26.10.18

grietas en riverdale


Del homenaje al pastiche,
la serie inspirada en Archie
muestra un sello más oscuro.

Smells like teen spirit
Paralelismos obvios: en la primera temporada de Riverdale, Jason Blossom [Trevor Stines] se hunde bajo las aguas del río Sweetwater. Una muerte que recuerda bastante a la de Laura Palmer en Twin Peaks, no solo por el contexto geográfico—Riverdale es también un pueblo ficticio del territorio estadounidense—sino por los misterios que pondrá en evidencia. A lo largo de esos 13 capítulos, la serie adaptada por Roberto Aguirre-Sacasa, jefe creativo de Archie Comics, adopta el camuflaje y la apropiación como sus herramientas creativas más recurrentes. El guión se ramifica y serpentea por la vida de unos adolescentes tan carismáticos como ciclotímicos. La trama alcanza momentos francamente absurdos, alianzas que duran un pestañeo y vueltas de tuerca que son eslabones de Macguffin calculados milimétricamente. Escenas bien escritas, actuadas con mínima solvencia, admirablemente ambientadas, pero superficiales. Que emiten un fuerte sensación de videoclip y déjà vu.

Riverdale irradia un teen spirit encantador, que entra por la vista y entusiasma mediante diálogos agudos y situaciones mordaces. Allí donde había un estereotipo, ahora descubriremos una psicología en plena formación. Y en lugar de chicos ingenuos de provincia, desfilarán ante nuestros ojos personajes complejos, que ocultan sus errores, se comportan de modo cruel a la menor provocación, gruñen, atacan y son arrastrados por la culpa y el remordimiento. La narración omnisciente ofrece una postal panorámica de intrigas, extorsiones, secretos y amoríos. Aporta comentarios ácidos que sintonizan con el surfeo emocional. Jughead [Cole Sprouse] pasa de ser un outsider a un testigo sarcástico de sus amigos, para convertirse eventualmente en un cronista periodístico. La tríada establecida por Archie [KJ Appa] + Betty [Lili Reinhart] + Veronica [Camila Mendes] da giros inesperados y es hormonalmente intensa. Deja en el aire tanto dudas como tensiones eróticas.





Archie reloaded
Otro rasgo que hace de Riverdale una serie con posibilidades de perpetuarse radica en su popularidad. Logra conectar con el público joven, un target cada vez más exigente, y lo hace por medio de múltiples guiños: música, moda, marcas y un tratamiento realista de conflictos, problemáticas y retos de la edad. ¿Síntoma de madurez narrativa? Quizá, pero no hay que olvidar que estamos ante un producto de entretenimiento, distribuido con el sello Netflix en rojo. La fórmula que han empleado es deudora del reboot de la historieta en 2015. Similar a lo que ocurrió con Lara Croft y los esfuerzos de Crystal Dinamics por inyectarle a Tomb Raider una nueva imagen. En el caso de Archie, la estrategia llegó en gran parte debido al atrevimiento de Aguirre-Sagasa, quien introdujo zombis al universo de Riverdale en 2013 con la serie Afterlife with Archie. Obsesivamente sangrienta y enfermiza, la historia le permitió a su creador alcanzar el puesto de jefe creativo, desde el cual decidió renovar el Archieverso a escala cósmica.

Riverdale transita del homenaje al pastiche sin prejuicios aparentes. Pero la sola mención de A sangre fría de Capote, el Holden Caulfield de Salinger o la banda sonora de Rosemary’s baby no certifican su linaje. En vez de ello, evidencian que el equipo creativo es hábil para vampirizar otros imaginarios, añadiéndoles el ángel, las hormonas y los crímenes de Riverdale. Quien no sea capaz de tolerarlo, difícilmente disfrutará las aventuras del pelirrojo y sus amigos idílicamente jóvenes y bellos. Las grietas de Riverdale son, a nivel argumental, indicios de que el mundo ha cambiado. Drogas, cadáveres y corrupción política bailan a ritmo de Sugar, Sugar, lo cual nos hace pensar en un thriller de índole perversa. Un holograma de David Lynch ronda el Pop’s Chock’lit Shoppe. El rostro ensangrentado de Carrie bebe una malteada de vainilla con Jason Blossom. Y de esa narrativa más o menos homogénea ha brotado un nuevo engendro, dirigido a las generaciones jóvenes, sedientas de cultura pop. Archie en su tinta.



Riverdale
Roberto Aguirre-Sacasa
Disponible en Netflix