Esta conversación me recordó un poema
de Gonzalo
Rojas titulado Al silencio.
Porque silencio, sonido y paisaje sonoro están inseparablemente unidos. Pausas,
ruidos y ambientes cotidianos pagan su cuota al mutismo, base sin la cual no
habría nacido el proyecto de Karín
Mijangos (México, DF, 1976) Paisajes sonoros en ecosistemas locales:
Texturas y escenarios acústicos a través de la experimentación poética.
“¿Cuáles son las texturas sonoras que
percibimos actualmente e identificamos con determinados ecosistemas? Qué
respondería usted a la pregunta: ¿A qué suena un humedal? ¿Qué sonidos se mezclan
en una tarde de lluvia en el manglar? ¿A qué suena el silencio de la playa?
¿Cómo se traduce en la creación literaria los paisajes sonoros que
percibimos?”, pregunta Karín.
Christian Núñez (CN): ¿Cómo
descubriste el paisaje sonoro?
Karín Mijangos (KM): Mira,
estaba en una visita de campo, en Chemax, salimos a una zona en la selva que
está cerca de Cobá, caminamos unos 6 km dentro y acampamos. Mis compañeros
siguieron unos 5 km más para llevar a una persona que deseaba ver unas ruinas
mayas. Yo elegí quedarme junto a un pozo. Quería solo quedarme sentado, viendo
y oyendo, quieto. Había una cubeta con agua a unos metros de mí, comenzaron a
acercarse muchas aves a beber; luego llegaron insectos, mariposas, más aves, en
fin. Como Blancanieves. De pronto estaba rodeado de mucha fauna pequeña y con
sonidos que no había percibido tan de cerca. El viento, en fin, total
inspiración. Cuando de pronto sonó un cencerro de una vaca, ese ruido rompió la
burbuja en que estaba, me volvió al piso, ese sonido no existía antes de la
conquista. Me clavé en que esa campana, el sonido era nuevo relativamente
hablando en términos ecosistémicos. Me clavé demasiado en leer sobre
contaminación acústica y sus efectos, cómo afectan a la fauna, esas ondas.
Un día llegó a mis manos el libro que
te pasé, Los 100 ejercicios de Murray Schafer. Comencé a aplicar el ejercicio 1
en mi casa, y con ese pasé casi un mes, oyendo todo de nuevo, redescubriendo mi
entorno solamente con el sonido. Ya no pude dejar de pensar en eso, en la
contaminación auditiva, en las diferencias entre sonido, ruido y silencio, las
combinaciones, me atasqué, literalmente. Así lo descubrí. Comencé a leer mucho
sobre sus aplicaciones en la música, en la investigación, en proyectos sonoros.
Y sigo leyendo, soy un neófito muy ansioso.
CN: ¿Qué fragmentos consideras
representativos del texto de Schafer, que hayan servido como catalizadores o
puntos de arranque para tus exploraciones sonoras?
KM: El ejercicio 1 es básico, es una invitación solamente a oír y registrar
lo escuchado. Te puedes pasar una vida solamente escuchando y registrando y
darte cuenta que no se repetirá nunca la misma combinación. Eso es lo emocionante
del paisaje sonoro, su imposible repetición de manera natural. Es una
invitación a descubrir la maravilla del oído y de lo acostumbrados que estamos
a ignorar el entorno. Te lo transcribo:
Hacia una audición sonora.
100 ejercicios de audición y producción
sonora
R. Murray Schafer
Ejercicio I.
Comenzamos con un ejercicio muy simple.
ANOTE TODOS LOS SONIDOS QUE ESCUCHA. Tome algunos minutos para realizar esta
tarea; luego, si se trabaja en un grupo, léanse todas las listas en voz alta,
prestando atención a las diferencias. Cada persona tendrá una lista diferente,
ya que la escucha es algo muy personal; y a pesar de que algunas listas sean
más largas que otras todas las respuestas serán correctas.
Este simple ejercicio puede ser
ejecutado en cualquier lugar por cualquier persona. Sería interesante probarlo
en momentos diferentes, en entornos contrastantes como para desarrollar el
hábito de la escucha.
CN: ¿Editaste posteriormente los
paisajes?
KM: Los editó Ricardo
Katsuya, él participó en el proyecto con la asesoría y con la edición de 5
mezclas de los 5 paisajes registrados. En total son un poco más de 25 minutos
de edición, 5 minutos en promedio por cada ecosistema.