31.8.15

carolina luna_la vida es un acto violento


A propósito de la segunda edición de El Caracol, la escritora Carolina Luna nos habla sobre los temas que invaden sus relatos, mientras da un sorbo a su cerveza grado cero y el REC de la reportera se activa. Salud.  

TALLER 
Este libro se llama El Caracol porque fue el primer cuento que escribí en forma. Digo en forma porque yo no había asistido a ningún taller ni nada. A mí me gustaba leer, y el que era mi esposo trabajaba en una librería, donde obviamente por ser empleado tenía descuentos. Yo lo acompañaba a veces a trabajar mientras estaba embarazada, y me hice muy amiga de su jefe, que era el dueño de librerías Dante. Así empecé a leer, y a sacar determinados libros que él me sugería. Mi esposo vio una convocatoria en el periódico para entrar al taller de la Universidad Autónoma de Yucatán [UADY], y la única condición era escribir un cuento. Yo, sin tener idea de realmente qué onda, hice el cuento y me aceptaron en el taller. Y con ese relato gané también el primer lugar y mención honorífica en el Certamen Nacional de Cuento de la Universidad de las Américas de Puebla [1990].

El caso es que me metí al taller contra cuatro fieras que eran Jorge Lara, Javier España, Víctor Garduño y Jorge Pech, y hubo química, nomás era que aguantaras los trancazos de las primeras tallereadas y las discusiones infinitas. La dinámica del taller era incisiva. Tenías que ir en serio, no ibas para pasar tu tarde o tener algo que hacer. Ibas a trabajar. Como todos eran hombres, yo era la botana. Pero me fueron agarrando cariño, respeto, yo no sé. Supongo que gané su respeto por mi constancia, porque les gustó el trabajo o por la permanencia y la terquedad. También recuerdo que todos querían publicar en la revista de la UADY, y de repente me publicaron a mí primero.

Llegaban escritores de otros talleres para allá. A veces no aguantaban las putizas. Para la convocatoria, llegaban como veinte; a la mitad, sólo quedaban cinco. Pura selección natural. Se iban solitos. ¿Sí me entiendes?

TEMAS  
Los elementos que manejo se repiten en todos mis libros: Nocturno, Cuentos de sangre para antes de dormir, Límites de sangre, El Caracol, Prefiero los funerales, El matagatos y Los espacios que nos ocupan. Son violentos, porque yo así veo la vida. Es una cuestión filosófica. La vida misma per se es un acto violento. Es romper la nada, violar la nada.

Mi formación literaria se la debo mucho a los existencialistas. O más bien, yo era así y ellos me cayeron perfectos. Ya tenía quienes me respaldaran [risas]. En general, también hay un poco de humor negro en toda mi obra, y la crítica al medio es inevitable. Pero El Caracol es el libro más fresa de todos. 


LOS ESPACIOS QUE NOS OCUPAN 
Como nunca he estado estable, cada lugar fue un espacio que me significó algo, por acontecimientos que sucedieron en él. Para alguien que es medio gitano, trashumante, callejero, pata de perro [risas], es muy importante tener un rincón, una casa. En la Ciudad de México, me quebraba mucho el estar caminando para llegar a un sitio o para irme, bajo la lluvia, y pasar y ver departamentos con gente adentro, luces prendidas, o el destello de la televisión. Deseaba volver a mi casa, a mi botella de tequila, a mi música, a mis rollos. Si me había salido una crónica, hacía notitas rápidas y la dejaba para el día siguiente. El Distrito Federal me salvó la vida. Yo aquí en Mérida me estaba pudriendo.

Ojalá pudiera volver.

AUTORES
Al principio fue muy importante para mí Juan García Ponce. Y de forma continua, los existencialistas: Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Eugène Ionesco, Pierre Drieu La Rochelle, Simone de Beauvoir. De autores en español, Inés Arredondo, Rosario Castellanos, Xavier Villaurrutia, Pablo Neruda, César Vallejo. Mi formación es totalmente autodidacta. El rock también me gusta mucho.

