdo una escena de La rosa púrpura del Cairo de
Woody Allen: uno de los personajes se queja de que cuando se va a besar con su
mujer, todo se oscurece, y no puede consumar la relación en el acto sexual. En
uno de los primeros borradores de Muerte de Catulo, había poemas en los
que el sexo aparecía explícito, de hecho recuerdo alguno en donde después del
sexo Catulo se enteraba que Lesbia era lesbiana. Decidí quitarlos a favor del
erotismo, preferí no decir sino sugerir, y que los espacios que pude haber
llenado con mis experiencias, el lector los llene con las suyas. Entonces, el
sexo aparece, sí, pero siempre implícito (excepto en los poemas I y II de la
segunda parte, creo yo). Por otro lado, pienso que hacer el amor en la vida y
en los libros, es todo y nada (los franceses llaman al orgasmo la pequeña
muerte); lo es todo porque es una plenitud, y es nada, porque no aporta
mucho a la trama de una vida. El sexo sirve para sellar el deseo. Los pleitos,
las reconciliaciones, los insultos, las palabras hermosas, los paseos por el
parque, las suertes de dos equilibristas, cosas que son verdaderos
motores de una relación, ocurren antes y después del acto sexual. En Muerte
de Catulo los personajes siempre están viviendo los momentos previos o
posteriores al sexo, siempre están en un movimiento constante; y si hacen el
amor, si cogen, si se aman, lo hacen tras bambalinas.
También recurres a
citas y fragmentos de otros poetas, como Ernesto Cardenal, ¡e incluso te
mencionas como autor de un libro de poemas de Catulo! De entrada se percibe un
ánimo intertextual, metatextual, ¿es así? Así es. Como ya
te había dicho antes, en Muerte de Catulo el lector puede acceder a las
lecturas que me encontraba haciendo, y que hice posteriores a aquel lejano
2009. De hecho, Cármenes, la tercera parte del poemario, es por
un lado la materialización de ciertas partes de mi proceso creativo para con
este libro en específico, y por otro, un homenaje al intertexto y al metatexto,
que son bien típicos de la posmodernidad. Ejemplo: En el poema II de esta sección
decidí jugar a ser ocioso y hacer un poema a partir de varios versos de poetas
que más me han llamado la atención, los puse a luchar en un soneto en prosa que
llamé Coliseo. En el poema III Catulo y Lesbia se encuentran quemando
los poemas que se plagió el bardo romano. En el poema IV descubrimos que en
realidad Lesbia era la poeta que había escrito los poemas de Catulo. Toda obra
proviene de una anterior. ¿Por qué no poner en evidencia todas las pistas que
permitan dejar en claro la relación?
Es un problema
frecuente el hecho de que, en tanto el escritor profundiza cada vez más en sus
temas, sofisticando su obra, aleja de sí al lector incipiente, que ni siquiera
está entrenado para apreciar los textos más básicos. ¿Cómo contrarrestar este
fenómeno? No pienso que sea correcto contrarrestar este
ciclo que hoy vive la poesía. Cada poeta, y cada obra, responden a su propio
contexto, ofreciendo una visión muy particular de él; tratar de contrarrestar
este fenómeno que bien pudiera ser similar al del arte por el arte, sería
privarnos de una muy particular verdad sobre el mundo. La tarea del poeta
siempre ha sido la misma, y hoy no ha cambiado: hacer su arte lo más sincero
posible, saber y aceptar que uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede.
Por otro lado, es muy difícil que la poesía permita el acercamiento de lectores
incipientes; siempre necesita, si se desea disfrutar plenamente, de un lector
específico que pueda interpretar aquellos vuelcos, juegos, replanteamientos de
lenguaje que cada autor propone; vaya, se necesita de un buen lector para
realizar concretamente esto que Octavio Paz comenta: Cada lector busca algo
en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro.
Incluso la poesía más “coloquial”, Nicanor Parra por ejemplo, no es una poesía
para novatos. El lector incipiente debe ir acercándose poco a poco a la poesía,
no el poeta buscar la forma de “hacer más entendible” su obra, porque ello
equivaldría a cambiar su estilo (con el fin de agradar) y traicionarse. El
lector que en el camino abandone la poesía no la va a extrañar, total, no iba a
ser parte de su vida, de sus intereses. En ese sentido, la poesía es como las
cosas de la vida, a unos les interesa y a otros no. No morirá, ni será mejor o
peor, con un lector más o uno menos.
