4.3.14

Subirats, el último postintelectual



Subirats, el último postintelectual


“Cuando el primer postidiota llamó a su puerta, el último postintelectual se echó por la ventana”, escribe Eduardo Subirats en uno de los apartados de La existencia sitiada, ensayo donde analiza los factores de la problemática contemporánea que han ocasionado la ruptura del hombre con el medio que lo rodea. Mediante un análisis que cuestiona los beneficios del progreso científico, tecnológico y material en la era del vacío, el autor nos abre los ojos ante el estado de ruina del mundo, esta “aldea global” que se desmorona vertiginosamente.

El ensayo articula una disertación hipercrítica sobre el concepto de postmodernidad y sus connotaciones negativas. Subirats hace un ajuste de cuentas fenomenológico-existencialista con el mundo, sin matizar sus planteamientos. “La postmodernidad ha sido la última consecuencia lógica de la modernidad. Pero significa el hundimiento de ambas”, sostiene.

La existencia sitiada profundiza en las raíces del espectáculo mediático como orquestador de una farsa generalizada. “El espectador de los mass media está literalmente atrapado en un mundo de imágenes y signos prefabricados. La imposibilidad técnica de formar juicios sintéticos discursivamente articulados, la suspensión total o parcial de la reflexión y su apatía motriz, la indiferencia y la pasividad morales no le dejan más elección que el consumo teledirigido.”

Este homo videns, alienado por los estímulos audiovisuales que le son transferidos de múltiples fuentes, recibe mensajes que uniforman su conducta, pensamientos y escala de valores.

En tiempos de guerras nucleares y bioquímicas, Subirats reconoce el poderío destructivo del imperio militar y económico representado por Norteamérica. La reflexión del filósofo español nos recuerda a las ideas políticas destiladas en los escritos de Jean-Paul Sartre. Asimismo, la condición de ser-en-el-mundo, de orígenes heideggerianos, junto con la noción de angustia existencial de Kierkegaard son referentes indispensables para entender a cabalidad la estructura de su discurso.

Sin embargo, las referencias implícitas y explícitas del autor superan el ámbito de la filosofía y se entrelazan con la literatura. Kafka, Beckett y Celan son citados como artistas paradigmáticos cuya obra expresa perfectamente la crisis histórica del hombre, sus reiteradas mutilaciones y la pérdida de dignidad ontológica que ha sufrido con el paso de las guerras. “Las últimas palabras que pronuncia Joseph K. en su último aliento, mientras los dos funcionarios hincan el cuchillo en su corazón, dándole la vuelta dos veces, son significativas: Wie ein Hund! (Como un perro!) Wie-ein-Hund define la condición terminal del sujeto histórico y de nuestra existencia dañada.”

Cuando parecía que la filosofía estaba destinada a regodearse en una posición cómoda y falsamente comprometida, de catálogo, alguien como Subirats la rejuvenece y nos sacude. “La cuestión no reside en la muerte del humano, sino en nuestra existencia dañada. Una existencia biológica, política y mediáticamente manipulada, hibridizada, torturada.”

Preocupado por los peligros mundiales de un superestado atómico, el intelectual nos advierte que “la guerra nuclear, bajo su forma clásica lo mismo que en sus postmodernas versiones híbridas, es una guerra total. Y es total porque ahí donde se instaura ya no puede renacer la vida. Es total porque significa una doble destrucción: una muerte de la muerte, la irrealidad de un vacuum absoluto, como no han dejado de gritar las víctimas del genocidio y el escarnio nucleares de Hiroshima y Nagasaki. En cualquiera de sus expresiones, las armas nucleares erigen el poder de un suicidio absoluto: el vacío del vacío.”

Tras hacer un repaso de la situación epistemológica, ética y estética del mundo en que vivimos, Subirats exhorta a la unidad primigenia del ser. El elevado contenido de su análisis nos exige una toma de postura inmediata. En la mejor de las costumbres filosóficas, La existencia sitiada siembra dudas y obliga a pensar, incluso, si es necesario, contra uno mismo.

–Christian Núñez


La existencia sitiada
Eduardo Subirats
Fineo, 2006