INTELECTUAL  
Mientras la descentralización cultural no ocurra, tenemos que irnos. Lo más importante es ir y aprender en otro lado para venir y aportar lo que aprendiste. Vivir en el Distrito Federal fue padre porque conviví con gente muy valiosa, distinguí que no necesariamente el ser artista te hace relacionarte bien con otro artista. Que hay niveles de artistas. Que hay artistas e intelectuales, y no son lo mismo. El intelectual es más como una rata de biblioteca. Por ejemplo para ser buen ensayista, tienes que ser intelectual, y rata de biblioteca, claro. Si no, ¿dónde agarras todo tu background de información? Y en cambio el artista, no. Como decía Sartre, en ciertos momentos hay que elegir entre vivir o contar. El artista va a preferir mil veces leer un poema que le llamó la atención a estudiar quién fue el papá de Juana de Asbaje. Así como hay un talento para hurgar y analizar, también lo hay para contar historias. Yo diría que mi perspectiva para ver la vida es más de artista. No soy disciplinada, no leo en las mañanas o en las tardes [risas]. De hecho, últimamente no he estado leyendo mucho.
 
GRADO CERO  
Agradezco que el doctor me haya permitido tomar cerveza sin alcohol. Me ha ayudado como no tienes una idea. Sabes que te estás tomando el pelo, pero no me importa [risas]. Mientras mi organismo esté bien y esté contento… Mi nivel de alcoholismo ya era demasiado. De todas maneras, no lo disfrutaba. No podía estar con los amigos una hora sin haberme ya mamado. Porque todo el día estaba tomando. Desde que amanecía hasta que me dormía. Entonces, te pierdes de muchas cosas, que ahora estoy aprendiendo a retomar, con la lucidez. Pero me cuesta trabajo.


MISANTROPÍA  
Yo no tengo ideales. Soy muy descreída, y misántropa de hueso colorado. Y pues aquí estoy, sentadita esperando mi turno. Desde niña era así. Mi mamá se desesperaba porque no me agarraba la onda, no me entendía bien. Yo podía ser muy alegre, hasta llegar a la hiperactividad, y de pronto me encerraba a dibujar, a dibujar, a dibujar… días. A los 12 años me llevaron con el Dr. Roberto Cárdenas al Hospital Psiquiátrico.  Y un poco antes de eso me empezaron a dar Passiflorine, porque mi mamá decía que yo era muy nerviosa. Y sigo siéndolo. He tenido que lidiar toda mi vida con esto de las pastas y el regulamiento de la conducta humana.

SER ARTISTA 
Mi mamá se reía de eso. Una vez traje del DF al que era mi novio, poeta, aquí a Mérida, y se lo presenté. Y ella le dice: Ya ve, joven, tantas escuelas particulares, tanto de uniformes y colegiaturas, todo lo invertido en su educación para que acabase en esto [risas]. Eso te puede contestar un poco la actitud de mi familia al respecto.

Por otro lado, el taller y los cuates del medio local no te dejaban crecer. Todos se la pasaban diciendo que eras un chingón, pero sabías que no, porque tú estabas leyendo a chingones. Y sabías quiénes eran los chingones que hacían periodismo. Uno lee, uno se informa. Pensaba: De veras si tan chingona soy, a ver, vámonos donde están los meros meros. Y me fui. Y a Sansón con las patadas. El DF contribuyó mucho a que mi trabajo creciera. Hubo un cambio cualitativo en tanto que las vivencias son diferentes, todos los días. Eso le da una calidad única a tu trabajo. Y la gente con la que tratas. En los talleres había muchos ensayistas. En el que me tocó del Centro Mexicano de Escritores sólo había una cuentista y todos los demás eran ensayistas e investigadores. Oír sus trabajos era oír algo diferente, y oír lo que a ellos les corregían a mí también me servía.

