10 consejos para encontrar el hilo negro.
¿Qué tenemos aquí? ¿Un manual de autoayuda, un pequeño libro iniciático, un instructivo generacional? Roba como un artista, de Austin Kleon, es bastante más que eso. En unas 150 páginas, ilustradas con esquemas, dibujitos y demás curiosidades, el autor nos brinda 10 razones válidas por las que asimilar ideas ajenas, insertarlas en el trabajo propio y rendir un pequeño homenaje a quienes admiramos no sólo es saludable, sino esencial en el desarrollo de nuestra carrera como artistas o creativos a secas. La sencillez de los planteamientos, la presentación amena de las ideas y la cercanía con el lector son indudablemente tres razones por las que vale la pena leerlo—seguramente lo terminarás pronto; es un delicioso refrigerio. Ahora que las empresas tienden a buscar en el perfil profesional habilidades que vayan más allá de lo estrictamente cognitivo, éste es un extraordinario breviario que nos explica el qué y el cómo de la creatividad, de forma directa, casi como si platicaras con un amigo en un café un día soleado. La claridad no está reñida con el sentido del humor, de modo que si encuentras algún consejo del tipo “Practica la procrastinación productiva”, no hay nada que temer. Quizá unas buenas horas de Wii U no sean mala idea, o desempolvar esos viejos discos de David Bowie. O sencillamente, salir a correr. Como en el mito de Sísifo, la creatividad es circular. Uno siempre sube la roca, la deja caer y vuelve a comenzar. Se pone los tenis de nuevo. Sigue adelante.¿Cuál es el secreto de la gente creativa? Supongo que te has hecho esta pregunta en varias ocasiones, y la verdad es que el trabajo constante, la disciplina rigurosa y trazarse objetivos viables son componentes básicos. Sin embargo, queda algo irreductible a la administración óptima del tiempo, los reconocimientos del gremio y la logística de nuestra vida. No es trivial que cineastas como David Lynch se refieran a las ideas como los grandes peces dorados, que es preciso rastrear en las profundidades. Hay que trabajar hacia adentro, intuitivamente, para generar insights significativos. Lo que en otra época podría llamarse epifanía, un elemento celestial o sobrenatural, nosotros lo hemos asimilado culturalmente como una iluminación interior. Para el caso es lo mismo. La creatividad necesita verte trabajando—¡y eso se lo robamos a Picasso! Roba como un artista es muy útil en este sentido; va directo al grano y recomienda que, francamente, aceptemos que vocación y dedicación son dos hermanas siamesas. ¿Acaso Daniel Johnston no se pasaba grabando sus primeros álbumes en audiocintas para regalárselos a la gente, hasta que logró colarse en MTV? ¿Y no es verdad que Bukowski le obsequiaba sus poemas a decenas de chicas buena onda? Y Thomas Bernhard, ¿no le recitaba poemas al oído a su madre, que había escrito para no volverse loco? Ejemplos sobran. Roba como un artista nos perdona de antemano. Hasta nos dice: trabaja como loco, recítale poemas a tu madre moribunda, véndele tu alma al diablo, pero no te olvides de una sola verdad: no hay nada nuevo bajo el sol. La creatividad es un pastiche.
Roba como un artistaAustin KleonAguilar, 2012Tercera reimpresión, noviembre de 2014