1. Playa desierta.
Sobre el cuerpo sin memoria de la cantante Lila Cassen [Nawja Nimri], Blanca, su
agente [Carme Elías], aplica primeros auxilios. El mar ha enmudecido. Como
sustituto dramático, escuchamos los arreglos de una banda sonora ascética,
compuesta por Alberto Iglesias. Cuando Lila regrese a casa, no sabrá quién es.
Iniciará un viaje. Una búsqueda fallida de su propia identidad. Un proceso de
vampirización. Para encontrarse a sí misma, para llenarse nuevamente de sí
misma, la diva crepuscular necesitará una imitadora, Violeta [Eva Llorach], que
trabaja en un karaoke. En el proceso de trasvase, el drama y la tragedia unirán
sus voces.
2. No ser nada ni
nadie cuando se pretende lo contrario. No participar del mundo, renunciar a nuestros
lazos afectivos. Perderse en el otro. Abismarse.
3. Quien te cantará,
el tercer largometraje de Carlos Vermut, se aparta radicalmente de Magical Girl.
Sin embargo, persiste la obsesión por desentrañar los dispositivos del pop, sus
corrientes interiores, la nostalgia de un pasado irrecuperable, los nudos
feroces entre simulacro y existencia. Vermut observa un dragón que se muerde la
cola, en un filme eléctrico, de pausada simetría y golpes emocionales rotundos.
Los zapatos, el mar, los barcos de papel fungen como símbolos de un artefacto
de tortura preparado quirúrgicamente. Si la cámara es un bisturí, nosotros
estamos en un quirófano marítimo. Oímos y vemos episodios subyugantes, de una
crueldad oceánica.
4. Morir y resucitar
en la música. A través de la música, por la música. Desconectarse una y otra
vez. Con aullidos y silencios.
5. Esquirlas en el
piso. Por la mañana, cuando Violeta llega a su departamento, descubre el
cristal roto de la puerta. Marta, su hija [Natalia de Molina], le hará un
escándalo para conseguir dinero. Destrozará, incluso, el disco de vinil que
Lila Cassen le había firmado, con una dedicatoria insípida. Más tarde, Violeta
expulsa sus demonios a través del karaoke. Al imitar a Lila, se libera. El
performance en el que interpreta Como un animal—en
voz de Amaral—es de lo mejor que se ha visto, y será recordado como una
profecía. Así funciona el cine de Vermut, sus rompecabezas
emocionales cobran sentido en retrospectiva.
Detectives de la miseria humana, hacemos rewind por
masoquismo.
6. Vincularse a las
mareas como un animal herido. Restañarse la hemorragia sin zapatos. Dejar atrás
nuestras propias huellas. Desaparecer.
7. Quien te cantará
ejerce su poder de atracción sobre quienes aman el cine intimista. No le canta
a las masas, sino a los individuos. Lo hace a través de un código reconocible:
composiciones arraigadas en nuestra educación sentimental, coreografías
histriónicas, advertencias apenas disimuladas. En todo se observa una fuerte
carga simbólica y diabólica. Vermut describe tal prodigio como una nube con truenos
dorados. Al principio, planeaba rodar una película de fantasmas en la que
una mujer poseía el cuerpo de otra. Pero el horror ha mutado a un juego de
identidades fragmentadas. Diva e imitadora avanzan, retroceden, bordean la
catástrofe, se diluyen hasta la extinción. El mar será testigo.