Una vez que falté al Centro Mexicano de Escritores—en realidad no falté: llegué en malas condiciones—, eso me costó 700 pesos, que me descontaron de mi beca. La secretaria, que me quería mucho, me regañó. Ay, Carolina, qué vamos a hacer contigo. Mira cuánto te van a quitar. ¿Estás para eso, muchacha? Pues no, Marthita, pero si tú me lo quieres dar. ¡No! Yo no voy a fomentar ese tipo de conducta.

SIFA 
Otra anécdota que recuerdo mucho fue cuando no se ponían de acuerdo Alí Chumacero y Carlos Montemayor, porque llegué con un texto donde se usaban muchos localismos. El que más llamó la atención fue la palabra sifa [coladera]. Y qué es eso, quién lo sabe, y no sé qué. Alí: Uno tiene que escribir para que todo el mundo lo entienda. ¿Cómo que para que todo el mundo lo entienda?, le dije. Oye, ¿y para qué están los diccionarios? ¿Dónde fomentas la curiosidad de un lector? Además yo quiero que se conserve esa palabra. No quiero que se pierda como se han perdido muchas maneras de hablar. Y la conservé. Tengo un cuento que se llama Antes y ahora, donde hablo de la venta de agua de lluvia, por las calles del centro, y los coches de caballo con sus plumeros de colores. Te sentabas a tomar el fresco, y los veías pasar. Todo eso yo no quiero que se pierda, pero ya se perdió.

Creo que uno de los elementos clave del cuento es que debe ser auténtico. Esto implica que tú hayas estado en el ambiente, respirando esa atmósfera para atestiguarlo. Si yo quisiera escribir un rollo sobre los mayas, tendría forzosamente que irme a un pueblito cerca de Chichén Itzá, porque necesito oír la fauna, sentir los olores. Si no, es como tratar de escribir sobre la vida de un adolescente gringo. No sé nada, no me dice nada.


AMOR/ODIO  
Mérida en cambio me dice mucho, pero tenemos una relación de amor-odio. No me gustó volver. Me pesa el clima. Las mentes cerradas. La poca curiosidad, lo apático del yucateco. La mamitis. La poca visión, la poca apertura para aprender. Porque aprender en serio es algo que duele. Tienes que romper esquemas profundos en tu psique, y es doloroso. Y constatar también con dolor la mierda que es el ser humano, independientemente del lugar, duele mucho. Los seres humanos son menospreciables. Son invasores, como plagas. ¿Quién es tan estúpido de destruir su medio ambiente? Toda su inteligencia para hacer computadoras la van a tener que usar para construir lo que destruyeron ellos mismos. Como no creo en el ser humano, no puedo darme esperanza de nada. Como no tiene nada que ofrecerme, prefiero ver televisión. En la televisión me ofrecen shampoos, cosas para quitarme los callos, playas divinas, misses que jamás podrás tocar [risas].

PLAYBOY  
En cuanto a publicaciones, si no conectaba con un periódico lo hacía con otro. Si no, en revistas independientes. Pero la cosa es que siempre te pagaban. Recuerdo que la colaboración que mejor me pagaron fue en Playboy. Publiqué ahí dos veces [una de ellas, el cuento La verdadera historia de la cándida Ariadna y el terrible Minotauro]. De algún lado me salían chambas. También estuve en el departamento de corrección y estilo del FONCA. Mediante las publicaciones me fui dando cuenta que mi escritura había mejorado. Porque de repente me encontraba en una fiesta a desconocidos que me decían: Oye, leí tu libro. Además, publicar en los periódicos me daba confianza. 

JUVENTUD EN ÉXTASIS  
Le pregunté un día a María del Mar, mi hija: Oye, ¿qué están leyendo ahorita los jóvenes? Hay un libro buenísimo que están leyendo mis amigas, no sé porqué todas lo compran, pero yo no, mamá. Todo mundo lo lee. ¿Cómo se llama? Juventud en éxtasis. Ah… ¿éxtasis, la droga? Ay, no, cómo creeees, no manches. ¿Y entonces de qué habla? Pues son las opiniones de un señor sobre la juventud y su forma de vivir. ¿Me lo prestas? Porque yo no lo voy a comprar. Sí, se lo voy a pedir a fulanita y le digo que tú lo quieres leer.

