21.10.18

sartre publicista


¿Cuál es el legado de La náusea
y por qué debería importarnos?


The panic, the vomit
God loves his children

Radiohead, Paranoid Android


Melancolía de la existencia
Bouville, enero de 1932. Antoine Roquentin, un hombre de treinta años, alquila un cuarto del hotel Rendez-vous des Cheminots al llegar a un pequeño poblado francés. Redacta un libro sobre monsieur de Rollebon, aventurero del siglo 18. A medida que avanza en sus anotaciones, descubre una náusea física que roza la neurosis. Él mismo la describe frente a la aparición de una raíz en el jardín público. Es un sentimiento viscoso y súbito, una especie de epifanía grotesca. Si has visto la escena inicial de Begotten, sabes a qué me refiero. Roquentin utiliza las palabras como medio para expresar su profundo asco por la vida. El diario es básicamente un bastión que Sartre construye para validar cierta doctrina filosófica rebelde y atea. Que en su momento incluso fue multitudinaria. Basta con googlear funeral de Sartre y en segundos aparecen las fotos de sus seguidores. Miles de hormigas rebosantes de furor existencialista lo acompañaron hasta el cementerio.

«Aquel momento fue extraordinario—escribe Roquentin. Yo estaba allí, inmóvil y helado. Pero en el seno mismo de ese éxtasis acababa de aparecer algo nuevo: yo comprendía la Náusea, la poseía. A decir verdad, no me formulaba mis descubrimientos. Pero creo que ahora me sería fácil expresarlo con palabras. Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. (…) Creo que hay quienes han comprendido esto. Solo que han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia; la contingencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo.»

La náusea, en un principio, se iba a titular Melancolía, en homenaje a un hermoso grabado de Alberto Durero. La leí por primera vez con el clima frío de otoño, mientras cursaba la preparatoria, bajo el influjo del OK Computer de Radiohead. Actualmente existen dos versiones disponibles en español: la de Alianza Editorial, y una más económica publicada por Editores Mexicanos Unidos. Ambas fueron traducidas por Aurora Bernárdez. Salvo el precio, no hay mayores diferencias.




Urbi et orbi
A partir de la revelación de Roquentin, Sartre articula un sistema filosófico. El ser y la nada, obra clave del autor, analiza el tema del ser desde una visión apartada de la metafísica tradicional aristotélico-tomista. Argumenta que el hombre vive como un ser para sí, en tanto tiene conciencia, y como un ser para los otros, en tanto sus semejantes intentan definirlo. Por otro lado, las cosas existen como seres en sí, macizos y rotundos.  Más adelante, el filósofo francés publica El existencialismo es un humanismo, un breve ensayo donde tales ideas, ya sin los tecnicismos de la fenomenología, se presentan de forma amigable. Ahora sostiene que la libertad del hombre le permite crear su propia esencia, puesto que no hubo Dios que lo arrojase al mundo. Palabras más, palabras menos, se oye la misma canción: la vida carece de sentido. «Y de golpe, de un solo golpe el velo se desgarra, he comprendido, he visto», escribe Roquentin.

En términos de modas literarias, el existencialismo representó una bocanada de frescura en la Europa de posguerra. Sus orígenes filosóficos se remontan a Kierkegaard, pero bien podrían ser mucho más antiguos: el libro de Job es un texto existencialista anticipado, lo mismo que el Hamlet de Shakespeare y La vida es sueño de Calderón de la Barca. Camus, Ionesco, Beckett, Beauvoir, Sabato y Buzatti refuerzan la visión absurdista mediante historias trágicas donde, paradójicamente, el sinsentido detona nuevos significados. Es ahí donde el existencialismo se muerde la cola: incluso la nada significa algo. No obstante, más allá de las objeciones lingüísticas, la filosofía existencialista ha logrado traspasar las barreras temporales y los obstáculos académicos para popularizarse a escala masiva.

La náusea representa un caballo de Troya que difuminó categorías. Roquentin fue, al mismo tiempo, el medio y el mensaje dirigido a una generación en bancarrota moral. Sin ser publicista, Sartre sabía que el periodismo y la literatura extenderían sus ideas urbi et orbi. La náusea es un primer paso hacia la rebeldía. Afianza nuestra libertad en un mundo carente de sentido. Rebélate, defínete a ti mismo, colabora son llamados a la acción puros y duros. Eslóganes con garra, vigentes.

La náusea
Jean-Paul Sartre
Traducción de Aurora Bernárdez
Editores Mexicanos Unidos, 2017