30.7.18

celeste_una montaña interior


Adrenalina desde los acantilados.


1. Tan pronto como inicias el viaje, descubres que la montaña representa una travesía emocional. Bajas del automóvil y una anciana bromea contigo. Quizá no estés preparada, querida, te dice. Sus burlas no hacen más que provocarte amargura. Al parecer, la obstinación mueve montañas. Algunos lo llaman fuerza de voluntad. En otro diálogo, la anciana enigmática confesará que algo le parecía indudable: el odio es el motor de tu trayecto. Durante quince horas, conocerás a otros personajes: Theo y tú compartirán anécdotas alrededor de una fogata. El Sr. Oshiro intentará recluirte en su hotel abandonado. Y una mitad siniestra de ti misma será la sombra que guiará tus pasos.

Aunque su aspecto lo sugiera, Celeste no es un videojuego infantil. A menudo, disfraza sus intenciones. Habla de problemas adultos con una estética de pixel art. Depresión, soledad, pesimismo, melancolía. Su aparente sencillez no le resta sofisticación. Aunque solo seas capaz de brincar, sujetarte a las paredes por unos cuantos segundos y hacer sprints, el diseño de niveles ha sido creado para que fracases una y otra vez. Quizás el viento pueda ser un aliado. Quizás la hermana oscura que llevas contigo pueda ayudarte. Quizás la abuela clarividente sea un bálsamo para aliviar tu tristeza. Tan pronto como inicies el viaje, tu vida interior será un laberinto. El caos como forma de autoconocimiento.





2. Celeste equilibra un gameplay adictivo con una historia significativa. Si bien el tema del ascenso a la montaña ha sido explorado recientemente con resultados notorios—el paradigma sería Journey—, lo que consigue Matt Makes Games es otra cosa. Al mismo tiempo que homenajea títulos de plataformas clásicos, involucra emocionalmente al usuario. Y no lo suelta. El guión crea puentes narrativos entre escenas, introduce nuevos personajes secundarios para refrescar la acción, y poco a poco desarrolla los motivos de la aventura. Música, efectos sonoros, estética retro y rejugabilidad son valores de producción que embellecen la pantalla. A detalles mínimos, sonrisas enormes. Adrenalina.

A menudo, la oleada de propuestas indie suele provocar una sensación de vértigo, y no es para menos. Sin importar la plataforma, los títulos independientes atraviesan una etapa prolífica. Los estudios pequeños ganan más seguidores, y aportan a los catálogos la necesaria diversidad que esta industria reclama. Celeste ha merecido toda clase de elogios y es uno de los casos más destacados de lo que puede lograrse con buenas ideas, creatividad y carisma. Entre tantas opciones, elegirlo garantiza una experiencia donde la precisión en los controles y la inmersión emocional se cruzan en doble hélice. Además de su aspecto divertido—onda Gravity Falls—, expresa interrogantes sobre nuestra mitad oscura.





3. ¿Quiénes somos realmente? ¿Por qué debemos atravesar cientos de obstáculos para saberlo? ¿Tiene sentido esta búsqueda sin coordenadas? El tiempo que demoras en alcanzar la cima equivale a miles de fracasos anteriores. Atrás quedan los muros de hielo, las peligrosas estalactitas, el abismo y la desolación. Si por momentos recuerdas otros viajes, virtuales o metafísicos, no se trata de una simple casualidad. El espíritu de la montaña te persigue. Recorrerla, caer, combatir tus demonios interiores. Ascender y madurar. Nadie dijo que sería fácil. Con el paso de las horas, una voz rompe el hielo. Parece decirnos: Relájate y disfruta. La montaña eres tú.

Celeste reclama infinita paciencia pues complica sus desafíos a cada episodio. Difiere de otros títulos con dificultades diabólicas por su alto grado de empatía. No llegarás a las jornadas humillantes de Bloodborne o Dark Souls, aunque habrá sesiones en las que el viento no estará de tu lado y los espejos reflejarán figuras siniestras. Con todo, la parábola de la montaña inspira un insight. Permite comprender que el claroscuro forma parte de nosotros. La sombra y la luz, la exactitud y el error, la vida y la muerte se aprecian mejor desde los acantilados. Junto a la fogata, una sonrisa será el trofeo. Celeste nos devuelve una imagen íntegra, sin psicólogos ni ansiolíticos.