Pues haz de cuenta que agarré un libro de Stephen King. Horror, tras horror, tras HORROR.  La senté y le dije: Hija, te prohíbo de cualquier manera, te suplico que no leas nada de esto. Todo lo de aquí adentro es MIERDA. Si quieres léelo, pero por favor pregúntame si tienes alguna duda. Es mierda.

Eso leía la juventud en aquel momento. De que la gente lee, sí lee, pero el Diario de Yucatán, la nota roja, De Peso, la Biblia—poco, pero sí la lee. Si llegan a Dante Alighieri es un chingo. Además no saben qué leer, porque mira, si te pones a ver no tenemos críticos literarios. Y los escritores también deberíamosríos﷽﷽﷽﷽﷽﷽leas nada de esto. T to cuando me acuerdo o me las cuentan. ro. . Mucha gente que admiro vive allblar de los principal saber en qué la estamos cagando. Y que lo diga alguien con autoridad.

MÉXICO VIOLENTO  
Yo ya veía a México así hace años. Un día, en el DF, me habló María del Mar para decirme que por Plaza Fiesta, cerca de la casa de su abuela, en un café Internet apareció una chava descuartizada en una bolsa de basura. Por eso me fascina toda la estética de Sin City, la película. Esto es fin de milenio, pero a nadie le cae en cuenta qué es un fin de milenio. Ya es la decadencia total, en todos los sentidos. Por supuesto, hay que limpiarlo todo y volver a empezar. Si llegara a tener un nieto, estaría feliz de verlo nacer en una tierra nueva.  

Todos los gobiernos, incluso los que tienen al narcotráfico en la calle, dicen que son los más seguros, que están luchando por la seguridad. Verdad de todos, mentira de alguien. Yo no me puedo quejar porque a mí no me ha pasado nada. Pero eso, en cualquier lado. Para sentir tranquilidad tienes que vivir en una tribu en el África donde todos se conocen por su nombre para poder capturar al asesino que fue el hijo de la tribu vecina que quiso robarse a la novia de fulanito. Sólo así. 


HORROR 
El mal está en la naturaleza intrínseca del hombre. Por eso nos fascina, nos horroriza en el sentido que lo afirma Paz. El terror y el horror no son dos cosas iguales. El terror es fálico y agresivo; el horror es femenino. Te fascina, no puedes dejar de verlo. En todo caso, mi literatura sería del segundo tipo.

COLOFÓN  
En Mérida he tenido la suerte de encontrarme con artistas a los que pensaba que no volvería a ver, y también ha habido cierta cercanía con mi hija. En cuanto a la literatura, veo que siguen habiendo los mismos problemas de distribución, de espacios para publicar, de pagos y pocas salas de lectura. Eso no cambia. En el Distrito Federal hay muchas oportunidades de aprendizaje. Mucha gente que admiro vive allí.

Por otro lado, yo no tengo aquí dónde vivir. Tenía una casa propia y la tuve que vender, en parte por mi enfermedad, porque no percibo ingresos y no hay trabajo. Y se me ha muerto mucha gente desde que regresé de México, en ambos lados. Pero lo importante es que el aprendizaje no lo puedo recibir como quiero. Y siento que se me acaba el tiempo. Porque: uno, no soy una joven. Y dos, debido al tipo de enfermedad que tengo, en cualquier momento se me sube el amonio al cerebro y bien me pueden rescatar fácilmente o no. Entonces para mí todo tiene que ser hoy. Pero qué gusto que las cosas vayan mejorando ahora. Y que me he divertido como enano, también. 



LA VIDA ES UN ACTO VIOLENTO
Edición de textos: Christian Núñez
Imágenes: Adrián Bastarrachea
Agradecimientos: A Verónica Rodríguez, por su valioso apoyo







El caracol y otros cuentos, Carolina Luna. SEDECULTA-CONACULTA. Segunda edición. México, 2015.