¿Podrías mencionar
algunos de tus versos y hacer comentarios al respecto? Más como un ejercicio de
empatía hacia el lector que como un deslumbrante autoanálisis de autor
plenamente consciente de su oficio. Los versos que
más me gustan (quise decir líneas porque están puestas en prosa), son los
siguientes: El sol se pone cada tarde y sale al día siguiente, pero nosotros
cuando se nos apague la vela, dormiremos una noche sin fin. Pienso que son
las mejores palabras que cualquier lector pudiera encontrar en Muerte de
Catulo, tienen más de 2000 años de antigüedad y siguen conmoviendo. Son
bien frescas, pertenecen a Catulo (no me acuerdo del nombre del traductor), y
aparecen en dos momentos en el poema, reflejando esa voluntad de intertexto que
guía todo el poemario. La primera vez que aparece es en la voz de Catulo,
diciéndole a Lesbia que ha tomado prestadas esas palabras de alguna parte, y se
las ha dedicado. Él tenía ganas de decirle mucho a ella, y muy cobarde o muy
inteligente (¿Quién no ha dedicado a su novia un poema que no era suyo?),
decidió declararle su amor con palabras ajenas. La segunda vez que aparece
(casi al terminar el poemario), es en circunstencias similares: Catulo confiesa
que su amada era mejor poeta que él, y admite que aquellas líneas las “tomó
prestadas” de ella. Algo verdaderamente irónico si pensamos que Lesbia pasó a
la historia gracias a las palabras de Catulo.
Además de las
letras, ¿qué haces en la vida diaria? ¿Es la vida diaria estimulante para ti o
de plano prefieres buscar tus referentes en otro lado? No
suelo escribir mucho: llegar a la versión definitiva de Muerte de Catulo me
tomó casi 3 años. Tambén puedo decir que leo lo que me interesa leer. Las
letras no son mi vida, sino parte de ella. Me gustan los videojuegos (sobre
todo los RPG’s, los de la serie de Zelda, y los de peleas). Si en algo han
servido a mi poesía, es en el interés de la imagen como portadora de la fuerza
del poema, y en el hecho de contar a lo largo de un poemario una historia
dividida en muchas partes o poemas. Mi nuevo libro de poemas (inédito), cuyo
tema es el mar y el mascarón de proa, nació a partir de jugar The Legend Of
Zelda Wind Waker. También acostumbro a encontrar ideas para mis poemas en
conversaciones con mis colegas o amigos, y en las lecturas que hago, no sólo de
poemarios, también de cómics, cuentos, novelas, el periódico, etc. Ahora estoy
estudiando un Máster en Creative Writing en la Universidad de Texas, en
El Paso, y el choque multicultural gringo-mexicano norteño, y el hecho de que
me la estoy pelando al tratar de comunicarme en inglés, me están dando ideas
para un nuevo proyecto de poesía, o por lo menos para escribir algún ensayo al
respecto. Ya veremos qué sale de todo esto.
Hay poetas que
escriben para otros poetas, que en cierto modo esperan la palmadita generosa en
la espalda y se habitúan a vivir de los halagos del gremio. ¿Qué opinas de esa
extraña conducta demasiado humana? Es una forma
falsa (y rápida) de hallar el reconocimiento, de posicionarse en el panorama
nacional. Pero esto siempre ha pasado, y seguirá pasando: aquel poeta central
escribe de esta manera, y habrá poetas que lo intenten imitar para recibir algo
de sombra de su parte, o por lo menos alguna buena sonrisa cual carta de
recomendación. Así como cada persona tiene su propio carácter, que es
irrepetible, así cada poeta tiene su propio estilo. Imitar otro estilo es
traicionar la personalidad de uno mismo, ir en contra de la originalidad que
debe gozar la obra de arte. En México sucede esto demasiado, porque hay muchos
poetas bien posicionados y mucho poder y dinero de por medio. Además que muchos
talleristas lo incentivan entre sus alumnos, con el fin de dejar tras de sí
herencia literaria.
¿Cuáles son tus
proyectos a mediano plazo? Comentarios finales.
Actualmente en el país hay una urgencia de dar a conocer la poesía que se
escribe en el sureste mexicano. Los grandes premios y becas literarias las
están ganando en su mayoría los escritores que viven en el centro y norte del
país. Esto no refleja que la escritura de este u aquel otro lado sea mejor o
peor, sino cierta preferencia de estilos, producto del desconocimiento
literario de lo que se hace en el sureste. Nombres como Jeremías Marquines,
Álvaro Solís, Rodrigo Balam, son algunos de los que se han salvado de esta
condición centralizadora. Para intentar contrarrestar esto, me he propuesto
junto con mi colega Jorge Manzanilla la elaboración de dos antologías de
poesía, una a nivel local y otra a nivel regional. La primera ya está lista,
tentativamente verá la luz hacia mediados del siguiente año, consiste en la
reunión de algunos poemas de 11 poetas yucatecos nacidos en los años 80. En la
otra, que será más compleja, intentaremos abarcar los estados de Chiapas, Tabasco,
Campeche, Quintana Roo, además de repetir con Yucatán.